Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Diálogo con Aleida Guevara March, hija del Che, en el Mausoleo que contiene los restos de su padre en Santa Clara.
Aleidita,
como todos los cubanos conocen a la hija mayor del Che, en su segundo
matrimonio con la santaclareña Aleida March, heredó la sonrisa de su padre, la
misma picardía en la mirada y la fina ironía al hablar.
Como su
progenitor escogió la carrera de Medicina, y tal y como él hubiese deseado,
Aliusha, como la llamaba, da muestras de un altruismo solidario que la ha
convertido en embajadora de las ideas guevarianas por el mundo.
Aprovechando
una corta estancia en Santa Clara, ciudad de sus ancestros maternos, pues acá
nació su madre, y exactamente en el Memorial donde reposan los restos de su
padre, la prensa villaclareña conversó con Aleidita, quien habló sobre el Che y
lo que representa su ejemplo para el mundo, cuando se cumplen 50 años de su
caída en Bolivia y 20 de la llegada de sus restos a esta ciudad.
En la
entrevista colectiva participaron los periodistas Gricelys Moreno, de
TeleCubanacán, Bolivia Tamara Cruz, de Radio Progreso, y Dalia Reyes Perera y
Enrique Moreno Gimeranez, de la emisora radial CMHW. Además, la colega de
Vanguardia, Osmaira González Consuegra.
- ¿Se parecen los jóvenes de hoy, a los que
soñó el Che?
-«No
son un producto acabado. El Che aclaró que el hombre nuevo nunca sería un
producto acabado, porque tenemos, en todo caso, que seguir perfeccionando a los
jóvenes para que en un futuro puedan hacer una sociedad diferente. Entonces,
son parte de ese proceso, son jóvenes en crecimiento que van marcando, por
supuesto, una etapa, un momento histórico, y lo van demostrando con su vida».
-Se acerca el 8 octubre, y aunque usted era
muy niña cuando su padre murió, tiene recuerdos de él. ¿Cómo cree hubiera
envejecido el Che, si no hubiera muerto en Bolivia?
-«Es
una pregunta muy difícil de contestar, porque si no hubiese muerto en Bolivia
estuviera en la selva argentina, en el norte. Y si no hubiera muerto en esa
selva, hoy Argentina no tendría un Macri, tendría un Che Guevara, y entonces
sería muy diferente nuestra historia.
«Yo
pienso que cumplió lo que siempre dijo, pues muy jovencito afirmó que cuando
sintiera el olor de la pólvora y la sangre estaría al lado de los trabajadores,
de los humildes, y así lo hizo. De alguna manera, el Che seguiría hoy al lado
de nuestros pueblos. Participando, y llamándonos la atención. Rectificando
nuestros errores».
-¿Cómo vería al Che en este nuevo contexto
para el mundo? ¿Cómo lo vería en la
lucha diaria?
-«Estaría
presente siempre en los momentos más importantes para nuestro pueblo y, por
supuesto, nos guiaría con su ejemplo, lo fundamental en él siempre. Su vida se
basó en eso. Nunca le exigió a nadie algo que no fuera capaz de hacer él
primero. Por eso, todavía hoy, a cincuenta años de su desaparición física,
sigue siendo un modelo de revolucionario para muchos. Continúa mostrándonos el
camino, quizás también porque todavía no hemos podido alcanzarlo, porque
estamos en el camino».
-Somos hijos del Che, somos hijos de Fidel,
afirmó Chávez acá en Santa Clara, en su Aló Presidente del 14 de octubre de
2007, cuando se conmemoraron 40 años de su asesinato en Bolivia. ¿Hasta qué
punto las generaciones de hoy, y del mañana, seguiremos siendo hijos del Che?
¿Dónde está nuestra deuda?
-«Nuestra
deuda es inmensa. Todavía él nos marca, nos reta, nos enseña a ser mejores
seres humanos, pero debemos aprender más del Che. Ser capaces no solamente de
leerlo, sino de practicarlo, eso es fundamental.
