Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Julieta Paredes
La Ley de Identidad de Género y el rechazo por inconstitucionalidad del parágrafo II del artículo 11 de esta norma proporcionan un espacio de discusión a mi entender inapropiado, por estar generado desde los conservadores de la oposición, quienes coinciden con los “doctorcitos” del Tribunal Constitucional. Más bien debiera ser un espacio de reflexión más amplio, sin miedo a las discusiones o estigmas de transfobia. Toda persona tiene derecho a llamarse como quiera, modificar su cuerpo y apariencia como quiera, y ser tratada con igual dignidad, respeto y derechos.
Las Feministas Comunitarias de Abya Yala estuvimos cuestionando la Ley 807 por no haber sido suficientemente discutida. Por ejemplo, en el marco conceptual expuesto, no recoge las reflexiones que hace años hacemos las lesbianas feministas. Y esto ha producido reverendas ensaladas al momento de argumentar y conceptualizar la propuesta de ley. ¿Hablan de derechos? Pero cuáles son éstos y qué discursos están en la base de lo que aparentan ser derechos de avanzada o progresistas, como los califican.
Los discursos sobre la sexualidad fueron cooptados por las necesidades de los grupos LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y transexuales) burgueses, norteamericanos, eurocéntricos, colonialistas y blancos. Cuyos intereses, al igual que los de las feministas burguesas e institucionales, apuntan a igualarse al modelo burgués, colonialista y blanco de la heteronormatividad, que es el instrumento patriarcal de disciplinamiento y control de los cuerpos. A veces aprietan más la cadena, otras la sueltan un poco.
La heteronorma es el modelo al que estos grupos LGBT aspiran a llegar en Bolivia, en una supuesta lucha por la igualdad de derechos. Muchos heterosexuales hombres y mujeres revolucionarias denunciaron esta heteronorma y lucharon contra el matrimonio. Han propuesto y luchado por el divorcio, la libertad de la unión civil laica, del amor y la sexualidad de las personas. La discusión versa sobre cómo evitar confundirnos entre la reforma y la revolución en una sociedad que se complejiza mucho más, y en la que Donald Trump aprieta la cadena; cómo se respetan los derechos, cómo se protege el amor y cómo se cría a las wawitas en amor. En este proceso de cambio necesitamos discutir y profundizar mucho más estos asuntos.
Manifestamos nuestra alerta respecto a los derechos políticos de las mujeres, ganados por la lucha de muchos años desde nuestras ancestras. Si no profundizamos la Ley de Identidad de Género serán puestos en cuestión nuestros espacios y nuestros cuerpos, por la posibilidad de ser ocupados y sustituidos por personas transfemeninas. Se deben clarificar los derechos políticos de las personas transexuales. Es necesario criticar en nosotras los sentimientos de culpa, de pretender ser las eternas “buenitas” que ceden por miedo de caer mal, y ser señaladas por transfóbicas. Sabemos quiénes somos, por qué luchamos y la Bolivia que soñamos. A no callar mujeres, estamos empezando la discusión.
Es feminista comunitaria.
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