Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Mauricio Quiroz y Aline Quispe
En
1826, cuando la primera Asamblea Constituyente
redactó las bases para el funcionamiento del nuevo Estado, los debates sobre la
ciudadanía estaban marcados por el pensamiento liberal de la época. Se debatió
la incorporación de los indígenas a la naciente bolivianidad, pero sobre el
papel de las mujeres no se dijo nada. El contenido de esa Carta Magna
(noviembre de 1826), el certificado de nacimiento de la nueva nación, refleja
esta ausencia.
Ese
texto primigenio precisa que “para ser ciudadano boliviano (...) será necesario estar casado o tener más de 20
años”, una renta y un empleo. También condiciona la ciudadanía al hecho de saber leer y escribir, este último requisito aplicable solo a partir de
1836. El espíritu de estas condiciones para ejercer la
ciudadanía continuó en la Constitución de 1880.
“Con
relación a este periodo se puede decir que la sociedad patriarcal no se
modificó con la independencia de Bolivia. A través de la figura de la patria
potestad y de la ciudadanía, los hombres tenían el poder en el ámbito público y
el dominio sobre su esposa y sus hijos en el ámbito privado”, afirmó la
historiadora María Luisa Soux en contacto con Animal
Político.
De
hecho, Soux y
su colega Ana María Lema
presentaron el estudio Mujeres en la historia boliviana, siglos XIX y XX: de la
invisibilización a la lucha por la equidad e igualdad (2017) que muestra el
papel que jugaron en la construcción del país las rupturas y transgresiones al
orden impuesto.
El
trabajo, que toma como base estudios de los últimos 20 años y fuentes
primarias, alerta sobre “una tensión permanente entre sistema patriarcal que se
niega de diversas maneras a ceder su poder y una lenta y a veces oculta fuerza
por parte de las mujeres para lograr quebrar, de forma casi imperceptible, a
ese poder que las sojuzga e invisibiliza”. Por eso, Soux
prefiere no hablar de las mujeres “como
protagonistas”, pues en tono reflexivo
proyecta sus acciones hacia un proceso de emancipación incluso que ya en el siglo XXI se
ve ensombrecido por la violencia de género. “Hablar de protagonismo ya dirige el tema
hacia acciones que, debido a las características de una sociedad patriarcal, no
corresponden claramente a lo que ocurría. Indudablemente se puede hacer una
sucesión histórica de personajes que participaron en acciones púbicas; sin
embargo, siempre estuvieron supeditadas a la acción masculina”, apuntó.
“Las
mujeres fueron invisibilizadas injustamente durante los primeros años de la
vida de Bolivia”, dijo el historiador Luis Oporto, quien en la actualidad
dirige el archivo de la Asamblea Legislativa
Plurinacional. LUCHAS. Entre los levantamientos contra la colonia española y la
posterior lucha por la independencia aparece la figura de Bartolina Sisa
(1781), quien junto a Túpac
Katari lideraron el cerco a La Paz. La actuación de Sisa se caracterizó por su
gran capacidad de organización y el
control de los bienes, la alimentación y la logística, señala el estudio de
Soux y Lema.
La
hermana menor de Katari, Gregoria Apaza, también se destacó por organizar las
tropas en El Alto y Sorata junto con el coronel quechua Andrés Túpac Amaru y
por administrar los bienes. En la Guerra de la Independencia aparece Juana
Azurduy de Padilla, cuyo aporte tampoco se menciona en la constitución del
nuevo país. En este periodo aparecen las heroínas de la Coronilla que dieron una lección de resistencia ante los pertrechados soldados
españoles, el 27 de mayo de 1812 en Cochabamba.
En esa
época emancipatoria también sale a la luz la paceña Vicenta Juaristi Eguino que
puso sus bienes al servicio de la Revolución del 16 de julio de 1809. La heroína nacional junto a Úrzula Goyzueta y
Simona Manzaneda son referentes de las luchas libertarias contra la corona.
Lema y
Soux afirman que muchas mujeres se convirtieron en heroínas en tanto asumieron
papeles masculinos uniéndose a las tropas rebeldes, portando armas, financiando
luchas o encabezando enfrentamientos.