«Che
hablaba, por ejemplo de la planificación como algo vivo en los obreros, y eso
no lo hemos cumplido todavía. Muchas veces hacemos planificaciones desde arriba
y se aprueban en la dirección de la fábrica, pero los obreros no la discuten de
verdad, no la sienten como propia, y mientras no las sientan suya, no se
sentirán dueños de lo que producen, no se sentirán propietarios, y
sencillamente se nos van.
«Y esto
lo debemos lograr, era lo que el Che deseaba: el obrero dueño de su máquina, de
su fábrica, de su producción. Si no logramos sentir eso en nuestra gente, no
avanzamos entonces lo suficiente».

-«Realmente
tenía que haberle puesto una flor a cada uno de los compañeros. Tania es la
única mujer, y bueno, como mujer, traté de hacer algo en ese sentido. También le
puse otra a Tavo Machín (Gustavo Machín Hoed de Beche), el abuelo de mis hijos,
una cosa más íntima, más familiar.
«Pero
en general debía hacerlo ante el nicho de todos. Realmente, al único de ellos
que recuerdo de verdad, además de algunas cosas de mi papá, es a Coello, Tuma,
(Carlos Coello, Tuma o Tumaine, escolta del Che). Con él, aprendí a bailar
charlestón y twist. Me enseñaba esos movimientos, cuando yo era así de
pequeñita. Es la única imagen mía de esos compañeros. No tengo otras, aunque
los demás estuvieron relacionados con mi vida de una u otra manera.
-¿Conservas el león que te regaló tu papá?
-«Si,
¡claro! Está todo “entizao”, pero lo tengo. Hace mucho tiempo perdí el miedo a
la oscuridad gracias al león del cuento de mi mamá, pues fue mi mamá quien me
leyó el cuento. Ella le escribió a mi papá, y entonces él, me mandó de regalo
al león.
-¿Has conversado alguna vez con tu padre?
¿Te queda algo por decirle?
-«No,
no padezco de esos males. Yo hablo con los jóvenes y trato de traer a mi papá al
presente. Aunque da mucho sentimiento cuando ves las fotos de ellos jóvenes, no
solo de mi papá, también de Fidel, otro padre para mí. Verlos jóvenes, eso
duele. Es la vida.»
-En el mundo entero se habla del Che, y por
los 50 años de su muerte se van a reunir miles de personas del mundo, incluso
en la Higuera, habrá no menos de 20 mil bolivianos y latinoamericanos, acá
también en Santa Clara ¿Es esa una manera de multiplicarlo?
-«Mira,
yo pienso que el Che, o el argentino, como a veces le decimos bromeando, ha
roto fronteras. Cuando fui a la India, no esperaba ver ese amor por un hombre
de una cultura tan diferente a la de ellos. He pasado, incluso hasta vergüenza.
En el Líbano, por ejemplo, pueblos enteros han salido a la calle a recibirme
solo porque soy la hija del Che, y en ese momento, uno dice ¿qué hago? y es
como si quisieras encogerte. Es realmente penoso, pues, uno dice, si fuera mi
papá, está bien, pero yo no. Esas cosas son bien difíciles.
«En
Sudáfrica, nos recibieron a mi hermano y a mí, con un ejército popular
marchando delante, y Camilo, que es mucho más grande que yo, casi que se
escondía detrás de mí porque le daba una vergüenza extraordinaria. Eso no es
normal para nosotros, pero son cosas muy hermosas, pues hablan del amor a un
hombre, a una idea.
«José
Martí decía que cuando un hombre reconoce las virtudes de otro es porque las
lleva en sí mismo. Y eso es importantísimo, si hay tantos hombres en cualquier
parte del planeta reconociendo las
virtudes del Che, es porque las llevan también ellos. Eso te da una esperanza
extraordinaria. Imagínate a ese hombre multiplicado de verdad en muchos otros».
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