Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Carlos Aznárez
El
compositor, cantante y guitarrista Daniel Viglietti, la voz más
comprometida de la canción popular uruguaya de los años 60 y 70, ha
fallecido en Montevideo, donde nació en 1939, mientras era sometido a una
intervención quirúrgica.
Con
todo lo que aún falta para desalambrar, con la enorme necesidad que tenemos de
hallar esos “Trópicos” que nos ayuden a contener nuestras alegrías y nuestras
tristezas, justamente ahora, Daniel Viglietti ha decidido partir y dejarnos un
poco huérfanos de sus enormes trovas.
Hijo
dilecto de las mejores tradiciones libertarias del Uruguay, comenzó a entonar
sus “Canciones para el hombre nuevo” precisamente un año después que el
Guerrillero Heroico fuera asesinado en Bolivia, y mientras en las calles de
Montevideo, las balas policiales tronchaban la vida de un estudiante cuyo
nombre se hizo bandera: Liber Arce. Así, anticipando lo que muy pronto sería el
Pachecato y la figura tilinga de Bordaberry que le abrirían paso a la cruel
dictadura, Daniel desgranó poemas que se pasaban como mensajes urgentes, de
boca en boca, alumbrando de estrellas tupamaras el cielito oriental. Esto
ocurría sin dudas porque “la senda está trazada” porque “la marcó el Ché” ya
que en el abajo y a la izquierda de aquellos años de plomo, “el chueco Maciel”
se defendía a balazos en el Cantegril para demostrar que eran tiempos de no
poner más la otra mejilla.
Daniel
fue acompañando con su poética forma de ver la vida lo que otros habían puesto
en marcha para apurar el camino. En las calles se elevaba la épica de una lucha
desigual contra el poder y eso era más que contagioso. Raúl Sendic padre era
referencia de una manera de hacer política, y el flaco Viglietti traducía esas
enseñanzas para que se enredaran entre las cuerdas de su guitarra. Así, “bajo
un sol trafoguero” homenajeaba al combate y a los combatientes, entonando esa “llamarada”
que musicó aquel estudiante de Agronomía llamado Jorge Salerno, caído luego en
la toma de Pando junto a Jorge Zabalza y Alfredo Cultelli. Tres valientes
decididos a hacer lo que había que hacer para que el mundo cambiara.
Después
se vino la noche, y mientras el tupamaraje eran hundido en los calabozos, la
orientalidad que logró sobrevivir tomó el camino del exilio. Allí también
marchó Daniel, sin bajar las banderas ni doblar la espalda ante la adversidad.
De esos días difíciles se agrandó su internacionalismo, poniéndole otra vez,
música a las gestas de la Patria Grande. De allí el estremecido grito de “Por
todo Chile” y tiempo después “El sombrero de Sandino”, en homenaje a la
Nicaragua sandinista. Pero la lista se hizo enorme ya que el cancionero abarcó
a Cuba Socialista, Colombia guerrillera, México y el zapatismo, Venezuela
Bolivariana y todo aquel rincón del planeta donde los pueblos se erguían frente
a los poderosos.
Hace
muy pocos días, lo pudimos ver brillar como en sus años juveniles, trepado a un
escenario en el Vallegrande boliviano, recordando los 50 años de la siembra del
Che. Compartía el mismo espacio de dignidad y compromiso con Evo y los
guerrilleros Urbano y Pombo. Entre un público entusiasmado y el hondear de las
Whipalas, te acompañaban en los coros miles de campesinos y campesinas que
apenas te escucharon trovar supieron de qué se trataba eso de “la tierra es
tuya, es nuestra y de aquel”.
Te
fuiste como llegaste Daniel, con la guitarra como escudo y tu coraje cantor.
Muy pronto, seguramente, volverás a entregarnos tus versos junto a Violeta, a
Zitarrosa y El Sabalero, mientras Benedetti leerá poemas que vayan anunciando
las victorias pendientes.
Foto: Daniel Viglietti cantando en Vallegrande, Bolivia, el
9 de octubre 2017 (Resumen Latinoamericano)
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