Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Carla Espósito Guevara
Terminó el conflicto social contra el
código penal y se impone un balance necesario, sobre todo por las
características preocupantes que tuvo y por la derogación de un nuevo código penal
mucho más avanzado que el anterior en términos de introducir un principio
reparador en lugar de uno punitivo, de reducir las penas por delitos menores, de
introducir mecanismos para evitar la retardación de justicia como impedir la
chicanearía introduciendo mecanismo para evitar las famosas suspensiones de
audiencias y la oralidad en los procesos entre otros.
Queda claro que la razón de fondo de
esta movilización no era el nuevo código penal, éste fue la excusa, el tema de
fondo la polémica decisión del Tribunal Constitucional sobre la repostulación
del presidente Morales. La movilización buscaba desatar una movilización de
largo aliento para desgastar al gobierno, objetivo que sin duda logró y si la
movilización ganaba fuerza los sectores opositores estaban listos para pedir la
renuncia Morales.
La movilización fue presentada por sus
actores, como un triunfo del “pueblo” y de la “ciudadanía”, si bien es cierto
que mucha gente de a pie se movilizó, incluso sectores poco politizados que
nunca salen a las calles esta vez lo hicieron, no obstante el rasgo más
importante del conflicto fue que la dirección política del mismo estuvo en las
fuerzas más conservadoras de la sociedad boliviana. Fue la derecha la que logró
capitalizar en su favor todos los descontentos fortaleciéndose políticamente. Los
demás sectores sociales que participaron del conflicto, quizás sin buscarlo, terminaron
alimentando ese proceso de derechización social.
El fortalecimiento de los sectores más
conservadores de la sociedad pudo verificarse en el resurgimiento de las formas
más groseras de racismo, que fueron incrementándose en la medida en que el
movimiento ganaba fuerza, este hecho permitió a sus seguidores abandonar el
discurso políticamente correcto para expresar libremente su racismo a través de
un bombardeo de insultos racistas, sexistas y animalizantes contra los sectores
indígenas, que reivindicaban el retorno de la república y la restitución del
viejo orden, bajo un discurso nacionalista conservador.
El movimiento de mujeres kuña mbareté (mujer fuerte), fue el que
mejor expresó esta tendencia. Un movimiento liderado por mujeres que en poco
tiempo ganó miles de adeptas en su portal, pero que lamentablemente denigró la
presencia de las mujeres en la política en la medida en que su liderazgo fue
incapaz de expresar una sola razón coherente sobre su rechazo al código y en
lugar de eso se concentró en un despilfarro de insultos y diatribas, en la activación
de los prejuicios sociales más elementales, así como de consignas que apelaban
a toda clase de mitos como la presencia de rusos en Bolivia, el miedo por una
supuesta expropiación de las viviendas propias o la penalización de las
religiones, que estaban orientadas a moviliza la entraña y los miedos más
básicos de la población en lugar de la razón.
Pero el rasgo más notable y preocupante
fue la inédita participación de las iglesias cristinas en las marchas, muchas
de ellas concluyeron con una dramática escenificación de miles de personas
arrodilladas en las calles orando para que “Dios salve Bolivia”, estas iglesias
hicieron de la participación de sus feligreses en el conflicto una cuestión de fe
y obediencia a dios, lo que no puede menos que remitirnos a los movimientos
inquisidores de la edad media.
Este conflicto movilizó entonces en una
peligrosa combinación de ignorancia, racismo, fe religión y nacionalismo que expresa
un retroceso político de la sociedad y constituye el mejor caldo de cultivo en
el que la derecha más conservadora puede operar y fortalecerse. Quizás en esto
consiste la mayor derrota política de este conflicto. Le esperan días difíciles
a Bolivia si esta tendencia se fortalece.
y Twitter: @escuelanfp
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