Ir al contenido principal

El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás

La necesidad de recordar a Hugo Chávez en tiempos hostiles


Por: Carlos Aznarez

Si nos ponemos a pensar cuánto ha cambiado para mal el continente desde que Hugo Chávez Frías partiera hacia la eternidad, nos sorprenderíamos que todo ello haya ocurrido en tan poco tiempo.

El neoliberalismo que el Comandante Supremo enfrentara con las armas en la mano al intentar derrocar por la vía de dos levantamientos cívico-militares en 1992, ha vuelto a tomar fuerza en Nuestramérica y amenaza con desmantelar todos los esfuerzos integradores llevados a cabo ayer nomás por el líder de la Revolución Bolivariana. Ni qué decir de todos los retrocesos en materia económica, política, sindical y a nivel de relaciones exteriores que se vienen sucediendo en gobiernos como el de Macri, Temer, Bachelet, Cartes, Tabaré Vázquez y Humala, por citar sólo a algunos de los que han irrumpido por distintas vías, incluida los llamados “golpes suaves”. También, es verdad que estas involuciones permitieron poner sobre la superficie las debilidades y en algunos casos las contradicciones aberrantes de algunos gobiernos neodesarrollistas, generando en algunos países una ostensible crisis de valores y el rechazo hacia el quehacer político de las nuevas generaciones.

Frente a ese panorama, es bueno para la memoria de los pueblos y la salud colectiva evocar a Chávez, ese ventarrón de pasión y energía, ese militante de la ética y el coraje audaz de los que quieren cambiarlo todo y ponen el cuerpo en cada iniciativa que enfrentan.

Contundente a la hora de tomar decisiones, sobre todo aquéllas que tenían que ver con los intereses de su querida Venezuela. Apasionado y entusiasta en la defensa de los más humildes, a los que dedicó todos y cada uno de los días de su mandato. Procurador de la unidad para golpear todos juntos al Imperio, algo que demostró no sólo en la política interna sino en la doctrina que sentó a nivel de Latinoamérica y el mundo. Cerebral y con los pies en la tierra cuando se trataba de abrir las puertas al debate -incluso con sus enemigos más feroces- y a la hora de formular ideas que permitieran acercar posiciones que estaban en las antípodas.

Forjador de las armas más potentes para enfrentar los embates de los Bush o los Obama, esas que no se cargan con balas sino con el desarrollo de una conciencia sólida y vital, recogida de la historia de lucha de nuestros pueblos. Sólo él y nadie más que él tuvo la lucidez para darse cuenta que había llegado la hora de enrrumbar al continente hacia la Segunda Independencia que tanto se nos ha negado, y que aún sigue siendo una asignatura pendiente. Rescatador de nuestros próceres y hacedores de gestas, a quienes extrajo del mármol o el bronce y convirtió en actores de inusitada vigencia. Bolívar, San Martín, Sucre, Manuelita Sáenz, O’Higgins, Guacaipuro, Túpac Amaru, Simón Rodríguez, Sandino, Evita Perón y por supuesto, al Che Guevara. Con ellos en la mochila, convocó a rescatar la Patria Grande de la manos hechas garras del Norte brutal. Denunció el azufre derramado por Bush en la tarima de la ONU y le pegó un soberano patadón en aquellos días gloriosos en que el ALCA fue demolido por él y un grupo de presidentes que lo arroparon. De Chávez, hablamos. ¿De quién otro, si no?

Pensando en los niños y niñas, en los ancianos y ancianas, en los condenados de la tierra (este Comandante feminista y antipatriarcal introdujo el lenguaje de género en la política, como nadie antes lo había hecho), le dio fuerza a las Misiones y las convirtió en imprescindibles a la hora de desarrollar su gestión. Eludió las burocracias ministeriales y como si fuera un conejo que el mago saca de la galera, entregó a su pueblo la posibilidad de alfabetizarse a pleno, de obtener atención médica gratuita con la Misión Milagro, de la mano de Cuba solidaria. Posibilitó acceder a los más pobres, por primera vez en décadas (o en siglos) a las Universidades. Las Misiones se convirtieron en río correntoso y en bandera de enganche de las grandes mayorías: viviendas para todos y todas, el Mercal alimentario para romper con las cadenas de la intermediación, la Misión Música, el Banco de la Mujer, la práctica deportiva en los barrios, la Misión Ciencia, o la Che Guevara (de formación socialista), la Misión Negra Hipólita, o la de las Madres del Barrio. No alcanzarían los días del año para enumerarlas, y a todos ellas el Comandante les imprimió su impulso personal, su sapiencia y sus horas sin dormir para que se hicieran realidad. A Chávez Frías, el nieto de Maisanta, guerrillero montaraz, recordamos en estas apretadas e insuficientes líneas.

