Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Fernando Rodríguez Ureña
Los Estados Unidos, la mayor
potencia militar de la historia de la humanidad, capaz de mantener
simultáneamente dos guerras y media en cualquier parte del mundo, motor e
impulso de intervenciones asociadas a la OTAN, sede del mayor complejo
industrial militar del planeta, se encuentra de pronto envuelto en una
contradictoria problemática: su sociedad civil cuestiona a su estado por
conducir al fracaso y a la muerte a sus jóvenes como resultado de sus aventuras
guerreristas.
Ante el problema la solución
capitalista es lógica: “si necesitamos soldados para ofrendarlos ante el dios
de la guerra, pero no pueden ser nuestros hijos, el camino es contratar a otros
soldados”. Luego por medio de agencias intermediarias, camufladas tras empresas
de seguridad, reclutan a mercenarios con habilidades técnicas para el arte de
la guerra, pero sin la moral que otorga una formación militar sistemática y por
tanto académica.
Esa es la razón por la cual
en nuestros días los Estados Unidos tiene un ejército de asalariados dispuestos
a cumplir horrorosas tareas en cualquier parte del mundo. Ha resuelto así su
contradicción: invade y actúa ya no con tropas profesionales salidas de sus
aulas de formación, sino con tropas contratadas bajo el mando de los estrategas
de la guerra: sus oficiales profesionales.
Por tanto, los Estados Unidos
y su complejo industrial militar siempre están preparados para actuar cuando
así lo necesite. Para ellos, la posibilidad de la intervención y la guerra
siempre serán una variable a usar. Por eso la hipótesis de invasión a la
República Bolivariana de Venezuela, hoy no sólo es una hipótesis sino un suceso
con un alto grado de posibilidad en su realización.
Pero hasta tomar una decisión
de esa envergadura, ¿el imperio está cruzado de brazos? Obviamente que no.
Hoy, por lo menos en nuestra
región, los Estados Unidos han apostado formalmente por “su particular
concepción de democracia”. Y no nos equivocamos al hacer referencia a esa
“particular forma” que ha instrumentalizado la institucionalidad democrática y
su normativa jurídica y constitucional, para hacer de ellas una nueva arma de
gran poder destructivo de gobiernos y procesos de transformación más a la
izquierda de la socialdemocracia.
Para el logro de estos fines,
el imperialismo ha constituido un “nuevo ejército de ocupación” compuesto por
abogados, jueces y magistrados formados para hacer injerencia y subversión
política valiéndose de una interesada y mañosa utilización de las normas del
Estado de Derecho.
Ellos, al igual que los
militares de la Escuela de las Américas, reciben cursos de formación
especializada en temas como corrupción, narcotráfico, lavado de dinero para
usar esos argumentos contenidos en toda una estructura de instrumentos
ratificados durante los gobiernos neoliberales.
Desde allá arremeten contra
gobernantes y personas allegadas a ellos para generar mediante las TICs, y
principalmente las redes sociales, realidades virtuales produciendo “falsas
verdades” con el objetivo de subvertir el orden y en muchos casos lograr su
procesamiento o al menos acusación que los inhabilite para nuevos actos
electorales, como es el caso de Lula da Silva.
Sergio Moro, quien sentenció
a Lula es un juez federal de extensa relación con organismos de inteligencia
estadounidenses de quienes recibió por años capacitación para generar productos
como el conocido.
Queda claro que para el
imperialismo norteamericano la democracia y su institucionalidad y normativa,
son otro instrumento o mecanismo de dominación pues ya ha develado el manejo
político que hacen de las mismas.
Esta situación nos lleva a
concluir que en Latinoamérica debemos estar atentos a que los gobernantes de
procesos progresistas y revolucionarios no sufran ataques de esa naturaleza.
Evo ya es un blanco que busca
ser impactado para impedir su reelección. Renunciar a la primera magistratura
para habilitarse puede dejarlo en manos de una acción de la naturaleza
descrita.
Debemos estar atentos para
que eso no ocurra, pues está claro que la técnica de la post verdad, tiene en
el trabajo de los abogados y jueces pro imperiales, materia prima para producir
esas “falsas verdades” para convertirlas en “verdades universales” manipuladas
y elevadas a Cortes Regionales como la Interamericana o incluso la propia a
Corte Penal Internacional.
El caso Zapata puede resultar
siendo una anécdota si el gobierno de Evo, no toma el control de ese nuevo
escenario diseñado por el imperio.
y Twitter: @escuelanfp
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