Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Jorge Mansilla Tórrez
Ahora
que en gran parte del sur boliviano, Sucre en especial, se cierne la sequía
como una maldición anual insalvable, procede remarcar la obra de unos
constructores de tanques de almacenamiento de agua de lluvia, cisternas de
12.000 litros de capacidad cada una, propicias para “cosechar” el líquido
vital; es decir, procesar su purificación con filtros elementales en favor de
la salud y provecho de los pueblos. Me tocó ver hace poco en el sur de Potosí
al menos 500 de esos tanques construidos por la empresa Don Goyo, a la vera de
las casas de vecinos en Toro Toro, Tacobamba, Betanzos, Ravelo, Chuquiuta y
otros poblados. Enaltece escuchar los testimonios de los beneficiarios: “tengo
75 años de edad y desde mis ocho iba hasta dos veces al río, caminando 15
minutos, para traer el agua en estos dos baldecitos. Ahora el agua está aquí,
en mi puerta. Mi vida ha cambiado, pues...”, y otras declaraciones con ese
tenor.
En estos
dos últimos años se han construido más de 1.400 tanques en aquella región del
deprimido sur potosino, pero pienso que otras 100 regiones bolivianas (en
Yungas, el Chaco, Tarija y todo el oriente) están esperando ese apoyo concreto
a la vida, esa tamaña obra para corresponder al respeto que se le debe a la
gente en sus demandas de dignidad y justicia. Decía Marx que el trabajador
merece más respeto que pan o salario. Ha de ser reconfortante y ciertamente
revolucionario que se construyan esos tanques de agua (cisternas) en escuelas y
colegios, en parques, ciertas placitas o caminos de tránsito popular. Digo. Que
el Gobierno siga alentando ese modo de liberar a la gente necesitada, agraviada
por la pobreza secular y el abandono social de lo que fue la llamada república,
pinche Estado aparente, ya superada con la plurinacionalidad.
Escribí
todo lo anterior para ligarlo al recuerdo de una proeza cultural que hace 33
años logramos en México unos bolivianos solidarios con miles de pobladores del
norte potosino afectados por una sequía de casi cuatro años. No llovió por más
de 1.000 días y la vida se hizo pedazos en Uncía, Chayanta, Macha, Pocoata,
Colquechaca y otras 10 regiones. Los pobladores emprendieron el éxodo por
millares, cargando niños, abuelos y frustraciones.
Fue
cuando seis universitarios bolivianos que, sin dejar de lograr una profesión,
aceptaron mi propuesta de grabar un disco, una cantata que reflote el drama de
los indios norpotosinos. El disco Sequía (Grupo Calicanto y Coco Manto) se
grabó en Pentagrama luego de siete meses de traumáticos ensayos y broncas
económicas. Los jóvenes músicos coronaron sus estudios y hoy son el médico
Jaime Ortiz; los economistas José María Pantoja, Fidel Carlos Flores y Pablo
Guzmán; y los ingenieros Dámaso Rivero y Cenobio Quino. Honor a ellos, sus
voces, charangos, ronrocos, bombos, sicuris, guitarras, quenas, etc. Y en los
coros, compatriotas como Quica Ortiz, Martha Beatriz, Mariel del Carmen y Pablo
Ernesto. Dos mexicanos solidarios, músicos de alto nivel, orlaron esa
producción: el tecladista Federico Luna y la chelista Henriqueta Aragón. Yo leí
mis textos poéticos alusivos a esa tragedia social que desgraciadamente se
repite en nuestro país.
Ese
elepé (LP), hoy perdido en la memoria, sirvió para catapultar al Grupo
Calicanto, que fue invitado al 12º Festival Cervantino de Guanajuato, aparte de
unas 20 presentaciones en universidades, casas de cultura y teatros en todo el
país. La temática de Sequía daba para plantear la solidaridad y replantear la
vida junto a los más pobres.
“En las esquinas del hombre se abrirán nuevos
caminos, la gratitud de la lengua y de los primeros himnos dará la historia
sonora a los pentagramas indios. Solo nosotros te digo ya no podremos ser
otros. En aquel tiempo tan nuevo tendremos que hablar muy poco porque fuimos
destinados a ser voz de lo remoto. Iremos pisando leve sobre las cosas
sencillas, celosos de nuestros muertos, porque así fue nuestra vida. La
cicatriz, amor mío, se acuerda bien de la herida”.
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Soy de México, recuerdo una de esas presentaciones en apoyo al pueblo boliviano por la crisis de la sequía. Aún tengo el disco LP. Y ahora con el avance tecnológico ya lo cargo siempre en mi dispositivo móvil.
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