Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
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Se ha acuñado el término peyorativo de “octubre negro” para referirse a la rebelión ciudadana que tuvo lugar en las jornadas de septiembre y octubre de 2003. Prefiero contrastar ese término con el de “octubre blanco”, porque viene siendo tiempo de erradicar la connotación negativa y hasta racista de ese color, en desmedro de las personas de piel oscura. El 17 de octubre del citado año, el presidente agringado Gonzalo Sánchez de Lozada y sus ministros huyeron del país después de haber ordenado una masacre de casi 70 muertos y 500 heridos, mediante la represión militar, encabezada por el funesto ministro genocida Carlos Sánchez Berzaín. El episodio más dramático se suscitó el 12 de octubre, cuando militares reprimieron con disparos a los vecinos de El Alto que estaban en paro contra la venta de gas a Chile.
Octubre de 2003 representa el quiebre de las políticas neoliberales impuestas en el país desde 1985. Es el inicio de la etapa de transición que culminó con la elección del actual presidente, Evo Morales, en diciembre de 2005 y su asunción en enero de 2006. Sabemos que las diligencias para enjuiciar y extraditar a Sánchez de Lozada, Sánchez Berzaín y otros ministros involucrados para que paguen sus culpas en el país no han tenido éxito hasta el momento. Se han dado pasos importantes, sin embargo, solo cuando sean procesados por la masacre ordenada y estén recluidos habrá triunfado la Justicia. Hoy los “masacradores blancos” están en gringolandia, muy bien protegidos por las autoridades de ese país y sus aliados.
Los actos de conmemoración desde 2004 hasta el presente no tienen gran trascendencia, como se esperaría. ¿Por qué es importante que la rebelión de octubre de 2003 perviva en la memoria colectiva? Pues la insurrección de octubre tiene parangón con la revolución de abril de 1952, al impulsar el quiebre de las políticas neoliberales, sus tendencias sociales y políticas; y permitir el surgimiento de nuevas fuerzas sociales, políticas, económicas y culturales en el país. Es la inauguración del Pachakuti, el trastrocamiento político profundo que todavía vivimos. No se puede olvidar la memoria de miles de vecinos de la ciudad de La Paz y El Alto que mediante turnos bloquearon las carreteras y que encontraron un punto de confluencia en la histórica plaza San Francisco. Tampoco es posible olvidar la llegada de los mineros a la ciudad para cristalizar el triunfo de la “guerra del gas” aquel 17 de octubre. Todo acto de la memoria colectiva es profundamente generacional, conciencial, político y educativo. Para evitar el olvido de estos sucesos que cambiaron el país y propiciaron la situación que hoy vivimos hay que procurar recordarlos con conmemoraciones concretas, e incluso con interpretaciones teatrales.
En la apuesta por la pervivencia de la memoria colectiva de la rebelión de octubre no pueden estar ausentes las expresiones culturales, las cuales hasta ahora han recibido muy poca atención de parte de los distintos niveles de gobierno y sus instituciones culturales. Organizar expresiones sobre aquellos acontecimientos en obras musicales, de pintura, escultura, fotografías, documentales e incluso la publicación de investigaciones y obras de historia oral contribuiría a evitar que la lucha impulsada por la “guerra del gas” quede anclada en el mero pasado histórico, manteniéndose en el presente, y ayudándonos de esta manera a soñar un futuro mejor para todos los bolivianos.
Janiwa armasksnati. Kunjamasa uka q’ara jaqinakaxa jilatanakaru ukhamaraki kullakanaru jiwarayapxi altu markana.
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