Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
El
chavismo no solo tiene fuerzas, sino que logra victorias electorales inmensas.
Este domingo fue una nueva prueba de eso, al quedar en sus manos 17 de las 22
gobernaciones en juego -todavía queda una por definirse.
Algunos
análisis de derecha y de izquierda coincidían en un punto: el chavismo ya no
tendría fuerzas para la batalla. El movimiento histórico sería una imagen
despintada de lo que fue, con capacidad para unos últimos guantazos al aire en
una pelea perdida, a punto de caer por nocaut furioso o sobreacumulación de
golpes. Así lo repiten desde hace varios años, cada vez más seguros, y de esa
certeza desprenden conclusiones que escriben en artículos o proyectan en planes
para el definitivo retorno al poder político.
La
realidad en cambio, en los comicios electorales, les quita razón y capacidad
política: el chavismo no solo tiene fuerzas, sino que logra victorias
electorales inmensas. Este domingo fue una nueva prueba de eso, al quedar en
sus manos 17 de las 22 gobernaciones en juego -todavía queda una por definirse.
Un resultado contrario a los pronósticos repetidos por una oposición
triunfalista, por los medios de comunicación dominantes que habían hecho un
vacío alrededor de la contienda, y ahora no saben cómo explicar lo sucedido,
salvo con la -predecible e insostenible- denuncia del fraude o no reconocimiento
de los votos hasta el reconteo. ¿Dirán que hubo fraude allí donde perdieron y
reconocerán los resultados donde ganaron?
El
chavismo ganó entonces. La iniciativa política está de su lado: tiene la
Asamblea Nacional Constituyente en ejercicio, con la legitimidad de origen de
más de ocho millones de votos, y un mapa de gobernaciones a su favor. La
derecha por su parte quedó fuertemente golpeada. Por un lado, el ala
insurreccional/armada, centralmente Voluntad Popular (VP) y Primero Justicia
(PJ), sumó su derrota de ayer a la de julio. VP queda sin gobernación, y PJ
perdió Miranda, el estado gobernado por su principal dirigente, Capriles
Radonski. En cuando a Acción Democrática, más propenso a una estrategia
electoral, quedó con cuatro gobernaciones, sin pasar a ser una
alternativa/amenaza al chavismo.
Significa
que la derecha sufrió dos derrotas consecutivas en tres meses, sus dos alas
quedaron mal heridas, y sus líderes demostraron no tener liderazgo. Su
dependencia hacia los Estados Unidos y aliados, como la Unión Europea, se torna
entonces mayor. Las señales desde allá se pusieron en marcha aún antes del
domingo -¿ya anticipaban el resultado?- con la instalación del Tribunal Supremo
de Justicia ilegal en la sede de la Organización de Estados Americanos. Es una
certeza: el chavismo pelea contra los Estados Unidos. Si solo fuera un asunto
nacional el adversario político sería pequeño, casi sin posibilidades.
Esto no
significa subestimar las posibles reacciones que puedan desencadenarse desde
dentro de Venezuela, articuladas a lo internacional. El mapa de las
gobernaciones muestra que la derecha quedó con zonas estratégicas: fronterizas
y petroleras. En un esquema de desgaste y asaltos, donde los ataques alternan
entre la economía y la violencia política, esto puede indicar que en esos
territorios y nudos económicos podrían profundizarse algunos de los golpes más
fuertes. Es seguro que volverán a atacar, el conflicto alterna entre sus
formas, nunca se detiene.
El
chavismo por su parte queda con la ratificación de la iniciativa política en
sus manos, y la urgencia de resolver la guerra/crisis económica. El resultado
de ayer mostró que el tiempo de la política puede imponerse sobre el tiempo de
la economía a la hora de votar, pero ese desgaste económico representa una
erosión permanente en la vida de la gente de a pie, en las subjetividades, en
la batalla cultural. Y así como la dirección ha ratificado la capacidad para
resolver el conflicto político y llevarlo a los votos y no a la muerte, también
ha dado señales de su dificultad severa de resolver esas necesidades
económicas. ¿Es por un problema de modelo, de corrupción, de ataques
internacionales? ¿Una mezcla de todo eso?
Ahí se
debe poner la fuerza, la rectificación interna y las alianzas internacionales
-esto último parece más avanzado, en particular con las alianzas
rusas/chinas/indias. La mayoría de la población, así lo dicen los votos, quiere
que sea este gobierno, este proyecto histórico, el que resuelva los problemas a
los que se enfrenta el país. La derecha sigue sin poder construirse como una
alternativa viable, como una propuesta de país creíble, una solución a las
dificultades, producto de su propia incapacidad política, de leer a la sociedad
venezolana, entender las razones del chavismo, los territorios y pasiones desde
donde se gestó y se renueva este movimiento histórico.
Si se
mide en plazos electorales no queda mucho tiempo. Las elecciones a alcaldes
deberían ser dentro de poco, y las presidenciales en de un año. Con los
resultados de las gobernaciones como indicativos, significa que el chavismo
tiene posibilidades de mantenerse -la economía será clave- y la derecha se
encuentro ante más incertidumbres que certezas. Esto podría traducirse en que
intenten acelerar las acciones, sea para volver a intentar una salida por la
fuerza, o para agudizar el desgaste sobre la población, el caso en la vida
cotidiana. Uno de los planes de la derecha es empeorar el cuadro general para
llegar a las contiendas electorales con el mayor desgaste posible, y traducir
el descontento en votos. Hasta el momento solo funcionó en las elecciones
legislativas del 2015 -no es la única explicación de aquellos resultados.
Como se
sabe, las elecciones son un momento dentro del proyecto bolivariano, que se
plantea construir el socialismo del siglo XXI -un horizonte borroso en esta
etapa. Es decir que la revolución es más que las imprescindibles victorias en
las urnas, es centralmente una construcción de poder popular territorial,
económico, de una nueva institucionalidad comunal. Ahí debe volver a ponerse la
mirada y articularlo junto con lo económico. El pueblo venezolano ha demostrado
tener la capacidad para resistir las provocaciones armadas de la derecha,
enfrentar el peso de la economía, y dar los primeros pasos para la sociedad
por-venir. Radicalizar la democracia podría ser una de las tareas para esta
etapa.
Venezuela,
contra los pronósticos de quienes poetizan su caída -retomando la imagen
escrita por José Martí-, está de pie y dio una lección histórica: se puede
enfrentar esta nueva forma de guerra y ganar. Eso representa una victoria en lo
subjetivo, un mensaje hacia fuera, una muestra más de que el legado de Hugo Chávez
y el recorrido protagónico de la revolución se arraigaron en las profundidades
del pueblo humilde, y desde esas zonas nace la fuerza en los momentos más
difíciles.
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