Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Andrés Soliz Rada
Paz Estenssoro y el 4 de Noviembre
El final de la conflagración con el Paraguay posibilitó que los anhelos de cambio se canalizaran a través del Ejército, la única fuerza con presencia nacional, pese a sus miserias y debilidades. El general David Toro protagonizó, el 7 de junio de 1936, la primera nacionalización del petróleo en América Latina y la segunda a nivel mundial, después de la soviética de 1917, sin olvidar que la primera empresa petrolera estatal del continente se gestó en la Argentina en 1907. El Teniente Coronel Germán Busch dispuso, en junio de 1939, que las divisas de la exportación minera fueran centralizadas en el Banco Central. El coronel Gualberto Villarroel trató de modificar los “contratos inmejorables” suscritos por su predecesor, el general Enrique Peñaranda. Pero Villarroel hizo algo más atrevido aún: convocó al primer congreso “indigenal”, presidido por el aymara y ex combatiente de la Guerra del Chaco, Francisco Chipana Ramos, lo que rebasó la indignación de la “rosca” (**). A nadie podría extrañar la coalición de la Embajada de EEUU, “barones” del estaño y terratenientes para colgar a Villarroel de un farol de la plaza Murillo, de La Paz, el 21 de julio de 1946. Sin embargo, lo aberrante fue la entusiasta participación en el ágape plutocrático de la “izquierda tradicional”.
El desatino se repitió el 4 de noviembre de 1964, cuando el Pentágono norteamericano impulsó el golpe del general René Barrientos Ortuño contra el claudicante Paz Estensoro, con el respaldo de la derechista Falange Socialista Boliviana (FSB), el vetusto Partido Liberal y una fracción del MNR, integrada por Hernán Siles Zuazo, Juan Lechín y Walter Guevara Arce. La “izquierda tradicional” estuvo otra vez coadyuvando en semejante entuerto, en su reiterado propósito de encontrar “Kerenskys” a diestra y siniestra, en tanto sus dirigentes se sentían los inminentes “Lenines” de procesos contrarrevolucionarios que acaban, de manera inexorable, por devolver la globalidad del poder al Imperio y sus acólitos nativos.
Muchos se preguntaron si no era lícito sumarse al derrocamiento de Paz Estensoro, si se tiene en cuenta que había traicionado prácticamente a todas las banderas de abril, al entregar el petróleo y ocasionar la virtual quiebra de COMIBOL, lo que facilitó la ingerencia del FMI y del Plan Triangular para la minería (EEUU, BID y Alemania Occidental), la persecución a dirigentes sindicales y la reorganización del Ejército con asesoramiento estadounidense. Nada de lo anterior, pensaba Sergio, justificaba coadyuvar a que tomara el poder un representante directo del Pentágono y de la mal llamada “minería mediana” que, en realidad, es la nueva gran minería privada. En consecuencia, derrotar al golpismo de la derecha y del imperialismo abría la posibilidad de que Paz Estensoro, con los sectores populares movilizados contra los planes del Pentágono, retomara posiciones nacionalistas. Sustituirlo por agentes directos de Washington, como efectivamente ocurrió, sólo colocaba al país en situación aún más desesperada.
Quienes desde la izquierda tradicional participaron en los golpes del 21 de julio y del 4 de noviembre no entendieron la estructura de poder. No advirtieron que la semicolonia Bolivia era (y es) un país oprimido por naciones opresoras, cuyo asfixiante yugo requiere unir a todas las fuerzas sociales interesadas en la liberación nacional. La preocupación de Sergio por dejar precisado este concepto se refleja en estas palabras:
“El 4 de noviembre (la izquierda tradicional) tuvo la última postura aberrante; pensaba estar haciendo la “verdadera” revolución; en realidad era un acoplado más en el carro de la reacción”… Al hablar de la “izquierda tradicional” nos referimos al Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR), Partido Obrero Revolucionario (POR) y a los dos partidos comunistas (pro ruso y por chino ASR), descendientes ambos del viejo PIR. La muerte de Villarroel es el estigma de esta izquierda…” (Réquiem….).
La dimensión del error hace que Almaraz ni siquiera salve la conducta del Partido Comunista Boliviano (PCB), en cuya dirección tuvo un papel preponderante en 1951. En esa oportunidad, el PCB apoyó a los candidatos Paz Estensoro – Hernán Siles Zuazo, lo que marcó una diferencia cualitativa con el PIR que, en 1946, derrocó al gobierno Villarroel. Los retrocesos de la Revolución de abril no justifican, en opinión de Almaraz, acuerdos con el imperialismo, a partir de lo cual desarrolla su pedagogía antiimperialista con estas magníficas expresiones de Albert Camus:
“Lo difícil en efecto es asistir a los extravíos de una revolución sin perder la fe en la necesidad de ésta”… “Para sacar de la decadencia de las revoluciones lecciones necesarias, es preciso sufrir con ellas. No alegrarse de esta decadencia” (Réquiem…).
