Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Coco Manto
Aclamado
siempre por su pueblo, Hernán Siles Zuazo nunca perdió una elección, pero fue
siempre abatido por sus compañeros de ruta, no por sus enemigos. Construía
arduos consensos con sus aliados y estos lo empujaban gradas abajo, siempre.
Hablo de sus contertulios ideológicos Victor Paz Estenssoro, Lechín Oquendo,
Guevara Arze, Barrientos, Paz Zamora…
Nacionalista
de izquierda, católico, conciliador, Siles supo como nadie que en política hay
que tragar sapos sin hacer gestos, y los tragó todos. Sus mandatos presidenciales se quebraron siempre por vilipendios y socarronerías de
sus huestes que lo votaban en julio y botaban en agosto.
En su
primera presidencia (1956-60) no tuvo un día de tregua porque los
movimientistas no quisieron pagar sus fallas y raterías hechas del 52 al 56,
que Don Hernán pretendió remediar con un programa de estabilización monetaria;
el Plan Triangular fue ideado por el BID e implicaba actos contra derechos
laborales y ciertos logros de la
Revolución Nacional.
Un día
de 1957 ocurrió un hecho inopinado. El presidente Siles se declaró en huelga de
hambre en amarga protesta contra el boicot que le aplicaban sus aliados de la
Central Obrera Boliviana con Lechín al frente.
Ese mismo Lechín que en el segundo mandato (1982-1985) le vació en la cara 31 huelgas
obreras en 5 meses, además de bloqueos, clausuras, paros y demás variedades con
el cuarto intermedio incluido que estila la COB. Había que ver al fogoso trotskista
Filipo Escobar soltando improperios contra Siles Zuazo, igual que, nueve años
después, lo haría contra el pobre general Torres.
Al doctor Siles le tocó torear en los años de
la UDP la inflación más grande de que haya memoria en el país: 27 mil por
ciento. La negra herencia de 18 años de dictaduras, primeras tentativas
neoliberales, rencor lechinista y rabia de la empresa privada porque Bolivia
había retomado la ruta democrática.
Enviado
por el diario mexicano Excélsior, lo entrevisté en La Paz a comienzos de 1985.
Comentamos que en 1981 inventé un aforismo que puse en su boca: “Más vale solo
que MIR acompañado”; él recordó sonriendo aquel temprano dicho y con la
confianza que nos teníamos me dijo que los clásicos llamaban zahorí a los
adivinadores que en Bolivia apodan q’enchas. Poeta-profeta, me definí.
Ese año
de 1985, los miristas empujaron a Hernán Siles a “acortar” su mandato e irse
del país; Jaime Paz pasó sobre él para ser el presidente y no tuvo empacho en
recibir el apoyo de Banzer. A Lechín, el bancerismo lo aureoló con el Cóndor de
los Andes...
Yo
admiraba siempre a Don Hernán y él me tenía afecto. En 1976 se alojó en mi
casa, en Lima y porque quería estar clandestino nos exigió guardar
reserva, ya que su plan era reingresar a
Bolivia para apurar la caída del dictador Banzer. Así pasó, en efecto. Excepto los periodistas
Pepe Luque y Daniel Rodríguez, mis compañeros en el diario peruano Expreso,
nadie más se enteró de que durante cinco días, en un departamento del barrio de
San Isidro, estaba oculto un hombre sabio y patriota que cada medianoche salía
a caminar por la playa del mar, distante unas siete cuadras, “para estirar las
piernas y airear los arneses de la rebeldía”.
Siles
Zuazo murió en 1996 en Montevideo, en el autoexilio que se impuso después del
sopapo que le dieron sus aliados socialdemócratas, los mismos que con otros
amnésicos y cínicos lo exhibieron la semana pasada como el líder paradigmático
en un “festejo” por el retorno a la democracia, hace 35 años, en aquella Bolivia que el pensador Zavaleta Mercado
llamaba la “república aparente”.
Coco
Manto, es escritor y periodista boliviano, fue embajador de Bolivia en México
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