Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Jorge Mansilla Torres
Desde
hoy y en ciertas veces durante este año, mientras tenga el uso de La Razón,
esta columna que escribo miércolesmente será de tres partes, a saber: un
cuento, un lote de aforismos y un comentario.
Mier.-
En el programa radiofónico Olla de Grillos que producía hace 50 años conté una
vez que un profe de secundaria pidió a dos de sus alumnos ir a la Cámara de
Diputados y escribir una crónica de lo que vieron y oyeron. Los chicos fueron
al Congreso y se dieron con que la barra estaba atestada de público y no había
dónde sentarse. Entonces, el menor de los terebotes se encaramó en los hombros
del otro para saber qué pasaba en el hemiciclo y halló a los congresistas en
una esgrima verbal: ¡Cállese, pasa-pasa! ¡Movis rateros! ¡Traficante!
¡Lambebotas! ¡Rosquero! ¡Agente de la CIA! ¡Maleante!... y otras gentilezas.
Ahora se tratan de bolas, amarrahuatos, separatista, bestias de la mala
práxides, llunkus, etcéperra.
Vuelvo
al cuentito: cansado por el sobrepeso, el niño de abajo preguntó: ¿Qué pasa?
¿Ya empezó la sesión?, y el de arriba le dijo: Todavía no, hermano, recién
están pasando la lista de asistentes.
Coles.-
1) Hasta para ser profesor hay que tener clase. 2) La autopsia no es más que el
escrutinio de los diagnósticos médicos. 3) Esa república estaba repleta de
indiocumentados. 4) Los periódicos que no se venden son los más comprados. 5) A
las gallinas no les late el corazón, sino el huevo.
Mente.-
El pueblo es testigo y víctima de 46 días de desprecio doctoral. Una huelga de
médicos del seguro social mantiene en vilo a millares de enfermos que se
agravan exitosamente. Anda la Parca oronda, de mandil blanco, ostentando su
impudicia en los pasillos de hospitales y en las entretelas de pacientes
inermes. En un mes y medio de tamaño abandono se suspendieron más de un millón
de consultas y también unas 10.000 cirugías. Los culpables dicen que esto no es
Cuba ni es Venezuela y tienen razón, porque en esos países la vida es sagrada y
no mercancía.
Al
principio querían la supresión de dos artículos del Código Penal que sancionan
la mala práctica del ejercicio profesional, como se estila en toda sociedad con
respeto a leyes que enfilan a la Justicia. Después pidieron la abrogación de
todo ese Código en el plan de dotarse de impunidad, literal patente de corso
para decidir, crimen sin castigo, la vida o la muerte del paciente que se les
ponga a mano. Ahora, a 46 días de la huelga, buscan derribar al gobierno
constitucional de Evo Morales. ¡Qué cambio descarado de diagnosis y receta!
Envalentonados
por el penoso éxito de su huelga de chantajes contra la salud popular, los
jampiris (curadores) titulados se ostentan como puntas de lanza de otros
poderes (ya se sabrá quiénes y por cuánto), para desestabilizar al país; en esa
aviesa vorágine se enrolan pesados transportistas, comerciantes reacios a pagar
tributos y dizque el profesorado sumiso a una arcaica dirigencia trotskoide
que, en febrero, al inicio de labores escolares, saldrá con su cantaleta de la
“sociedad sin clases”. ¿Y la COB?, ahí deambula, aCOBardada.
Quiero
parodiar aquí al humorista Cacho Garay que, en un programa de Tinelli, narró
que un doctor le dijo a su enfermo que le quedaban solo seis meses de vida.
Desolado y sin esperanza, el afectado le confesó que no tenía dinero para
pagarle sus honorarios, “¡y ese buen doctor me dio otros seis meses!”. Por eso,
se anima ese paciente terminal, yo apoyo a mi médico que me prometió que en
cuanto termine su huelga, me atenderá en la Caja, por el resto de mi vida, para
que mi deuda con él no se incremente... ¡Vaya que aquí no es Venezuela ni es
Cuba!
Caray,
da no sé qué recordar que el actual jolgorio doctoral inició a comienzos de
noviembre pasado cuando se descubrió que el Hospital Obrero (de la Caja, que
antaño decíamos Queja) hacía trabajos clandestinos de laboratorio para clínicas
privadas y por ese delito fueron destituidos 10 médicos y técnicos, corruptos
que procesaron 30.000 exámenes no autorizados, 18.000 de los cuales eran a
urgente encargo de particulares. Tanta corrupción se daba en ese sector que hoy
protesta contra mínimos controles éticos, porque —lo presumen a gritos— esto no
es Cuba ni es Venezuela...
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