Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Fernando Rodríguez Ureña
Nació
la Comisión de la Verdad. Enhorabuena. Fue una instancia largamente esperada
que finalmente se dio. Bien por el Gobierno de Evo que cumple con una deuda
histórica y dice bien de su voluntad política respecto de un tema que exige la
historia: investigación, justicia, reparación para los muertos, desaparecidos y
otras víctimas de las dictaduras. Y bien también por su composición: Nila
Heredia, Teodoro Barrientos, Edgar Ramírez, Isabel Viscarra y Eusebio Gironda,
son personas que tienen todas las condiciones éticas para ser miembros de tan
importante creación. Su nombramiento es también un reconocimiento a su vida de
luchadores. Felicidades a todas ellos y ellas que sin duda se merecen tan
importante designación.
Cabe
destacar también el empeño que la Diputada Sonia Brito puso para el impulso de
la norma que como proyecto de ley, ASOFAMD la escribió tiempo atrás. Buen
trabajo de lobby, cabildeo, convencimiento que rindió sus frutos: la ley
promulgada.
Más los
hechos no sólo hay que observarlos en su apariencia. La Comisión de la Verdad
creada es muy buen resultado. Pero ¿cuáles quisiéramos sean sus alcances y
limitaciones más allá de los objetivos de la ley que la creo?
Parecería
que la argumentación de la necesidad de su creación no ha alcanzado los niveles
de claridad pertinentes al interior de las Fuerzas Armadas, pues pese a once
años de Proceso de Cambio, la doctrina militar no se ha transformado en los
niveles deseados y aún existe un sentimiento corporativo institucional, que se
expresa en todos sus estamentos.
Entonces:
por un lado se entiende la necesidad, pero por otro se niega su actuación bajo
el pre juicio del manoseo de la institución. Y ojo, que este planteamiento
viene de jóvenes oficiales y no solamente de militares que están al borde de su
paso del servicio activo. Ya ni nos referimos a militares jubilados que en su
generalidad, toman esta creación como una afrenta a la institución.
Entonces,
¿no había que hacer un trabajo previo de “ablandamiento” que permita mejores
condiciones de actuación? ¿Dejar claro por ejemplo que esta Comisión no busca
otra cosa que no sea la verdad histórica de los acontecimientos, y no busca
venganza sino justicia? ¿Que el objeto de la investigación no es la institución
que no es más que un aparato que administra la violencia estatal, sino la
actuación de jefes que hicieron mal uso de sus prerrogativas constitucionales
unas veces en interés personal y otras en función de intereses extranjeros?
¿Que sus blancos de investigación no son sólo los dictadores como García Meza,
Arce Gomes o Barrientos, sino también los que los secundaron a ellos y que en
la tercera edad viven felices, ricos e impunes en Bolivia y otros países? ¿Que
también serán investigados los paramilitares civiles que los secundaron y que
generaron tanto dolor y luto y que ni siquiera fueron tocados en los 35 años de
democracia que vivimos? ¿Que se conocerán las circunstancias de las muertes y/o
desapariciones forzadas de tantos bolivianos no sólo en territorio boliviano
sino también en los países que eran parte del Plan Cóndor?
Es
imperativo construir una agenda que vincule a las dos partes.
Si no
se construye ese marco de actuación expresado en un pacto con la institución
militar para entregar la información existente y poder rastrear hasta encontrar
la que no está donde debe estar (pero que seguramente existe guardada y
olvidada en algún cuartel del vasto territorio patrio), la creación de la
Comisión podría tener limitaciones en su accionar.
Si no
se da ese paso, hasta podría parecer una provocación para generar un
innecesario malestar en una institución, donde sin duda existen núcleos duros
(aunque silenciosos), de oposición al proceso. Si esto último no fuera cierto,
¿sería lógico que exista el malestar señalado? Esa es justamente la afirmación
y comprobación de que no todos los militares están con el Proceso de Cambio.
En ese
caso, ¿estaríamos en condiciones de controlar los brotes de insubordinación de
los militares que no están con el Proceso y que seguramente serán fomentados
desde la Embajada de Estados Unidos, usando a los que siempre fueron sus
aliados y que hoy aún son militares activos?
Si la
Comisión no genera sus condiciones para su complejo trabajo, contrariamente a
sus fines y objetivos, puede contribuir a abrir la caja de Pandora y desatar
todo tipo de demonios.
Evitemos
que esto ocurra. Hoy más que nunca se requiere de firmeza, pero también
templanza para iniciar una tarea de las dimensiones que la historia le exige.
No
olvidemos que detrás toda dictadura estuvo la mano de la CIA. Tocar a las
dictaduras es esculcar a la CIA y sus agentes locales. Y esa no es tarea menor.
En
memoria del Che, a los 50 años de su asesinato, hay que hacerlo. Sin embargo,
invocamos que sus resultados no sean sólo testimoniales.
En esas
condiciones, que la Comisión ofrezca a las nuevas generaciones, la historia de
los ayer vencidos como testimonio de amor a la humanidad, de la construcción de
una sociedad más justa, en la búsqueda de utopías revolucionarias que se
materializan en el Proceso de Cambio y su proyección Socialista y Comunitaria.
Difícil
tarea la de la Comisión de la Verdad. Pero debe ejecutarla como mandato de la
patria toda. Lo exige nuestra conciencia y la memoria de los mártires,
desaparecidos y torturados por la liberación nacional.
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