Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Camila Vollenweider
Que Temer hoy ocupe la
Presidencia es un hecho que debe demasiado al abroquelamiento circunstancial de
fuerzas políticas poco predecibles.
Temer parece estar
comprendiendo que el grito Fora Dilma! que se escuchó de manera altisonante en
las calles y en la Cámara de los Diputados el día del comienzo del juicio
político no implica un Temer Fica [1]!. También debe estar dándose cuenta
que la volatilidad de las lealtades políticas no son exclusivas de las alianzas
que tejió el PT y que, cual déjà vu, su permanencia en el cargo -por
el momento de manera interina- depende de una determinada correlación de
fuerzas que, por el momento, no tiene garantizada. A ello deben añadirse dos
aspectos igualmente importantes: la frágil legitimidad de su poder y el
enfriamiento de la populosa -no popular- movilización outdoors que, como ha afirmado
recientemente el ex Presidente Cardoso, en su momento sirvió de justificación
para el voto masivo pro impeachment en el Legislativo [2].
I
A dos meses del inicio de su
gobierno interino, la capacidad política para implementar su “Plan Temer”,
elaborado mientras era Vicepresidente, se ha visto limitada por la opinión
pública y por sus propios aliados políticos y económicos. Su debut como jefe
del Ejecutivo designando sólo hombres blancos en el gabinete y eliminando
Ministerios de gran simbolismo político, como el de Cultura, el de Desarrollo
Agrario y el de Mujeres, Igualdad Racial, y Derechos Humanos se vio empañado
por el rechazo social y por la incesante búsqueda de una mujer que aceptara la
jefatura de la Secretaría de Cultura. Tras ese cuestionado estreno, debió
reestablecer el rango ministerial del área de Cultura. Además, en esas
pocas primeras semanas, sufrió un importante desgaste de imagen tras la
renuncia de tres de sus Ministros por estar involucrados en esquemas de
corrupción.
El desgaste no ha mermado tras
el impacto negativo de algunas polémicas propuestas que busca llevar a cabo:
extender la jornada laboral a 12 horas, privatizar la salud pública, subir la
edad mínima para la jubilación, incrementar salarios para funcionarios públicos
mientras se achica el gasto social, y el pedido al legislativo para que no dé
tratamiento urgente al paquete de medidas anticorrupción enviado por Rousseff.
Otras medidas, igualmente contrarias al bien común han sido tomadas, pero
aquellas son las que afectan también a parte de su base política de apoyo como
el gobierno que los “salvó de Dilma y los corruptos del PT”.
En el ámbito legislativo
tampoco le ha ido mucho mejor. Al igual que Dilma, ha sufrido importantes
reveses en la votación de proyectos clave, incluyendo en ese grupo a
legisladores supuestamente aliados. El pasado 6 de julio, los Diputados
rechazaron el pedido del Gobierno de que se considere como “de urgencia” el
tratamiento del demandado acuerdo de renegociación de la deuda de los Estados,
y tampoco tuvo apoyo mayoritario para que se eligiera a su candidato para la
Presidencia de la Cámara de los Diputados, en sustitución de su aliado Eduardo
Cunha.
El asunto no es menor para el
jefe del Gobierno federal porque, al igual que Dilma, tendrá que negociar votos
y apoyos para asegurar la gobernabilidad, la unidad de su base aliada, el
enfriamiento de su latente pedido de impeachment -ya protocolizado- y
neutralizar la capacidad de daño de su correligionario Eduardo Cunha, quien ha
empezado a ser conocido como el “hombre bomba” por sus no tan veladas amenazas
de delaciones masivas en caso de perder fueros e ir preso.
La victoria del candidato
apoyado por el PSDB, Rodrigo Maia (DEM), fue, igualmente, un alivio para el
Gobierno en tanto era Marcelo Castro (PMDB) el candidato con posibilidades de
ganar que hubiera puesto, paradójicamente -ya que son del mismo partido- más
trabas a la gestión Temer. Maia, en definitiva, es del gran clan neoconservador
al que también pertenece el Presidente, votó a favor del impeachment y ha
recibido donaciones para su campaña electoral de una empresa vinculada a Lava
Jato, la JBS. El juego que posiblemente marque su periodo -hasta febrero de
2017- será el de negociar la situación del “hombre bomba” y conseguir mayor
poder para los políticos tradicionales y opositores al PT de la Cámara en
detrimento del llamadocentrão [3].
II
Que Temer hoy ocupe la
Presidencia es un hecho que debe demasiado al abroquelamiento circunstancial de
fuerzas políticas poco predecibles con los dos mayores partidos opositores al
Gobierno de Dilma (PSDB y PMDB, tras su alejamiento como socio), una prensa
aliada ante el mismo propósito, y una importante movilización social
antipetista que sirvió de excusa legitimadora del golpe. Si dentro de un mes el
Senado refrenda su Presidencia, tendrá que lidiar con fuerzas legislativas con
gran capacidad de bloqueo que van a comenzar su etapa centrífuga una vez
eliminado -momentáneamente- el fantasma del PT y el comando de Cunha. Su propio
impeachment será otro “caballo de batalla” y, al igual que Dilma, tendrá en sus
espaldas la permanente sombra de las investigaciones de la operación Lava Jato,
que parece haber cobrado vida propia. Su impopularidad y la dudosa legitimidad
de su mandato harán lo propio con las medidas “de sacrificio” que ya ha
anunciado.
Tampoco hay que olvidar que las
elecciones locales del próximo octubre servirán de plataforma a un inminente
comienzo por la puja de candidaturas para 2018, en la que no sólo el PSDB
buscará su revancha tras 4 elecciones perdidas, sino que podría encontrarse
nuevamente disputando la Presidencia con Lula, quien se encuentra como favorito
en las encuestas. Qué hará el PMDB por entonces es, como siempre, una incógnita.
Dilma bien lo sabe. Habrá que ver si Temer sabe, tan bien como ella, que
gobernar un país en medio de una crisis económica mundial y con un sistema
político necrosado, no le garantiza continuidad ni gobierno.
Disponible en Celag
[1] Temer se queda
[2]
https://www.youtube.com/watch?v=ruzaMAAWPyA
[3] Bloque político
informal compuesto por 13 pequeños partidos que representa el 43% de la Cámara.
Fue fortalecido por Cunha y constituido como su brazo “bloqueador” de los
proyectos presentados por Dilma. También destaca por plantear propuestas
leguslativas de interés propio, señaladamente, a favor de los agronegocios, el
culto evangelista y la industria de la seguridad.
y Twitter: @escuelanfp
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