Abanderado de las y los trabajadores venezolanos que durante los gobiernos neoliberales habían sufrido el repetido ninguneo de sus demandas salariales, por parte de los gobiernos de la Cuarta República que abrevaban en componendas con las cámaras empresariales. Chávez apuntó desde el comienzo de su mandato a generar una central sindical bolivariana que dejara de lado los manejos burocráticos de la antigua estructura gremial, acuerdista, burocrática e íntimamente relacionada con los patrones de Fedecámaras.

Hijo proclamado de Fidel, junto a él plasmaron un huracán que recorrió el continente derramando ideas, fuerza, sabiduría y esa particular forma de recrear la política sin especulaciones de ningún tipo. Al son de semejante duo nació el ALBA, dotando a Latinoamérica y el Caribe de una herramienta eficaz para impregnarse de solidaridad, espalda con espalda. Pero no sólo eso, sino que supo mostrarle al mundo que a los gringos se les podía hablar de igual a igual, sin titubeos ni sumisiones, como había venido ocurriendo hasta que las naciones afro-indo-americanas recuperaron su autoestima y se echaran a andar. Esa fue su primera hazaña, pero luego fue por más, y ayudó (con una paciencia invalorable) a construir la CELAC y la UNASUR, juntando a todos -de derecha a izquierda- pero sin el tutelaje norteamericano que les marcara el libreto. Chávez lo hizo, y su huella fue recorrida por otros como él, nacidos de las luchas en Bolivia, Nicaragua, Ecuador y tantos otros sitios.

Impecable a la hora de hablarle al pueblo con la verdad. Maldiciendo al tutelaje yanqui, o sacudiéndose de encima a los diplomáticos sionistas, agresores de Palestina ocupada. Con una lenguaje didáctico, le fue explicando a su propia gente que había que mantenerse alerta contra los golpistas de adentro y de afuera. Lo planteó, recordando su propia experiencia en aquél fatídico 2002 de la matanza de Puente Llaguno, su secuestro en La Orchila, el rescate por parte de quienes bajaron de los cerros a demostrarle su amor y lealtad, el golpe petrolero y su propia decisión de radicalizarse al máximo para no darle la otra mejilla a sus enemigos. En verdaderas asambleas populares de casi dos millones de almas, supo dar las indicaciones precisas para que las milicias empezaran a ocupar un espacio necesario, pero también valoró el papel meritorio que en el proceso revolucionario han venido jugando las Fuerzas Armadas, que bajo su mando se restearon junto a los bolivarianos de a pie. Hugo Chávez, ha sido el motor fundamental de tales hazañas.

Ahora que su legado ha sido recogido por millones en el mundo, y que su compañero de tantas luchas, Nicolás Maduro, preside el país con coraje y una lealtad indiscutible, es hora de que redoblemos el homenaje a quien indudablemente, cayó combatiendo, en una patriada de “victoria o muerte”. Qué otra cosa fueron esos días de pelea a brazo partido con ese cáncer que le quemaba el cuerpo pero no le hacía retroceder en su fuerza ideológica y discursiva. Quién no recuerda, sin que se le erice la piel, aquella tarde caraqueña del 4 de octubre de 2012, cuando bajo un verdadero diluvio, el Comandante se trepó al palco y ante una multitud increíble gritó ¡Viva la Revolución!, y convocó a hacer el esfuerzo final para obtener el triunfo en las elecciones cercanas. El palo de agua que caía sobre su enorme figura no logró arredrarlo, tampoco pudo con él la brutalidad del dolor que le provocaba la maldita enfermedad que nos lo arrebató meses después. Sacando fuerzas de su amor por aquella marea roja que lo escuchaba extasiada, agitando banderas y cantando consignas, Chávez habló para la posteridad y proclamó el triunfo contra la oligarquía y el Imperio. Ese era su estilo y su práctica. Poner el cuerpo hasta las últimas consecuencias.

