Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Emilio Pinto
La
Constitución de 2009 plantea un régimen económico plural, en el que conviven la
economía estatal, privada, social cooperativa y la comunitaria. Es decir, todos
los ciudadanos tenemos la posibilidad de ser apoyados y fomentados por el
Estado en nuestra actividad económica. En el periodo neoliberal (1985-2005),
las calles del país se llenaron de personas dedicadas al comercio informal,
debido a las políticas macroeconómicas de ajuste fiscal y el desempleo que las
acompañan, tal como está ocurriendo hoy en Argentina. Esta situación, que duró
más de 20 años, no ha podido ser revertida hasta ahora, a pesar de las
transferencias directas (bonos sociales) e indirectas (subvención de
hidrocarburos) ejecutadas por el actual Gobierno. Aún se pueden ver niños, niñas,
jóvenes y sus padres trabajar diariamente para cubrir sus necesidades básicas,
sin poder salir de esta situación. Ciertamente los niveles de pobreza han
disminuido gracias a las políticas sociales de los últimos años, pero estos
trabajadores informales siguen solos en su lucha diaria, quizá sin la esperanza
de un futuro mejor. ¿Qué se puede hacer?
Es
momento de acordarse de aquellos que no tienen un empleo asalariado, con
seguridad social. Estas personas, a pesar de trabajar arduamente, no pueden
acceder a préstamos bancarios, precisamente por su carácter informal. Sin
embargo, el Estado tiene una entidad financiera, el Banco Unión, el lugar ideal
para que puedan acceder, aunque marginalmente, a los beneficios que conlleva un
trabajo formal, recibiendo por ejemplo créditos solidarios, debidamente
asegurados, por un monto no mayor a Bs 10.000, a una tasa de interés del 1%
anual y a dos años plazo.
Con
este beneficio, la calidad de vida de muchos de estos hermanos y hermanas que
batallan diariamente sin horario seguramente mejoraría. Por ejemplo, según un
sondeo de opinión realizado a más de 100 trabajadores, muchos de ellos
cambiarían el techo de sus viviendas “porque entra agua”, harían una habitación
adicional para superar el hacinamiento, pondrían un puesto de comida o
comprarían herramientas de trabajo. Es decir, invertirían en la escala de sus
necesidades. Por otro lado, pagarían su deuda puntualmente, porque en Bolivia
está demostrado que la gente humilde es buena pagadora si no es víctima de
usuras, con tasas del 50% de interés anual, como en el caso de los
microcréditos.
Este
tipo de crédito debería ser solidario. Es decir, podrían formarse grupos
familiares entre vecinos para fortalecer el control y la responsabilidad.
Asimismo, se renovaría el carácter comunitario, que si bien casi ha
desaparecido por las políticas de municipalización, aún perviven en el ser de
nuestra gente. Se trata de una tarea pendiente que con seguridad reduciría
aceleradamente los niveles de pobreza, ya que estos hermanos y hermanas no
necesitan dádivas, sino oportunidades para trabajar y vivir dignamente.
y Twitter: @escuelanfp
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