Desde la izquierda tradicional se sostiene, a fin de encubrir su miopía, que, “finalmente”, Paz Estensoro y Barrientos eran lo mismo. Almaraz refuta esa apreciación de la siguiente manera:
“La revolución no se derrumbó de un solo golpe; cayó poco a poco, pedazo a pedazo. La contrarrevolución no pasó sobre el país como una aplanadora y si sus efectos fueron demoledores, necesitó varios años para echar abajo lo que encontraba a su paso. Porque se resistió. Se resistió mal, con debilidades y aturdimiento, pero se resistió” (Réquiem...).
Lo anterior no implicaba silenciar los retrocesos y aun traiciones del MNR. Petróleo en Bolivia (Editorial Juventud, 1958. La Paz-Bolivia) denuncia la desnacionalización del petróleo dispuesta por Paz Estensoro, Siles Zuazo, Lechín Oquendo y Guevara Arce. El agotamiento del proceso de abril es descrito por Sergio sin concesión alguna. He aquí sus expresiones:
“El impulso constructor de la revolución estaba agotado. La revolución fue achicándose hasta encontrar las medidas señaladas por los americanos, cuyas proporciones las descubrieron a su vez en la propia miseria del país. Se consideraba posible hacer la revolución sirviéndose de su dinero” (Réquiem…)
Sin embargo, lo dicho hasta aquí no puede llevarnos a engaño. Uno es el Paz Estensoro hasta su derrocamiento el 4 de noviembre de 1964 y otro el que llega al poder, por cuarta vez, en agosto de 1985. La nacionalización de la Gulf y la instalación de hornos de fundición, llevadas a cabo por el proceso Ovando-Torres (1969 – 1971), terminaron de convertir al líder de la revolución de abril en instrumento directo del imperialismo. No es casual que el plutócrata Gonzalo Sánchez de Lozada pagara las facturas más caras de las campañas electorales de Paz Estensoro de 1978, 1979, 1980 y 1984, como demuestra Augusto Cuadros Sánchez en su libro Ocaso de la Revolución Nacional Boliviana (Editorial Los Amigos del Libro. 2004. Cochabamba-Bolivia). Almaraz criticó a Paz Estensoro no porque no instaurara el socialismo o la dictadura del proletariado, sino por incumplir el programa nacionalista. Es innegable, sin embargo, la existencia, en esos años, de una línea nacional, aunque minoritaria, dentro del MNR. Así, por ejemplo, tres diputados, Augusto Céspedes Patzi, Mario Pando Monje y René Zavaleta Mercado lograron que la fundición de estaño sea una de las metas a cumplir en el Plan de Desarrollo del MNR de 1962. Sin embargo, ese propósito fue una voz aislada en medio de un coro de enajenadores del patrimonio nacional.
Sergio puntualizó que la Revolución del 52 fue tan profunda que atravesó al conjunto de la sociedad boliviana, es decir a civiles y militares, profesionales y vendedores callejeros, empresarios y amas de casa, trabajadores del campo y las ciudades, mineros y estudiantes. Al no comprender esta premisa, la izquierda tradicional cometió un nuevo error. Si antes había confundido a Paz Estensoro con Barrientos, después confundirá a Ovando con Barrientos. No entenderá que Ovando representa los esfuerzos militares por rescatar y profundizar lo mejor de la Revolución de abril. Barrientos, en cambio, es la encarnación agravada de sus desaciertos. Es la contrarrevolución en grado superlativo. El MNR quiso modernizar al país mediante créditos del erario público en favor de sus militantes, a fin de convertirlos en capitalistas nacionales. El fracaso fue rotundo y la corrupción generalizada. Ovando impulsó el capitalismo de Estado, a través del fortalecimiento de YPFB y COMIBOL, como única alternativa viable al capital extranjero. Barrientos se esforzó por borrar todo vestigio de intervención estatal en el manejo de la economía y suscribió el denominado pacto militar-campesino, con el que cercó campamentos mineros y desató matanzas de asalariados del subsuelo. Ovando postuló la unidad de la nación oprimida para retomar el camino de la revolución nacional, extraviado por el MNR.
Es verdad es que el concepto “capitalismo de Estado” está marcado por la polisemia. Fue usado por Lenin para explicar la Nueva Política Económica, luego en la Europa oriental, ante la creciente deformación estalinista de sus regímenes políticos, y en procesos de liberación en las semi colonias. Esta última caracterización es válida en tanto los países oprimidos suelen usar a su Estado nacional para disputar a las transnacionales el control y destino del excedente. Se trata, en consecuencia, de una situación transitoria, lo que no quiere decir que sea necesariamente corta, para rescatar soberanía económica, sin la cual todo intento de impulsar regímenes socialistas caen en la utopía. Por esta razón, consideramos errónea la afirmación de James Petras, en “rebelión.com, del 21-10-08, cuando dice que “no queremos intervención estatal para salvar al capitalismo”. Los países periféricos, al nacionalizar sus recursos estratégicos, no están ayudando a “salvar al capitalismo”, sino que están contribuyendo a debilitarlo, ya que, como dijeron los clásicos del marxismo, el imperialismo existe por que existen países coloniales y semi coloniales”. En América Latina, es el fortalecimiento del “capitalismo de Estado”, en mayor o menor grado, que tiene lugar en Venezuela, Ecuador y Bolivia, el que incentiva la integración bolivariana, ya que esa tarea no puede ser encabezada ni por burguesías nacionales timoratas, ni por organizaciones de trabajadores que aún no tienen la fuerza para hacerlo. Debe enfatizarse, sin embargo, que el capitalismo de Estado es inviable sino está acompañado de eficiencia y transparencia.
