Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Alejo Brignole El fenómeno histórico de las dictaduras militares en América Latina presenta algunos problemas de interpretación debido a que, en general, ha predominado un enfoque local para su análisis. Si bien hubo golpes de Estado y gobiernos militares autóctonos desde las primeras décadas del siglo XX en varios países, fue a partir de la segunda posguerra (desde 1945 en adelante) cuando comenzó una sistematización periódica tutelada por Washington de estos procesos políticos. Eso significó que las interrupciones democráticas respondían a metodologías que poseían patrones similares, sin importar la nación del evento. En un contexto internacional dominado por la Guerra Fría, Estados Unidos instaló en las sociedades periféricas de América Latina, África y Asia una preocupación por la “amenaza roja”. Un eufemismo para definir el peligro que significaba —desde la óptica estadounidense— la expansión comunista en los países en desarrollo. Fuertemente afectados por los diseños