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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás

Cochabamba: Significados de la violencia racista del 11 de enero de 2007

Fotografía de Jose Maria Leyes en las acciones racistas y violentas de 2007

Por: Carla Espósito Guevara
Yo caí junto a 5 o 6 personas detrás del kiosco de la plaza de las banderas […]
Se acercaron unos jóvenes de unos 25 años a golpear a la gente que estaba imposibilitada de moverse. […] entonces vi claramente las palabras, los gestos. No se puede olvidar algo así […]. Cómo la mirada, más que todo la mirada […] es una mirada llena de odio. ...solo gritaban y repetían ¡indios de mierda, ¡a que han venido, esto querían!. […] yo en algún momento he podido levantar la cabeza, pero la gente que estaba con migo, ellos no. Ellos siempre bajaban la cabeza, sin mirar, era como si hubieran hecho algo malo. Yo pude mirar y observar cosas feas, fierros, martillos, [….] Cuando llegamos al hospital […] lo que yo vi era horrible, era una fila de gente con las cabezas rotas. Con eso tú deduces claramente que la gente ha ido a romper cabezas… (Extracto del testimonio, de una joven de la zona sur que participó en el bloqueo del 11 de enero)
El 11 de enero del 2007 Cochabamba presenció un fenómeno hasta entonces inédito en nuestra historia, una descarnada batalla urbana en la que ciudadanos de distintos sectores sociales se enfrentaron físicamente en las calles de la ciudad. Los principales protagonistas fueron jóvenes, sobre todo de sectores urbanos, quienes utilizando un primitivo arsenal compuesto bates de baseball, fierros, martillos, piedras y cadenas y algunas armas de fuego, pretendieron expulsar a golpes a varias organizaciones campesinas y urbanas que durante esos días habían ocupado las calles de uno de los sectores mas aristocráticos de la ciudad, como forma de protesta contra un intento del Prefecto de entonces, Manfred Reyes Villa, de desconocer los resultados del referéndum por las autonomías regionales del 2006. El resultado de aquel enfrentamiento fue de tres personas muertas, cientos de heridos y un trauma social que tardará años en repararse. Pero la pregunta inevitable es ¿qué motivó aquel acto de descomunal violencia? ¿Que empujó a estos jóvenes a salir con tanto entusiasmo a las calles a romper cabezas?
Este conflicto, entre otras cosas, fue la expresión de una profunda fractura social que se expresaba a nivel nacional, pero más profundamente a nivel regional y señaló la emergencia de un fenómeno racista fundamentado tanto en el origen étnico como de clase, al que se agregó un proceso de construcción de enemigos sostenido en identidades políticas.
Una explicación de estos hechos no sería completa sin situarlos en el marco de la lucha nacional por el poder político, expresada en el enfrentamiento de dos proyectos de nación encontrados, desatado con la llegada de Evo Morales al gobierno, que produce un cambio de los grupos que tradicionalmente manejaron el poder del Estado. Las viejas elites vinculadas a grupos empresariales, agroindustriales y ciertos sectores de clase media formados para ocupar la burocracia estatal, fueron súbitamente desplazados gracias al ascenso de masas producido entre el 2000 y el 2005, que llevó al gobierno a un nuevo grupo de profesionales, sobre todo de clases medias, asociados al movimiento indígena y campesino en ascenso.
Uno de los sectores más afectados por este cambio fue sin duda el sector dirigente de Cochabamba, cuyo poder no nace de la pujanza industrial o agrícola, como ocurre con las clases dirigentes cruceñas sino, como explican Gordillo y Rivera (2007:14), del poder institucional, se trata de un sector social que “no produce, medra del control, administrativo de los negocios, de las instituciones y de los fondos estatales a nivel departamental” ocupando espacios burocráticos urbanos cada día más estrechos, sobre los que ejerce un poder de tipo “clánico”. Este sector en las últimas décadas, había empezado a ser desplazado por nuevos grupos emergentes compuestos pr transportistas, comerciantes, regantes y campesinos, quienes hoy controlan espacios sindicales, políticos y económicos, cada vez más amplios (Idem).
En estas circunstancias el ascenso del MAS al gobierno tuvo efectos mucho más sentidos en Cochabamba que en otras regiones y fue vivido como una amenaza a los estrechos y frágiles espacios institucionales desde los cuales las viejas elites intentaban mantener su poder. El temor al crecimiento del poder político de los sectores campesinos se tradujo con mucha claridad en la consigna “y la clase media donde está” que reflejaba un sentimiento de “avasallamiento” a “sus espacios” provocado por el crecimiento del poder político del MAS.
Por otro lado la precaria y escasamente moderna base material de estos grupos ayuda también a explicar las razones del “re-surgimiento” de un pensamiento profundamente conservador cuya forma se corresponde más con las ideas del liberalismo positivista del siglo XIX que con la modernidad capitalista imaginada en Cochabamba. Según escriben Gordillo y Rivera (2007) en el libro ¿Pitaj Kaypi kamachiq?, en el que presentan una radiografía de la estructura de poder en Cochabamba, el drama de la región radicaría en que ni los nuevos, ni los viejos liderazgos muestran actualmente la capacidad de reconstruir el departamento como una comunidad imaginada (Anderson), esto produce un mosaico de luchas regionales en las que muchos mandan y nadie obedece. Probablemente a esta contradicción irresuelta se refiere Zegada, (2007) cuando habla de una crisis de hegemonía en la región, que puede sugerir uno de esos momentos intersticiales de la historia en los que como, dice Marx, un poder no termina de morir y otro no termina de nacer.
Este problema estructural, ya visible desde la Guerra del Agua, se expresó con toda claridad en la coyuntura de enero de 2007. Desde el año 2000, Cochabamba vivió internamente tensionada entre grupos sociales que buscan adherir al proyecto nacionalista-indígena del MAS, originado precisamente en Cochabamba por el movimiento cocalero del Trópico que catapultó el liderazgo de Evo Morales, y quienes lo rechazaban, agrupados en NFR, el partido de Reyes Villa, representante de los intereses de sectores de clase media en la región. 
Este empate quedó cuantificado en las elecciones del 2005 por la presidencia de la república y el referéndum del 2006 por las autonomías regionales. En las primeras el MAS ganó en Cochabamba con un 64% de aceptación y, paradójicamente, Manfred Reyes accedió a la prefectura del Departamento con el 47,63%; asimismo en el referéndum por las autonomías el NO, bandera del MAS, ganó a nivel departamental con el 63.03%, fundamentalmente gracias al voto de las provincias, pero a nivel de Cercado –la capital- el SI ganó por sólo 3.000 votos de diferencia obteniendo 116.444 votos, mientras el NO 113.491. Este pequeño margen de diferencia se convierte en el elemento que desata el conflicto de enero del 2007, pero la forma que éste adquiere es comprensible solo en el telón histórico de la región.

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