Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Verónica Córdova
Domingo
15 de octubre, La Razón publica: “Nueve de cada 10 mujeres jóvenes no utilizan
ningún método anticonceptivo”. Miércoles 18 de octubre. La Razón publica: “De
enero a septiembre de 2017 83 menores fueron abandonados en La Paz, seis de
cada 10 bebés abandonados eran mujeres”. Jueves 19 de octubre, La Razón
publica: “Siete de cada 10 mujeres con pareja sufrieron violencia”. No hace
falta pensar mucho para hallar las líneas que conectan estas estadísticas.
Las
mujeres jóvenes son presionadas a iniciar su vida sexual a edades cada vez más
tempranas. En Bolivia cada día se registran 246 embarazos en adolescentes, no
deseados o no planificados, asumimos; pues es muy inusual que una mujer desee o
planifique ser madre cuando todavía no ha salido de la adolescencia.
De
acuerdo con la Encuesta de Demografía y Salud que obtuvo estos datos, la
principal razón para que las chicas tengan sexo sin protección no es el
desconocimiento de métodos anticonceptivos, sino la dificultad de acceso y la
oposición de la pareja a usar algún método para evitar el embarazo.
Entra
aquí una actitud generalizada en los varones: si antes de la relación ella me
ofrece un preservativo, quiere decir que es promiscua. Si usa algún método de
anticoncepción, es porque está teniendo relaciones sexuales con otras personas.
Si no quiere tener relaciones conmigo, es porque no me quiere. Si después del
sexo sin protección “aparece” embarazada, es porque está buscando una forma de
atraparme. O, ¿cómo sé que el bebé es mío, finalmente?
Entra
también aquí una actitud generalizada, aunque contradictoria: si ella es la que
se embaraza, ella es la que debería cuidarse. Como si para la fecundación no
hiciera falta un espermatozoide; como si la responsabilidad de concebir y criar
un hijo (o no hacerlo) fuera solo de las mujeres.
En
medio de este difícil panorama, falta añadir un aspecto adicional que no es
desdeñable: cuatro de cada 10 mujeres bolivianas afirman haber sido víctimas de
violencia sexual, de acuerdo con la Encuesta de Prevalencia y Características
de la Violencia contra las Mujeres.
Si como
efecto de la violencia física o psicológica, o como efecto de la presión y de
la negativa al uso de preservativos se produce un embarazo no deseado, son las
mujeres las que deben tomar decisiones difíciles. ¿Llevo a término un embarazo
para el que no estoy preparada o arriesgo mi vida abortando? ¿Sacrifico mi
salud, mis estudios y mi futuro para criar a un niño (casi siempre en ausencia
del padre, muchas veces contra la voluntad de mi familia) o abandono al bebé
recién nacido en el hospital, la calle o el basurero? Son terribles
disyuntivas, terribles decisiones, que en cualquier caso desembocan en
terribles consecuencias, para la mujer, para el niño y para la sociedad toda.
Algunas
medidas se han tomado, pero deben profundizarse. La distribución gratuita de
anticonceptivos no debe apuntar solo a las mujeres, sino también a los hombres.
¿Por qué no se exploran métodos anticonceptivos masculinos que vayan más allá
del condón? ¿Por qué no se pueden realizar campañas masivas de anticoncepción
en colegios y universidades, facilitando métodos inyectables a todos los que lo
requieran? ¿Por qué se ha eliminado como causal legal del aborto la situación
económica de la familia?
Solo
cuando las mujeres puedan —real y efectivamente— decidir cuándo y cómo
concebir, podremos decir que nuestra sociedad está sana. Mientras tanto,
seguiremos acumulando estadísticas enfermas.
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