Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Rene Zavaleta Mercado
El mencionado renacimiento de las tesis estatalistas y nacionalistas que se expresa en la Estrategia (Estrategia socio-económica del desarrollo nacional)1, que en realidad encarnaba el ideario económico-social del rapto militar bonapartista de Ovando, fue replicado por la clase obrera por medio de la Tesis Política de la Central Obrera Boliviana (COB), que se aprobó en mayo de 1970. El hecho de que a las tesis de la Federación de Mineros sucediera ahora una Tesis de la COB demuestra que el proletariado minero estaba entonces ya en condiciones de imponer su posición a toda la clase. Se recogen en ese documento las experiencias del 52, es decir, la colocación de la clase frente a un movimiento democrático más extenso que ella, así como la conciencia que se adquiere de la importancia de la democracia como tal para el libre desenvolvimiento de la clase, después del período de Barrientos. Éste, al fundar su gobierno, de corte rotundamente pronorteamericano, en la alianza entre los sectores conservadores del ejército y el campesinado ligado al nuevo sistema estatal, había concentrado la acción violenta del aparato represivo sobre la clase obrera. El resultado de ello fueron las matanzas de 1965, en la mayor parte de los distritos mineros, y la que ocurrió en 1967 en Catavi, aparte del encarcelamiento y la prisión de los dirigentes sindicales de algún relieve.
En primer término, en esta Tesis figura la descalificación de un proceso revolucionario que tenga en su dirección a una clase no proletaria y su necesaria frustración:
La historia enseña que en la presente etapa en que se desintegra la dominación imperialista, los países atrasados alcanzarán la meta de la civilización, vale decir, del desarrollo integral y armónico, sola mente por la vía socialista. Las tareas democráticas, que ciertamente no pueden ser ignoradas, para realizarse en forma plena precisan que el proletariado se convierta en dueño del poder político, como portavoz de la nación oprimida, de nuestros hermanos campesinos y de la población pobre de las ciudades […] El proceso de tipo democrático burgués que estamos viviendo no tiene posibilidades de mantenerse indefinidamente como tal. Se transforma en socialista mediante la toma del poder por la clase obrera o fracasa
Por otra parte, un rechazo específico de las postulaciones contenidas en la Estrategia del desarrollo económico social, a que nos hemos referido en las páginas anteriores:
El nacionalismo burgués o pequeñoburgués busca consumar una serie de reformas estructurales, o sea, pretende superar las formas de producción precapitalistas con la finalidad primordial de modernizar el país, abrir campo a las inversiones foráneas, al capital financiero y mantener indefinidamente el régimen capitalista. El desarrollo estilo CEPAL, los programas de nacionalizaciones y los tímidos intentos de planificar algunos sectores de la economía no tienen más que ese sentido.
Sobre el nacionalismo militar:
De una manera general, los gobiernos militares nacionalistas aparecen en el escenario debido a la inoperancia y el fracaso político de la burguesía, como carta sustituta para consumar la transformación capitalista indicada más arriba. Es claro que el ejército a su izquierda (porque también existe este fenómeno) es producto de la clase dominante de las peculiaridades nacionales, y por eso mismo lleva indelebles los rasgos de las limitaciones y la impotencia propias de las burguesías nacionales de la época actual.
Una recapitulación de la posición obrera frente a los anteriores gobiernos nacionalistas:
Declaramos los trabajadores que en su momento apoyamos a dichos gobiernos ya señalados (los nacionalistas). Los apoyamos no desde el punto de vista puramente lírico, sino con una activa militancia revolucionaria. Sin embargo, fueron estos gobiernos, a pesar de todo, los primeros en abandonar su pose antiimperialista y en concluir como enemigos de la clase obrera y del pueblo […] El proceso democrático se estancó en sus albores y, luego, caímos en un mayor predominio del imperialismo, comprobamos, en carne propia, que los procesos democráticos y nacionalistas que no son dirigidos por el proletariado y transformados en un proceso socialista, concluyen siempre en la frustración y la derrota.
Sobre la independencia de clase:
Nuestra posición frente a los procesos democráticos dirigidos por la pequeña burguesía no es otra que mantener nuestra independencia de clase, desde el momento en que dichos procesos no resuelven el problema nacional y menos las contradicciones de nuestra sociedad. La táctica de la clase obrera es entroncarlos en la estrategia final del socialismo. Nuestro objetivo es el socialismo y nuestro método para alcanzar dicha finalidad histórica es la revolución social que nos permitirá transformar el proceso nacionalista en socialista.
Sobre el capitalismo de Estado:
Para nosotros los trabajadores la lucha antiimperialista tiene un solo contenido: la lucha por el socialismo. Están equivocados aquellos que se afanan por darle otro contenido. Diariamente se viene especulando que el nacionalismo es ajeno tanto al capitalismo clásico como al socialismo. Se insinúa que una política neutra entre ambos extremos, que llega a su punto culminante bajo la forma de capitalismo de Estado […] algunos teóricos de esta tendencia sostienen que la América Latina puede lograr su pleno desarrollo económico siguiendo el “modelo nacional del capitalismo de Estado”, por conciliación entre el capital privado con la economía estatal. Ambas formas de economía, al no salir del área del sistema capitalista, concluyen consolidando nuestro atraso y dependencia […] No debemos olvidar que Bolivia es, fundamentalmente, un país atrasado. Y es atrasado porque continúan pendientes de realización ciertas tareas democrático-burguesas. Por tal razón, está cerrada toda posibilidad de desarrollo económico integral dentro de las formas de una economía capitalista, sea ésta privada o estatal, o la llamada “concertación” de ambas, mientras no se rompa definitivamente con el imperialismo.
Sobre la hegemonía del proletariado y su sistema de alianzas:
La experiencia de 1952-1964 nos enseña que una revolución, para ser victoriosa, no debe detenerse sino continuar hasta el fi n, y que el problema decisivo es la cuestión de saber qué clase controla el poder. No basta la acción insurgente de las masas sino definir quién asume la dirección de esa insurgencia. No basta la participación heroica de la clase obrera en los acontecimientos del país, sino la forma que asume esa participación y si ella actúa en pos de sus propios objetivos. Es preciso, en fi n, que conquiste el rol hegemónico en el curso de la lucha, atrayendo hacia su lado a las masas campesinas y a los amplios sectores urbanos […] El problema que se le plantea al proletariado boliviano es el de constituirse en una poderosa fuerza social y política independiente y actuar dentro de la apertura nacionalista y democrática para conquistar el poder. En este sentido, los trabajadores rechazamos toda posibilidad de volver a la experiencia negativa del llamado “cogobierno”, que cerró el camino de la clase obrera a la conquista de todo el poder y que, al haberse convertido en un instrumento de control y freno de la pequeña burguesía sobre los trabajadores, terminó en el mayor de los desprestigios por la traición que significó al rol histórico del movimiento obrero.
[1]Estrategia socio-económica del desarrollo nacional (1971-1991). Bolivia, La Paz, Ministerio de Planificación y Coordinación, 1970.
Tomado del texto El Proletariado Minero en Bolivia (1978) de René Zavaleta Mercado
y Twitter: @escuelanfp
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