Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Mujeres y
niñas, 80% de las víctimas: activistas; el delito afecta a 4 millones en el
mundo. Indígenas, jornaleros, afrodescendientes, migrantes y jóvenes, los
sectores más vulnerables
De acuerdo con la Organización Internacional para
las Migraciones, cada año 20 mil personas son secuestradas en México con fines
de explotación laboral y sexual, siendo las niñas y mujeres 80 por ciento de
las víctimas.
Informaron lo anterior Gretchen Kuhner, coordinadora del Instituto para las Mujeres en la Migración; Mónica Salazar, del Colectivo contra la Trata de Personas en México; Aída Díaz, de la Coalición para la Abolición de la Esclavitud y la Trata de Personas (CAST, por sus siglas en inglés), y Antonia Chávez, del Observatorio Latinoamericano sobre Trata y Tráfico de Personas, capítulo México.
En conferencia de prensa, en la cual presentaron a la mexicana Flor Molina y a la colombiana Marcela Loaiza, víctimas de trata con fines de explotación sexual y laboral, respectivamente, las activistas señalaron que la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito estima que esos hechos involucran cada año a más de 4 millones de mujeres y niñas en el mundo, las cuales son vendidas con para los fines referidos, así como para el tráfico de órganos o la mendicidad.
En el caso de México, refirieron, la trata se ha recrudecido por el clima de violencia y la ausencia de políticas públicas para atender y mejorar las condiciones de vulnerabilidad y pobreza extrema de niñas y mujeres explotadas a escalas nacional e internacional.
Ante el creciente número de víctimas, las activistas y las sobrevivientes de trata consideraron de la mayor relevancia que las autoridades de los tres niveles de gobierno atiendan las necesidades de los grupos sociales en situación de vulnerabilidad, en particular las poblaciones indígenas, jornaleras agrícolas, afrodescendientes, migrantes, jóvenes, niñas y mujeres insertas en contextos de crimen organizado o en reclusión.
Al dar su testimonio, Molina refirió ser víctima de trata laboral. La indígena de la sierra norte de Puebla relató que fue enganchada luego de que falleció su pequeña hija, a quien no pudo atender en un hospital por carecer de recursos. Temerosa de la suerte de sus otros dos hijos, y ante una "oferta" que le hicieron, decidió irse a Estados Unidos a laborar.
Molina se fue de su comunidad, junto con su maestra de costura, con el viaje pagado, una oferta de trabajo, alojamiento, comida y "buen salario". Lo que no sabía es que sería recluida en una fábrica de ropa de Los Ángeles, “con una jornada de las 4 de la madrugada a las 10 de la noche, o más tarde, en condiciones de abuso y violencia. Su tratante la sigue buscando y persiguiendo, según dijo.
El caso de Loaiza fue distinto, pero también grave. Ella fue enganchada por la mafia japonesa y prostituida durante 18 meses en Japón, donde sufrió todo tipo de vejaciones. Hoy tiene una fundación en Colombia con su nombre, ha escrito dos libros y es la cara pública de la campaña de Naciones Unidas contra la trata de personas.
Víctimas y activistas señalaron que es necesario que los gobiernos, organizaciones sociales y medios de comunicación no revictimicen, estigmaticen ni discriminen a las personas que han vivido alguna situación de trata, y se realicen acciones que prevengan a más personas sobre este crimen, entre otras propuestas.
Informaron lo anterior Gretchen Kuhner, coordinadora del Instituto para las Mujeres en la Migración; Mónica Salazar, del Colectivo contra la Trata de Personas en México; Aída Díaz, de la Coalición para la Abolición de la Esclavitud y la Trata de Personas (CAST, por sus siglas en inglés), y Antonia Chávez, del Observatorio Latinoamericano sobre Trata y Tráfico de Personas, capítulo México.
En conferencia de prensa, en la cual presentaron a la mexicana Flor Molina y a la colombiana Marcela Loaiza, víctimas de trata con fines de explotación sexual y laboral, respectivamente, las activistas señalaron que la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito estima que esos hechos involucran cada año a más de 4 millones de mujeres y niñas en el mundo, las cuales son vendidas con para los fines referidos, así como para el tráfico de órganos o la mendicidad.
En el caso de México, refirieron, la trata se ha recrudecido por el clima de violencia y la ausencia de políticas públicas para atender y mejorar las condiciones de vulnerabilidad y pobreza extrema de niñas y mujeres explotadas a escalas nacional e internacional.
Ante el creciente número de víctimas, las activistas y las sobrevivientes de trata consideraron de la mayor relevancia que las autoridades de los tres niveles de gobierno atiendan las necesidades de los grupos sociales en situación de vulnerabilidad, en particular las poblaciones indígenas, jornaleras agrícolas, afrodescendientes, migrantes, jóvenes, niñas y mujeres insertas en contextos de crimen organizado o en reclusión.
Al dar su testimonio, Molina refirió ser víctima de trata laboral. La indígena de la sierra norte de Puebla relató que fue enganchada luego de que falleció su pequeña hija, a quien no pudo atender en un hospital por carecer de recursos. Temerosa de la suerte de sus otros dos hijos, y ante una "oferta" que le hicieron, decidió irse a Estados Unidos a laborar.
Molina se fue de su comunidad, junto con su maestra de costura, con el viaje pagado, una oferta de trabajo, alojamiento, comida y "buen salario". Lo que no sabía es que sería recluida en una fábrica de ropa de Los Ángeles, “con una jornada de las 4 de la madrugada a las 10 de la noche, o más tarde, en condiciones de abuso y violencia. Su tratante la sigue buscando y persiguiendo, según dijo.
El caso de Loaiza fue distinto, pero también grave. Ella fue enganchada por la mafia japonesa y prostituida durante 18 meses en Japón, donde sufrió todo tipo de vejaciones. Hoy tiene una fundación en Colombia con su nombre, ha escrito dos libros y es la cara pública de la campaña de Naciones Unidas contra la trata de personas.
Víctimas y activistas señalaron que es necesario que los gobiernos, organizaciones sociales y medios de comunicación no revictimicen, estigmaticen ni discriminen a las personas que han vivido alguna situación de trata, y se realicen acciones que prevengan a más personas sobre este crimen, entre otras propuestas.
Fuente: La Jornada/México
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