Hoy que recordamos el 62 aniversario de su nacimiento, la figura del Comandante eterno Hugo Chávez y el ejemplo que supo darnos, refuerzan la necesidad de redoblar la solidaridad con Venezuela Bolivariana, jaqueada por la guerra económica y en clima de golpe latente por parte de la oposición escuálida y la injerencia estadounidense. Hoy Chávez convoca otra vez a dar batalla, Maduro y el pueblo que no olvida ni perdona a sus enemigos de clase, están obligados a ser los ejecutores de una nueva gesta antiimperialista, en la que el continente se sigue jugando su futuro.


Síguenos en Facebook:  Escuela Nacional de Formacion Politica 
Twitter: @escuelanfp


Rellene el siguiente formulario para suscribirse.


En Bolivia:









Comentarios

Entradas populares de este blog

La despatriarcalización

Por: Julieta Paredes Al igual que el Seguro Universal de Salud (SUS), la despatriarcalización, como nombre para una política pública, tardó mucho, pero llegó. Entonces, en este marzo de luchas de las obreras, es necesario analizar, ¿qué es lo que realmente llegó? Fruto de una serie de movilizaciones de mujeres pertenecientes a las organizaciones sociales del proceso de cambio, se lograron algunas medidas en el Ejecutivo. Fueron movilizaciones que se realizaron a lo largo del año pasado, con encuentros departamentales. Así fue que se logró concretar un listado de demandas que más o menos se repitieron a lo largo de estos años, con algunas interesantes novedades. Entre ellas podemos señalar la exigencia del salario al trabajo doméstico y la necesidad de un espacio en el Gobierno para este sector. Algo así como un Ministerio de las Mujeres, instancia que tenga la jerarquía necesaria para efectuar las tareas que corresponden a la mitad de la población de Bolivia que somos las mu

Idiosincrasia e ideología

Por: Félix Tarqui Triguero No son posibles las revoluciones económicas sin las revoluciones culturales porque todos aquellos contenidos que constituyen el fundamento de determinada cosmovisión propia de cada nacionalidad o sociedad pueden ayudar o frenar su avance por ser una manera de pensar de cada agrupación humana, en funcion a su historia y cultura. Así nace la idiosincrasia propia de cada pueblo, sin embargo, se enfrenta a la idiosincrasia forzada o alienante que influye día a día a las grandes masas de la población mundial de manera globalizante, en ese contexto necesitamos ver que Bolivia es un país de molde capitalista y sub desarrollado (empobrecido por la clase dominante que gobernó desde 1825 exceptuando a Antonio José de Sucre, Andrés de Santa C. hasta el 2005), La ideología como el estudio de las ideas es también un proceso de construcción critica, influenciado tan pronto el individuo se encuentra inmerso en las realidades sociales, económicas, culturales

Pedro Ignacio Muiba, el héroe

Por: Homero Carvalho Oliva En 1975, mi padre, Antonio Carvalho Urey, terminó una investigación iniciada en la década de los sesenta que habría de cambiar la historia nacional. Después de muchas visitas al Archivo Nacional de Bolivia, dirigido en ese entonces por Gunnar Mendoza, extraordinario intelectual e historiador, quien le ayudó a ubicar los folios que habrían de probar toda una hazaña que da testimonio que los indígenas moxeños participaron activamente en la Guerra de la Independencia de nuestro país, al mando del cacique Pedro Ignacio Muiba. Esta investigación se publicó, primero en septiembre de 1975, en un policopiado financiado por la Universidad Técnica del Beni, en un pequeño tiraje de 200 ejemplares y luego en la famosa Biblioteca del Sesquicentenario de Bolivia. Dos años más tarde, en 1977, Antonio publicó el libro titulándolo Pedro Ignacio Muiba, el Héroe y de esa manera se reparó una injusticia histórica. En sus investigaciones, Antonio se basó, entre otros, en