Para comprender lo sucedido en el complejo panorama social y político de la época, veamos el siguiente cuadro:
Acontecimientos Históricos 1964 – 1971
1964, 4 de noviembre.- Los generales René Barrientos Ortuño, de la Fuerza Aérea, y Alfredo Ovando Candia, de Ejército, derrocan a Víctor Paz Estensoro.
1964, 5 de noviembre.- Barrientos Ortuño se posesiona como Presidente de la República (Primera Presidencia de Barrientos). Una concentración “barrientista”, reunida en la Plaza Murillo, impide a Ovando jurar en el cargo de co-Presidente.
1965, 26 de mayo.- Ovando, por imposición del Ejército, se posesiona como co-Presidente (Primera Presidencia de Ovando). Barrientos jura como co-Presidente (Segunda Presidencia de Barrientos).
1966, 2 de enero.- Ovando jura como Presidente (Segunda Presidencia de Ovando). Barrientos renuncia a la co-presidencia para habilitarse como candidato presidencial. Ovando permanece en el cargo hasta el 6 de agosto de 1966.
1966, 20 de julio.- Ovando suscribe el convenio para instalar una fundición de estaño con la Klockner, de Alemania Occidental, en Vinto, Oruro.
1966, 6 de agosto.- Barrientos jura como Presidente (Tercera Presidencia de Barrientos). Ovando se repliega al cargo clave de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas.
1967, 23 de marzo.- Primer combate de Ernesto “Che” Guevara en el río Ñancaguazú. Resultado: 7 militares muertos, 4 heridos y 11 prisioneros. La guerrilla del Che es noticia mundial.
1967, 20 de abril.- Almaraz concluye El Poder y la Caída.
1967, 24 de junio.- Matanza de trabajadores mineros, denominada la “masacre de San Juan”.
1967, septiembre.- Sergio, junto a otros once intelectuales, publica el manifiesto: El Nacionalismo Revolucionario y la Ocupación Norteamericana, en momentos en que Barrientos está en la Presidencia.
1967, 8 de octubre.- El Che es capturado en “La Higuera”, Valle Grande, Santa Cruz, y ejecutado al día siguiente.
1968, 11 de mayo.- Muere Sergio Almaraz.
1969, 21 de febrero.- La Universidad Mayor de San Andrés publica, en forma póstuma, Réquiem para una República, el tercer libro de Almaraz
1969, 27 de abril. Muere Barrientos en accidente aéreo. Asume la presidencia el vicepresidente Luís Adolfo Siles Salinas.
1969, 26 de septiembre. Ovando, en cumplimiento del Mandato Revolucionario de las Fuerzas Armadas de la Nación Boliviana, derroca a Siles Salinas (Tercera presidencia de Ovando)
1969, 17 de octubre.- Ovando nacionaliza la Gulf Oil Company, en lo cual juega papel importante su Ministro de Minas y Petróleo, Marcelo Quiroga Santa Cruz.
1970, 19 de julio.- Se inicia la guerrilla de Teoponte, departamento de La Paz, al mando de Osvaldo “Chato” Peredo.
1970, 26 de julio.- Ovando pone en vigencia La Estrategia Socio-Económica del Desarrollo Nacional, 1970-1990, el documento de planificación económica más importante de la Historia de Bolivia, cuya elaboración corresponde a un equipo de importantes profesionales, encabezado por el economista cruceño José Ortiz Mercado.
1970, octubre 6.- El general Juan José Torres jura como presidente de la República, al fracasar un golpe del sector reaccionario de las FFAA, que obliga a Ovando a asilarse en la Embajada paraguaya.
1970, 2 de noviembre.- Osvaldo “Chato” Peredo se rinde ante las FFAA. Concluye la guerrilla de Teoponte.
1971, 9 de enero.- El Presidente Juan José Torres inaugura los hornos de fundición de Vinto, cuyo mérito principal corresponde al general Ovando.
1971, 1º de mayo.- Se inaugura la Asamblea del Pueblo.
1971, 21 de agosto. El general Hugo Bánzer Suárez derroca al general Torres. Se inicia el septenio banzerista.
Síguenos en Facebook: Escuela Nacional de Formacion Politica
y Twitter: @escuelanfp
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios