Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
Fander Falconí
Dicen
que lo ‘cool’ es tener el último iphone, usando expresiones de los ‘millenials,
otro anglicismo. Puede ser que, dentro de poco, sea una mala inversión. Apple
enfrenta demandas en Estados Unidos, Francia e Israel por obsolescencia
programada. Está comprobado que el procesador de los modelos 6, 6S, SE y 7
vienen programados para reducir su desempeño en un tiempo fijado, no por
desgaste normal.
Como
dice León Martínez (2018-01-10, El Economista, México) es como si le vendieran
un automóvil con batería solo accesible al fabricante. Cuando su batería
empieza a desgastarse en un tiempo fijo, se activa un dispositivo que reduce la
velocidad. Supuestamente el fabricante hace eso para alargar la vida de la
batería, pero no le avisó eso cuando compró el carro. La batería, que solo
puede cambiar Apple, cuesta 8% del precio de un teléfono nuevo. Pero eso se
entera usted si averigua en internet a los consumidores insatisfechos. Porque
los vendedores le dirán que mejor se compre el último modelo.
Francia
fue el primer país que sacó una ley en 2015 contra la obsolescencia programada.
Esta se define como una estrategia de diseño industrial que obliga al consumidor
a comprar un producto nuevo, antes de lo necesario. El autor ya citado, en la
misma publicación de 2017-12-09, comenta que la primera vez que se invocó esta
ley para demandar a una empresa fue contra Epson, por el tema de las impresoras
y sus cartuchos. Comprobar que existe obsolescencia programada en muchos
productos actuales, nos lleva a tres conclusiones: 1) el capitalismo entró a
una fase en la cual la codicia se impone al sentido común, 2) eso de que las
cosas de antes duraban más, es un dicho muy vigente y 3) el exacerbado
consumismo provoca mayor presión ambiental debido a la cantidad de residuos
(incluso radioactivos) de difícil o imposible asimilación planetaria, en cortos
periodos de tiempo.
Ejemplos
de productos con obsolescencia programada abundan. Los ya nombrados cartuchos
de las impresoras cuestan tanto como estas máquinas. Además, si sacamos
impresiones a color, generalmente un color se agota primero. Entonces se
desactiva la impresión, aunque sobren los otros colores. Muchas personas,
aunque los fabricantes adviertan como en una película de terror que solo usen
sus cartuchos nuevos, rellenan los viejos con otras tintas o compran cartuchos
genéricos. Los focos eléctricos duran unas mil horas en promedio. Nada impide
que los fabriquen para durar 10.000 horas como los de hace 100 años que exhiben
algunos museos. Nada lo impide, excepto la codicia.
Los
videojuegos tienen por naturaleza obsolescencia programada. El software de las
computadoras también. Todos sabemos que una persona pobre no puede tener un
automóvil viejo. Lo que paga en matrícula y en combustible, la falta de
repuestos, etc., dejan esos carros para los coleccionistas o para chatarra. De
los aparatos electrónicos y de los electrodomésticos ni hablemos. Ya vimos el
caso de los celulares. Recordemos las lavadoras que dan 2.500 lavadas y ahí
mueren, sin reparación. La refrigeradora de la abuela todavía funciona, aunque
haga más escarcha que un nevado.
¿Recuerdan
los mayores esos tiempos cuando heredábamos el texto escolar del hermano mayor?
Eso era antes. Ahora exigen la última edición, con una que otra modificación.
El teorema de Pitágoras y el binomio de Newton no han cambiado, pero los textos
de geometría y álgebra sí lo han hecho. Es cierto que también hemos mejorado
determinados contenidos y metodologías de aprendizaje, pero debemos desterrar
muchos absurdos de la cultura del descarte. La obsolescencia programada no solo
afecta a la economía familiar, también contamina el planeta.
Economista
ecuatoriano

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