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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...

A 45 años del golpe de Banzer




Por: Juan Luis Hernández
El golpe derrocó al gobierno del General Juan José Torres, un militar de tendencia nacionalista que intentó un difícil equilibrio entre las aspiraciones de la clase obrera y los sectores populares por un lado y las presiones de la burguesía y el imperialismo por el otro. El movimiento obrero, organizado en la entonces poderosa Central Obrera Boliviana (COB), y los partidos de izquierda, habían impulsado la construcción de la Asamblea Popular, un organismo que se definía así mismo como un Frente Antiimperialista dirigido por el movimiento obrero. La Asamblea comenzó a funcionar el 22 de junio, reconociendo como plataforma programática -junto con las Bases Constitutivas y el Reglamento de Debates- la Tesis Política de la COB de mayo de 1970. La Tesis se pronunciaba por la independencia política de la clase obrera y el socialismo, incluyendo una amplia Plataforma de Lucha que abarcaba las principales reivindicaciones sociales, democráticas y antiimperialistas.
El golpe derechista se inició el 18 de agosto en Santa Cruz de la Sierra, ciudad que el 19 cayó en manos del coronel Andrés Selich, luego de sangrientas refriegas donde murieron más de 100 personas. Entre el 20 y el 21 se libró la lucha decisiva en torno de La Paz. El único regimiento que luchó al lado del presidente hasta el final fueron los Colorados del Mayor Rubén Sánchez, las demás unidades o se plegaron al golpe o permanecieron a la espera de los acontecimientos. El Comando Político -que dirigía la lucha al entrar en receso la Asamblea Popular- declaró la huelga general, y en la noche del 20 una delegación se entrevistó con Torres para pedirle armas. Según algunas versiones el mandatario se habría negado a distribuirlas, según él mismo declaró posteriormente, no quedaba ninguna en su poder. Los trabajadores, tomaron por asalto los almacenes centrales del ejército, pero solamente encontraron unos 1200 máusers antiguos y escasa munición. Junto a los Colorados, lucharon heroicamente todo el 21 de agosto, pero fue en vano. Por la noche, Banzer asumía como presidente, mientras seguían los estruendos de las bombas y las ametralladoras contra la Universidad de San Andrés, que resistió algunas horas más. Los trabajadores y los estudiantes sufrieron en estas jornadas una de las peores derrotas de su historia.
Durante el gobierno de Banzer se produjeron cambios cualitativos en la economía y la sociedad boliviana. Inició su gobierno bajo la consigna “orden, paz y trabajo”, y conformó su gabinete a partir de una alianza con dos partidos políticos tradicionales: el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y la Falange Socialista Boliviana (FSB). Con ellos los militares firmaron un pacto llamado Frente Popular Nacionalista, para formalizar el acuerdo. El MNR era el antiguo movimiento nacionalista que había estado al frente del gobierno surgido de la insurrección triunfante del 11 de abril de 1952, mientras la Falange era un partido fundado en la posguerra del Chaco, originado en un grupo fascista, tradicionalista y ultramontano inspirado en la falange española, tenaz opositor del MNR cuando éste estaba en el gobierno. De esta manera, guiado por su líder histórico, Víctor Paz Estenssoro, el MNR iniciaba el tramo descendente de la parábola que, partiendo del nacionalismo de los ’50, el desarrollismo de los ’60, el apoyo a la derecha proimperialista en los ’70, desembocaría finalmente en el neoliberalismo pos 1985.
La dictadura de Banzer obtuvo el inmediato apoyo de Estados Unidos y de Brasil, obteniendo de ambos países fuertes préstamos. Se trató, por supuesto, de uno de los gobiernos más autoritarios que hubo en Bolivia. Los organismos de derechos humanos contabilizaron un mínimo de 200 muertos, más de 14.000 personas pasaron por sus cárceles, la mayoría sin juicio previo y habiendo sufrido torturas y unos 19.000 debieron exiliarse. Se prohibió la actividad política y sindical, se censuró la prensa y se clausuraron emisoras de radio opositoras.
En octubre de 1972 se dispuso una devaluación del 67 %, concediéndose bajísimos aumentos salariales del 10 o del 20 %. A fines de 1973 se suprimieron los subsidios a productos de consumo popular, produciéndose incrementos sustanciales en los precios de los alimentos. Los campesinos, principales afectados por las medidas gubernamentales, comenzaron a movilizarse en el valle alto de Cochabamba, bloqueando la ruta a Sucre. Tras infructuosas negociaciones con el ministro de Asuntos Campesinos, el 19 de enero comenzó la llamada “masacre del valle”. En el pueblo de Tocata y en la localidad de Epizana, aviones de caza, tanques y carros blindados dispararon contra una concentración de 20.000 campesinos dejando montones de cadáveres. Esta acción brutal fue el comienzo del fin del Pacto Militar Campesino, laboriosamente labrado años antes por el dictador Barrientos con las dirigencias campesinas allegadas, y que había sido renovado por esos mismos dirigentes al asumir Banzer.
La estrategia económica del gobierno estaba centrada en dos objetivos: atraer la inversión externa, eliminando todas las restricciones legales a la misma, y concentrar todos los esfuerzos económicos en Santa Cruz. Con respecto a lo primero, el gobierno de Banzer dictó la ley de inversiones extranjeras en setiembre de 1971, que liberó el movimiento de utilidades y eliminó todo tipo de aranceles a la introducción de capitales. En relación a lo segundo, puede afirmarse que es bajo la dictadura de Banzer que Santa Cruz comienza a convertirse en el motor del capitalismo en Bolivia. Incidió decisivamente a ello la cuantificación definitiva de las reservas de gas existentes en el subsuelo de Tarija, confirmándose la existencia del segundo reservorio de gas de Sudamérica. Esto, sumado a la creciente explotación petrolera, abierta nuevamente a la inversión extranjera, terminó por inclinar la balanza hacia el Oriente boliviano, especialmente a partir de la crisis mundial de 1973-74, que elevó sustancialmente los precios del petróleo. Además, el gobierno canalizó préstamos y subsidios hacia Santa Cruz, destinados a estimular cultivos de exportación, como algodón, café, azúcar y a la madera, rubros que crecieron en las exportaciones del país, a lo cual debe agregarse también el arroz y la explotación ganadera, ofreciendo de esta manera un sostén económico a la oligarquía cruceña.
En la segunda mitad de 1977 comenzaron a sentirse las presiones provocadas por los cambios en la política de Estados Unidos bajo la administración del presidente James Carter. El gobierno cree oportuno intentar una salida institucional, para lo cual prepara un candidato oficial, el General Juan Pereda Asbún, detrás de cuya candidatura se formó la Unión Nacionalista del Pueblo (UNP). Se dictó una amnistía muy limitada, que no incluía a muchísimos dirigentes políticos y sindicales, como Juan Lechín, Marcelo Quiroga Santa Cruz, Hernán Siles Suazo y centenares de dirigentes y militantes de base.
En respuesta a esto, el 28 de diciembre de 1977 las esposas de cuatro mineros exiliados iniciaron una huelga de hambre en las oficinas del Arzobispado reclamando: amnistía general e irrestricta, trabajo para todos los despedidos y el retiro de las tropas de las minas. El 31 de diciembre un segundo grupo de huelguistas se constituyó en la sede del diario católico Presencia. Cuando el movimiento terminó, el 18 de enero, había más de 1000 huelguistas y muchos más en reserva para suplantarlos cuando llegasen al límite de las fuerzas físicas. El gobierno debió acceder a todas las demandas, menos el retiro de las tropas de las minas, decretándose la amnistía total el 20 de enero de 1978.


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