Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
En este artículo publicamos extractos de una Entrevista a Dario Azzellini, investigador italiano sobre "nuevas guerras" y las Compañias Militares Privadas (CMP)
Por: Natalia
Aruguete y Walter Isaía
Página12
La idea del conflicto permanente crea condiciones para el surgimiento de un modelo económico que sería imposible de instalar en condiciones de paz. Al mismo tiempo, es cada vez más importante la intervención de Compañías Militares Privadas (CMP) en todo el mundo, desde Irak hasta Colombia.
La idea del conflicto permanente crea condiciones para el surgimiento de un modelo económico que sería imposible de instalar en condiciones de paz. Al mismo tiempo, es cada vez más importante la intervención de Compañías Militares Privadas (CMP) en todo el mundo, desde Irak hasta Colombia.
– ¿Qué significa la denominación “nuevas guerras”
que ustedes usan en el libro El negocio de la guerra?
–En el debate académico y –en parte – político, el
término “nuevas guerras” se introdujo para denominar el hecho de que más y más
guerras no se dan entre países sino al interior de países o entre, por lo
menos, un ejército regular y uno irregular. Pero el término se podría ampliar porque,
con los cambios de las estrategias de la conducción, vemos que hasta los países
con ejércitos regulares están externalizando la violencia a empresas privadas o
estructuras paramilitares: actores que no son los tradicionales de las guerras
“comunes”.
– ¿Se acabaron las guerras entre Estados?
–No es que se hayan acabado. Al contrario, en la
última década también hubo un reforzamiento de las guerras contra países, pero
se presentaron de otra manera. Los ataques a Afganistán o Irak han sido guerras
entre países, pero el porcentaje de las guerras irregulares en comparación con
las regulares está aumentando.
– ¿Esto obedece a la lógica neoliberal?
–Decimos que obedece a ciertas lógicas del
neoliberalismo en el sentido de aumentar ganancias. El sentido de la guerra
cambió. Tradicionalmente, era para cambiar las elites y el control de las
economías, o introducir otro modelo de dominio económico o político. Ahora, en
muchos casos, las guerras son permanentes. No se hace la guerra para
implementar otro modelo económico sino que la guerra misma es el mecanismo de
ganancias.
...
– ¿Cómo y cuándo nacen las Compañías Militares
Privadas (CMP)?
–Las primeras nacen inmediatamente después de la II
Guerra Mundial, porque el ejército de Estados Unidos tenía grandes capacidades
de transporte que ya no necesita mantener y empezó a privatizar parte del
transporte. Pero el verdadero boom de esas empresas empezó a fines de los ’80 y
se reforzó en forma masiva en los ’90. En la primera guerra de Estados Unidos
contra de Irak, la relación entre empleados de las CMP y soldados era de 1 a
100. En Afganistán, de 1 a 50/40. Ahora, en Irak hay 180 mil empleados de CMP,
según los datos del propio ejército norteamericano. Más cantidad que soldados
del ejército.
- ¿Qué actividades desarrollan estas compañías?
–Todas las que uno se pueda imaginar. El manejo de
armas sofisticadas (como aviones no tripulados, radares o misiles de buques
estadounidenses) en la primera oleada de ataques a Irak fue realizado por especialistas
de empresas privadas. Además reparten el correo, cocinan o lavan la ropa de los
soldados, montan los campamentos militares, las cárceles. En el caso de la
cárcel de Abu Ghraib hubo juicios e investigaciones en contra de menos de 10
soldados de Estados Unidos, cuando debería haber muchos más implicados. La
verdad es que la cárcel estaba manejada en todas sus funciones por dos empresas
privadas: CACI y Titan.
– ¿Cuáles son las ventajas de externalizar ese tipo
de tareas hacia las CMP?
–Que formalmente son civiles, entonces no pueden
ser juzgados por la Justicia militar. Al mismo tiempo, en sus contratos se les
asegura que no pueden ser sometidos a la Justicia civil de los países en los
que actúan. Prácticamente se crea un campo de impunidad. Y la única vía de
hacer algo en contra de esos crímenes es iniciar causas en Estados Unidos en
contra esas empresas. ¿Cuántas víctimas tienen la posibilidad de hacer eso?
Casi nadie.
– ¿Se crea una suerte de marco normativo del
accionar de estas empresas?
–Sí. Se legaliza todo el negocio de los mercenarios
con ese marco de impunidad. Además, se externaliza la responsabilidad. Miles
Frechette, ex embajador de Estados Unidos en Colombia, dijo que es muy cómodo
trabajar con esas empresas porque, si mueren, no son soldados de Estados Unidos
y, si hacen algo mal, la responsabilidad tampoco recae en los Estados Unidos.
En el caso de las DynCorp, que hace las fumigaciones de supuestos cultivos de
amapola y coca, en Colombia hay una causa internacional porque han fumigado
parte de Ecuador. Pero la empresa dice que ellos no pueden decir nada porque
parte de su contrato es no dar información a terceros. El contrato viene del
Pentágono. Entonces si un congresista le pide rendir cuentas, el Pentágono
presenta el contrato y dice: ellos hacen estas tareas. Si hacen algo más no lo
podemos controlar porque es una empresa privada.
