Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Fotografía de Jose Maria Leyes en las acciones racistas y violentas de 2007
Por: Carla Espósito Guevara
Por: Carla Espósito Guevara
Yo caí junto a 5 o 6 personas detrás del kiosco
de la plaza de las banderas […]
Se acercaron unos jóvenes de unos 25 años a
golpear a la gente que estaba imposibilitada de moverse. […] entonces vi
claramente las palabras, los gestos. No se puede olvidar algo así […]. Cómo la
mirada, más que todo la mirada […] es una mirada llena de odio. ...solo gritaban
y repetían ¡indios de mierda, ¡a que han venido, esto querían!. […] yo en algún
momento he podido levantar la cabeza, pero la gente que estaba con migo, ellos
no. Ellos siempre bajaban la cabeza, sin mirar, era como si hubieran hecho algo
malo. Yo pude mirar y observar cosas feas, fierros, martillos, [….] Cuando
llegamos al hospital […] lo que yo vi era horrible, era una fila de gente con
las cabezas rotas. Con eso tú deduces claramente que la gente ha ido a romper cabezas…
(Extracto del testimonio, de una joven de la zona sur que participó en el
bloqueo del 11 de enero)

Este conflicto, entre otras cosas, fue la
expresión de una profunda fractura social que se expresaba a nivel nacional,
pero más profundamente a nivel regional y señaló la emergencia de un fenómeno
racista fundamentado tanto en el origen étnico como de clase, al que se agregó
un proceso de construcción de enemigos sostenido en identidades políticas.
Una explicación de estos hechos no sería
completa sin situarlos en el marco de la lucha nacional por el poder político,
expresada en el enfrentamiento de dos proyectos de nación encontrados, desatado
con la llegada de Evo Morales al gobierno, que produce un cambio de los grupos
que tradicionalmente manejaron el poder del Estado. Las viejas elites
vinculadas a grupos empresariales, agroindustriales y ciertos sectores de clase
media formados para ocupar la burocracia estatal, fueron súbitamente desplazados
gracias al ascenso de masas producido entre el 2000 y el 2005, que llevó al
gobierno a un nuevo grupo de profesionales, sobre todo de clases medias,
asociados al movimiento indígena y campesino en ascenso.
Uno de los sectores más afectados por este
cambio fue sin duda el sector dirigente de Cochabamba, cuyo poder no nace de la
pujanza industrial o agrícola, como ocurre con las clases dirigentes cruceñas
sino, como explican Gordillo y Rivera (2007:14), del poder institucional, se
trata de un sector social que “no produce, medra del control, administrativo de
los negocios, de las instituciones y de los fondos estatales a nivel
departamental” ocupando espacios burocráticos urbanos cada día más estrechos,
sobre los que ejerce un poder de tipo “clánico”. Este sector en las últimas
décadas, había empezado a ser desplazado por nuevos grupos emergentes
compuestos pr transportistas, comerciantes, regantes y campesinos, quienes hoy
controlan espacios sindicales, políticos y económicos, cada vez más amplios (Idem).
En estas circunstancias el ascenso del MAS al
gobierno tuvo efectos mucho más sentidos en Cochabamba que en otras regiones y
fue vivido como una amenaza a los estrechos y frágiles espacios institucionales
desde los cuales las viejas elites intentaban mantener su poder. El temor al
crecimiento del poder político de los sectores campesinos se tradujo con mucha
claridad en la consigna “y la clase media
donde está” que reflejaba un sentimiento de “avasallamiento” a “sus
espacios” provocado por el crecimiento del poder político del MAS.
Por otro lado la precaria y escasamente moderna
base material de estos grupos ayuda también a explicar las razones del “re-surgimiento”
de un pensamiento profundamente conservador cuya forma se corresponde más con
las ideas del liberalismo positivista del siglo XIX que con la modernidad capitalista
imaginada en Cochabamba. Según escriben Gordillo y Rivera (2007) en el libro
¿Pitaj Kaypi kamachiq?, en el que presentan una radiografía de la estructura de
poder en Cochabamba, el drama de la región radicaría en que ni los nuevos, ni
los viejos liderazgos muestran actualmente la capacidad de reconstruir el
departamento como una comunidad imaginada (Anderson), esto produce un mosaico
de luchas regionales en las que muchos mandan y nadie obedece. Probablemente a
esta contradicción irresuelta se refiere Zegada, (2007) cuando habla de una
crisis de hegemonía en la región, que puede sugerir uno de esos momentos
intersticiales de la historia en los que como, dice Marx, un poder no termina
de morir y otro no termina de nacer.
Este problema estructural, ya visible desde la
Guerra del Agua, se expresó con toda claridad en la coyuntura de enero de 2007.
Desde el año 2000, Cochabamba vivió internamente tensionada entre grupos
sociales que buscan adherir al proyecto nacionalista-indígena del MAS,
originado precisamente en Cochabamba por el movimiento cocalero del Trópico que
catapultó el liderazgo de Evo Morales, y quienes lo rechazaban, agrupados en
NFR, el partido de Reyes Villa, representante de los intereses de sectores de
clase media en la región.
Este empate quedó cuantificado en las elecciones
del 2005 por la presidencia de la república y el referéndum del 2006 por las
autonomías regionales. En las primeras el MAS ganó en Cochabamba con un 64% de
aceptación y, paradójicamente, Manfred Reyes accedió a la prefectura del
Departamento con el 47,63%; asimismo en el referéndum por las autonomías el NO,
bandera del MAS, ganó a nivel departamental con el 63.03%, fundamentalmente
gracias al voto de las provincias, pero a nivel de Cercado –la capital- el SI
ganó por sólo 3.000 votos de diferencia obteniendo 116.444 votos, mientras el
NO 113.491. Este pequeño margen de diferencia se convierte en el elemento que
desata el conflicto de enero del 2007, pero la forma que éste adquiere es
comprensible solo en el telón histórico de la región.
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