Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Camilo
Katari
De
paso a Vallegrande me quedé un par de días en Cochabamba. Como es mi costumbre
me dediqué a ver los noticieros locales de televisión y me sorprendió la
cobertura que tiene un sacerdote de apellido Manzanera. Una vez más confirmé el
carácter del periodismo de especulación frente al periodismo de investigación.
El
tal Miguel Manzanera se despachó con un discurso propio de quien se sabe
poderoso y claro con los mismos argumentos de cualquier político de oposición.
A estas alturas me preguntaba: ¿Vivimos en un Estado laico? Pues no, las
reiteradas opiniones de la Conferencia Episcopal, de clérigos que parecen
francotiradores (recordemos al cura del 10%) y los medios de la Iglesia han
configurado un núcleo de poder que funciona muy sincronizado con la oposición
política en una especie de alianza estratégica que utiliza el poder acumulado
por siglos.
Me
parece que es tiempo de frenar este tipo de actuar político de una Iglesia que
tiene una nefasta historia mundial y en particular en los territorios del Abya
Yala y volver al espíritu de lo que fueron los primeros cristianos.
No
es soportable escuchar hablar de valores y respeto a las normas a una Iglesia
que se debate en la crisis de sus problemas internos debido a ciertas prácticas
no santas con sectores muy vulnerables, como los niños, o de los grandes
negocios económicos que tiene y luego habla de pobreza.
La
absolución de culpa por el solo arrepentimiento es una especie de justicia
incestuosa, pues ahí si existe un pensamiento único. Reclamar de una práctica
democrática al Gobierno, cuando la Iglesia es una verdadera dictadura (ahí está
el voto de obediencia), es también otra faceta paradójica de esta oposición
religiosa, acostumbrada al ejercicio del poder ilimitado.
Escuchamos
con frecuencia que el “pueblo mayoritariamente católico” es el que obliga a
este posicionamiento, es la misma justificación que tienen los imperialistas
para sus intervenciones en los Estados para provocar la muerte de miles de
seres humanos.
Vale
la pena apuntar que es la Iglesia la que fomenta una serie de rituales que
terminan por enajenar a los seres humanos, estamos hablando de las “fiestas
patronales” que se han convertido en grandes eventos lucrativos, son mercados
abiertos especialmente para los fabricantes de licores. Hay pues un doble
discurso de quienes hablan de frenar la violencia y bendicen las fiestas donde
las “mamitas” sólo son los pretextos para un gran comercio capitalista.
Con
el tal Manzanera tenemos oposición religiosa para rato, son estos verdaderos
pastores de ovejas que, aprovechando el carácter religioso (entendido como
creencia) de los habitantes de los andes y la amazonia, enajenan la razón de la
vida, que no es otra cosa que su dinámica de construcción histórica, para
someterla a un pensamiento único.
La
oposición política tiene un gran aliado en la oposición religiosa, pero sabemos
que Jesús siempre estuvo con los pobres, y en su sabiduría sentenció: “Al César
lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, sentencia pasada por alto por
estos modernos inquisidores, ansiosos de volver a ser “religión oficial”, por
no decir poder oficial de los Estados sometidos al nuevo oscurantismo del siglo
XXI.
Son
los pueblos quienes hacen la historia, porque este cuerpo colectivo sabe lo que
es bueno para él, no necesita de consejeros que semanalmente les digan que es
lo bueno o malo.
La
gran mayoría que durante siglos fue enajenada ha decidido cambiar las cosas,
entre ellas las leyes, y no existe otra fuerza que se le iguale, así tenga agua
bendita de por medio, los falsos profetas siempre han existido y ya lo decía el
propio Jesús: “Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos
de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” Mateo 7,15.
Escritor
e historiador potosino
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