Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Como ya se
advirtió hace varios meses desde las páginas de La Epoca, la construcción de
una matriz de opinión sobre la presunta permisibilidad del gobierno en la lucha
contra el narcotráfico o incluso la relación de algunas altas autoridades con
el tráfico de drogas, es una de las principales líneas políticas que se
utilizarán contra el proceso de cambio.
De eso se
han encargado de confirmar la semana pasada una publicación de la revista Veja,
las declaraciones del parlamentario Adrián Oliva y del ex presidente Jaime Paz
Zamora. No hay nada de qué extrañarse por la posición de la publicación
brasileña ni por la del diputado tarijeño con profundas relaciones con
personajes de ultraderecha como Álvaro Uribe y Henrique Capriles.
Lo que si
provoca una gran indignación es la declaración de Paz Zamora, pues él y su
partido, el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), que al parecer
quiere resucitar para participar en las elecciones de 2014, fueron denunciados
por la embajada de Estados Unidos por tener conexiones con algunos
narcotraficantes como Carmelo “Meco” Domínguez y el “Oso” Chavarría.
La campaña
desatada contra el gobierno de Paz Zamora fue impulsada directamente desde la
embajada estadounidense y operada a través del MNR en el Congreso Nacional. Al
cabo de la investigación de los “narcovínculos” el caso concluyó en una
aparente negociación política y solo uno de sus altos dirigentes pasó un tiempo
en la cárcel.
Años
después Paz Zamora sostiene, a pesar de conocer de lo que es capaz el imperio,
que ya no se podía decir que coca no es cocaína. Pero la afirmación del líder
mirista, quien boicoteó “desde adentro” al gobierno de Siles Suazo en el
período 1982-85, conformó el Acuerdo Patriótico con el ex dictador Hugo Banzer
Suárez y participó del último gobierno de Sánchez de Lozada, no refleja una
ignorancia de los éxitos de Bolivia en la lucha contra el narcotráfico respecto
de Colombia y Perú (que por lo demás siempre han contado con un apoyo
financiero cuantioso de EE.UU.), sino que traduce una posición política con
claros propósitos electorales y, quizá, conspirativos.
Lo de
menos es el egocentrismo del político tarijeño al recordar a los periodistas
que él fue el primer presidente boliviano en visitar oficialmente el Vaticano,
en una implícita alusión a la reunión del presidente Evo Morales con el Papa
Francisco. Lo que hay detrás de sus palabras es la decisión de ponerse al
servicio de una clara estrategia estadounidense contra el gobierno del cambio.
Así es cuando se cruza el puente.
Todo
indica que el gobierno indígena-campesino-popular enfrentará una guerra sucia
en los próximos meses y seguro se incrementará en la medida que se aproximen
las elecciones de 2014.
Editorial publicado en el
semanario La Época
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