REPÚBLICA.
En el documento se especifica que el país enfrentó varias guerras con los
países vecinos. En la Guerra del Pacífico (1879-1883), la participación
femenina se visibilizó cuando Genoveva Ríos, a sus 14 años, protegió la bandera
boliviana o cuando la cruceña Ignacia Zeballos Taborga fue a combatir contra
los chilenos llevando el uniforme de su marido.
Pese a
que algunas mujeres son recordadas por su desempeño patriótico, Soux explicó
que en el primer periodo de la república no eran consideradas “ciudadanas” y no
podían participar en el ámbito público, tomar decisiones sobre su cuerpo, su
patrimonio, sus hijos y menos sobre su salud y educación. Ante esto, algunas
buscaron hacerlo indirectamente mediante redes familiares y clientelares.
Una de
las primeras trincheras de lucha se desarrolló especialmente en el ámbito de la
educación. Allí, las escritoras Juana Manuela Gorriti, Modesta Sanjinés y Adela
Zamudio se destacaron en actividades intelectuales. Zamudio fue considerada la
precursora del pensamiento feminista que continuó con la creación del Centro
Artístico e Intelectual de Señoritas de Oruro (Feminiflor).
Oporto,
quien publicó en 2001 el estudio Las mujeres en la historia de Bolivia.
Imágenes y realidades del Siglo XX (1900-1950), precisó en una conversación con
este suplemento que la labor de las mujeres, especialmente en las tareas de la
minería de comienzos de pasada centuria, estuvo vinculada a tareas muy
especializadas y a soportar el peso de sus familias en escenario en el que los
trabajadores habían asumido rápidamente una conciencia de clase y de
organización sindical que aún repercute en la formación política del país.
De
hecho, Soux halló esta peculiaridad incluso durante el siglo XIX. “Como las
mujeres no eran ciudadanas no podían participar directamente en el ámbito
público. Por esta razón, algunas de ellas buscaron hacerlo de forma indirecta a
través de redes familiares. Un caso es el de Bernardina Mango, excacique de
Laja, quien dejó el cargo luego de la supresión de los cacicazgos y tampoco
podía ser ciudadana. A través de sus redes sociales y familiares siguió
manejando las redes de poder local en su pueblo”, manifestó la
historiadora.
Estas
formas de construcción social aún perduran en la actualidad, aunque como parte
de un camino de emancipación que también tuvo que romper con las barreras que
impedían a las mujeres ejercer cargos políticos. Las elecciones municipales de
1947 y 1949 fueron los primeros procesos en los que se autorizó a las mujeres alfabetizadas
poder votar y ser candidatas para ser concejalas.
Ese
paso se consolidó tras la Revolución de 1952, cuando se aprobó el voto
universal. A pesar del hito, Soux apuntó que entre 1952 y 1980 “existe un vacío
de acciones políticas de las mujeres con relación a su propia participación” y
si lo hacían fue como luchadoras sociales, por ejemplo la huelga de hambre que
protagonizaron Luzmila Pimentel, Nelly Paniagua, Aurora Lora y Angélica de
Flores en 1977 contra la dictadura de Hugo Banzer.
En este
periodo, Alcira Espinoza se convierte en la primera ministra (1969) y más
adelante Lidia Gueiler es la primera presidenta de Bolivia (1979), mientras que
dos décadas más tarde Ana María Romero pone en marcha la Defensoría del Pueblo
(1998).
DESAFÍOS.
La socióloga y musicóloga Jenny Cárdenas fue la primera mujer que dirigió una banda militar de música. Ella valoró la participación de las mujeres en la política, aunque exteriorizó su preocupación por la violencia.
“Se ha
superado la idea de la mujer marginada”, dijo, pero recordó que este momento es
fruto de una larga lucha de decenas de mujeres, organizaciones y ONG como el
Centro de Promoción de la Mujer Gregoria Apaza y la Coordinadora de la Mujer,
entre otras. Agregó que otra meta será el “derecho a interrumpir el embarazo” y
poder decidir si se realiza esta práctica, la cual debe efectuarse en “completa
libertad”.
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