Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
Froilán González y Adys Cupull
Final de un traidor y presencia de Tania
El 7 de septiembre de 1967 el Che anotó
en su diario que la Radio la Cruz del Sur anunció el hallazgo del cadáver de
Tania en las márgenes del Río Grande y que fue llevado a Santa Cruz. Al día
siguiente consigna que la emisora trajo la información de que Barrientos había
asistido a la inhumación y que se le dio “cristiana sepultura y que luego estuvo en Puerto Mauricio, que es
la casa de Honorato."
Después de la emboscada los campesinos
estaban atemorizados, las amenazas, prisión, malos tratos, golpes y torturas
los habían neutralizado, conocían la traición de Honorato Rojas y no querían
verse en una situación similar.
Sobre esta situación el guerrillero
cubano Alberto Fernández Montes de Oca (Pacho) escribió: “Los campesinos temen
la represión y ponen como ejemplo a Honorato que fue llevado con su familia a
La Paz”. El presidente René Barrientos premió al traidor con cinco hectáreas de
terreno a unos seis kilómetros de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, donde
vivía oculto.
El 15 de julio 1969 el presidente
boliviano Adolfo Siles Salinas, anunció a todo el país que Honorato Rojas había
muerto de un disparo. Según los despachos noticiosos hasta su vivienda llegó un
comando del Ejército de Liberación Nacional de Bolivia (ELN) y lo ajustició.
En nuestras investigaciones en la década
del 80 recogimos testimonios de campesinos y arrieros de Masicurí y caseríos
aledaños, donde dan otra interpretación a la forma en que murió Honorato, hecho
que recogemos en nuestro libro De Ñacahuasú a La Higuera. Relatamos la
importancia del arriero como transmisor
de noticias, rumores, comentarios y leyendas.
A casi 20 años de estos acontecimientos,
un amanecer llegamos a Piraymiri, un pequeño caserío de unas 10 viviendas
dispersas y ocultas por la tupida y verde vegetación de la selva que cubre las
montañas. Debe su nombre al ruidoso río que apresurado llega y se va, su nombre
es guaraní y significa lugar donde abundan los pececitos asustadizos o
miedosos.
Se encuentra a 1.400 mts. sobre el nivel del
mar. Allí abajo, el río; entre las montañas, las chozas, y un poco más arriba
habitan las nubes, están tan cerca que ascendiendo por aquel camino de tierra
húmeda da la impresión de poder agarrarlas entre las manos. Los campesinos de
Piraymiri son asustadizos como los pececitos. No querían hablar.
Los arrieros dan vida a estos caminos,
ellos van y vienen, a veces con ganado vacuno y otras con sus recuas cargadas
de productos o mercancías, que recorren largas distancias por caminos abiertos,
conocidos y transitados solo por ellos, van por los atajos que acortan
distancias. Algunos son profesionales en el oficio, otros lo hacen como pago a
favores de los terratenientes.
Sobre las guerrillas del Che, uno de
ellos proporcionó informaciones valiosas para nuestras investigaciones, entre
ellas los nombres de los corregidores de aquellos años y la ubicación de los
campesinos mencionados por el Che en su diario de campaña.
Uno de los arrieros nos dijo que Miguel
Guzmán, un colonizador de tierras como Honorato Rojas le contó que éste,
después de la traición a los guerrilleros, fue un jueves santo al vado de Río
Grande, donde murieron los guerrilleros y se bañó para que el río se llevará
sus culpas para el mar, y el río se las llevó, pero el mar no quiso recibirlas
y las devolvió al río, y de ahí al vado y del vado a Honorato; por eso los
guerrilleros lo encontraron y lo ajusticiaron.
Relató que Honorato tenía la cara picada
de viruelas y su mujer, Andrea Vega, hija de Albino Vega, que murió en
Pucarillo, le dijo que Honorato era culpable de la muerte de Tania y de los
guerrilleros y que lo habían condenado por esa maldad y que no quiso estar más
con él. Honorato se fue para Tejería que es un lugar donde hacen ladrillos,
cerca de Santa Cruz de la Sierra y se casó con Fructuosa Ávalos y cuando estaba
con ella lo ajusticiaron.
El camino por donde trajeron a los
guerrilleros desde el Río Grande pasa por Yajopampa, el Batán, Arenales, El
Tojo, La Laja, La Seca y Quebrada de Peñones, ahora se llama el camino de la
sangre de los guerrilleros.
La finca de Honorato se la otorgaron a
unos soldados, pero ninguno la quiso porque dijeron que por las noches los
guerrilleros la visitan y los llaman al río y tienen miedo.
Los arrieros nos indicaron el camino para
llegar al vado del Río Grande y contaron que cuando hay niebla han escuchado la
voz de Tania que canta y otras veces clama llamando a sus compañeros y sale del
río, camina entre sus aguas vestida de campesina con largas trenzas, con su
guitarra y con un cesto de frutas o huevos para vender, y que por esos lados
del monte que rodea el río vive ella.
En Bolivia se recuerda a Tania, donde era
conocida como Laura o Laurita, se refieren a ella con respeto y cariño y
entregaron objetos y documentos que le pertenecieron, y que desde 1987 forman
parte de los fondos del Museo de la Revolución.
Donaron un bolso grande y otro más
pequeño en el cual guardaba piedrecitas de colores durante el recorrido por la
selva, una pulsera de plata, que obsequió a una niña de la ciudad de La Paz
llamada Amalia, y que su madre, quiso que la trajéramos para Cuba.
Resultó sorprendente la donación de un
jeep que utilizó en sus investigaciones folclóricas y las explicaciones de sus
propietarios los bolivianos Nancy Gutiérrez y Hugo Nallar, quienes quisieron
enviarlo de regalo al pueblo de Cuba. Cuando se comenzaron los trámites, era
necesario encontrar algún amigo en Panamá, que sirviera de puente, porque
directamente no se podían enviar a Cuba, gestión que realizó el compañero
Alfredo Pila. Resuelta la documentación, el vehículo fue llevado de Bolivia
hasta Chile.
Cuando ya se encontraba en el puerto de
Arica, Antonio Arguedas, ex Ministro de Gobierno (Interior) de Barrientos,
ofreció una conferencia de prensa, entre otras cosas dijo que nosotros nos
estábamos llevando el jeep y otras pertenencias del Che, para Cuba a través del
puerto chileno y la prensa destacó la información.
"Los trabajadores portuarios de
Panamá comenzaron a tejer una leyenda alrededor del jeep, que trasladaron a los
tripulantes del barco cubano, en que fue traído a La Habana".
Luego de varios días Nancy Gutiérrez y su
esposo explicaron que, al escuchar las declaraciones de Arguedas, partieron
para Arica, con la disposición de que el jeep no fuera incautado por las
autoridades del dictador Augusto Pinochet. Manifestaron que estaban dispuestos a
quemarlo antes y que una vez que fue montado en un barco de bandera libanesa
con destino a Panamá, regresaron a Bolivia.
En agosto de 1986 llegó al puerto
panameño de Colón, donde Mario Luis Noda, Vicecónsul de Cuba en Panamá, se
ocupó de la recepción en el muelle del puerto San Cristóbal, y garantizó el
reenvío para La Habana.
Con fecha 16 de septiembre de 1986,
informó que el jeep salió para La Habana, en el vapor “Aristo” al servicio de
la Corporación CIMEX y remitió el envío del Bill of Landig, fotos del estado en
que llegó, la documentación correspondiente, los conocimientos de embarque en
Arica y la propiedad del jeep.
Los trabajadores portuarios de Panamá
comenzaron a tejer una leyenda alrededor del jeep, que trasladaron a los
tripulantes del barco cubano, en que fue traído a La Habana, quienes le
hicieron guardia de honor durante la travesía.
Al llegar al puerto habanero,
transmitieron a sus colegas esas leyendas y los trabajadores lo protegieron con
lonas para evitar los daños del mar. La
noticia de la presencia del jeep corrió entre los funcionarios y trabajadores.
Así fue narrado el hecho al periodista Luis Hernández Serrano que lo publicó en
el periódico Juventud Rebelde y a las compañeras del Museo de la Revolución.
La especialista de esa institución Adela
Hernández fue una de las museólogas que estuvo presente cuando llegó el jeep a
ese centro, y señaló además que se han recibido documentos, fotos y objetos
enviados por nosotros desde Bolivia y agregó: Que como parte del patrimonio
histórico que atesora el Museo están los objetos y documentos donados por los
padres de Tania en el año 1988.
"Adela Hernández se refiere a las
donaciones de Elsa Montero, esposa de José Gómez Abad, oficial de la
Inteligencia cubana que entrenó a Tania en Praga quien entregó una capa de
agua, un gorro y un costurero".
Mencionó el uniforme deportivo, una
javita, un reloj de pulsera, una sombrilla pequeña, bufanda, vestido y
documentos de gran valor, que fueron pertenencias de ella desde la etapa
estudiantil.
Las compañeras que la conocieron relatan
que era desinteresada, bondadosa, desprendida de lo material. Algunas de sus
pertenencias quedaron como recuerdo para quienes le reciprocaban aprecio.
Adela Hernández se refiere a las
donaciones de Elsa Montero, esposa de José Gómez Abad, oficial de la
Inteligencia cubana que entrenó a Tania en Praga quien entregó una capa de
agua, un gorro y un costurero, regalos que les envió Tania y la periodista
Ángela Soto un vestido y otros obsequios que le entregó poco antes de partir de
Cuba.
En entrevista con la Primera bailarina
Alicia Alonso, narró que Tania le regaló un acordeón y que la enseñó a tocarlo.
Posterior a su caída en la emboscada del Río Grande, Alicia lo donó al Museo de
la Música, donde se conserva como patrimonio del pueblo cubano.
Historiadores cubanos
Publicado en @CorreodelAlba
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