– ¿Estas empresas son generalmente estadounidenses
contratadas por el Pentágono?
–La mayoría. De hecho, la mayor parte del
financiamiento viene de Estados Unidos. Del gasto militar a nivel mundial,
Estados Unidos ejecuta la mitad. Hay empresas también en Europa, empresas
rusas, en Asia. Pero las de Estados Unidos sólo trabajan con el consenso del
Pentágono. Puede que entrenen al ejército de Corea del Sur, pero con acuerdo
del Pentágono. A las empresas rusas u otras de países del Este las contrata
quien tenga dinero.
– ¿Cómo convive el ejército norteamericano con las
CMP?
–Depende de qué sectores del ejército hablemos. En
el campo concreto, probablemente haya conflictos, ya que los empleados de esas
empresas de seguridad suelen ganar más dinero que los soldados. Trabajan en
asuntos más riesgosos, con menos seguridad. Pero el trabajar juntos funciona
muy bien porque las empresas de seguridad son fundadas y organizadas por ex
miembros del ejército de Estados Unidos. También muchos políticos son dueños o
copartícipes de esas empresas. Hay empresas como la MPRI, fundada por generales
de Estados Unidos de la primera guerra contra Irak, que estuvieron durante un
tiempo en las reuniones del Pentágono. Hay nexos personales muy estrechos.
Eagle Aviation Services and Technology (EAST), que prestó el servicio a la CIA
en los años ’80, es la encargada del transporte de maquinaria en el marco del
Plan Colombia y del Plan antidrogas de América del Sur.
– ¿Cuánto dinero manejan estas empresas?
–Es un negocio que debe estar manejando alrededor
de 150 o 200 mil millones de dólares al año en el mundo. Las pequeñas fueron
compradas por más grande, mueven mucho dinero, varias cotizan en la Bolsa. Se
volvió un meganegocio en el que participan empresas que trabajan en otros
campos. Pero también hay nexos entre empresas transnacionales de recursos
naturales como petroleras y mineras.
– ¿Puede darnos un ejemplo?
–En la guerra en el Congo, antes de que Laurent
Cavila ganara, había transnacionales mineras que pagaban a mercenarios o
empresas militares privadas para acompañar a las diferentes facciones. Una vez
liberado un territorio minero, ya había ingenieros y las CMP con las mineras
tenían el control del territorio y hacían un acuerdo con la facción ganadora
para explotar el yacimiento.
– ¿Cómo es la contratación de las CMP?
–Son contratadas para hacer trabajos. Y ése también
es otro asunto para evadir el control. La ley norteamericana establece que
todos los contratos que superan los 50 millones de dólares tienen que ser
aprobados por el Congreso. Normalmente se fraccionan los contratos para que
sean menores y el Congreso ni se entera de esos contratos o de que se estén haciendo
esas misiones. Es la posibilidad de Estados Unidos de hacer intervenciones
militares en otros países sin que aparezcan como tales, porque no son sus
soldados los que actúan. Todos sabemos el impacto público que causa la imagen
de los soldados muertos con la bandera yanqui que regresan a EE.UU. Eso no
sucede si se muere un empleado de una empresa privada: no causa indignación
pública porque es como si se muriera un empleado de la IBM en Singapur. No le
importa a nadie. En Irak se puede asumir que han muerto, como mínimo, 2 mil
empleados de CMP. Eso ayuda a mantener el número de los caídos en un nivel
bajo.
– ¿Contratan empleados en América Latina?
–Lo de reclutar en América Latina ha crecido mucho
en los últimos cuatro años. Antes reclutaban mucho en Filipinas, Nepal, Fiji,
Estados Unidos, Inglaterra, Francia. Más acostumbrados a trabajar con cierta
modalidad. En Nepal, los gurkas tienen una tradición de 150 años de
mercenarios, y los de Fiji obtuvieron mucha formación en misiones de la ONU.
...
– ¿Existe alguna estrategia de Estados Unidos para
América Latina donde participen las CMP en el mediano largo plazo?
–Hay dos elementos, uno es una gran base de datos de
ex militares formados que participaron en dictaduras y fueron adaptados a las
formas nuevas de actuar del ejército de Estados Unidos para trabajar en Irak.
Hay miles de empleados latinoamericanos trabajando para las CMP: ex militares
de la Argentina, Chile, Honduras, El Salvador y policías especiales de Brasil,
Perú. Neskowin tenía su sede en Montevideo y reclutaba ex militares argentinos
y uruguayos para la Blackwater en Irak. La segunda es la ampliación masiva del
paramilitarismo en algunos países de Latinoamérica. En Venezuela empieza a
tener contactos con grupos de oposición, en Bolivia también con los
autonomistas de Santa Cruz y en Ecuador para formar como una especie de
contra stand by a mediano plazo. En Venezuela se puede traducir en una combinación
entre las estructuras paramilitares y personal contratado que monte algo
similar a la contra como fue en Nicaragua.
Siguenos en Facebook https://www.facebook.com/escuelanacional.deformacionpolitica
Twitter @escuelanfp
Twitter @escuelanfp
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios