Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Verónica Córdova
Un niño tiene derecho a ser deseado. Un niño tiene
derecho a que su madre lo espere con ansias, con amor, con impaciencia. Un niño
tiene derecho a que sus padres no lo vean como a un error, sino como a una
esperanza. Un niño tiene derecho a que su llegada no sea motivo de vergüenza,
de temor, de resignación, ni de angustia.
Un niño no es una bandera. No es una carga. No es un
ancla. No es una culpa. No es una consecuencia. Un hijo no debe ser la marca
indeleble de un momento de violencia. No debe ser una cadena. No debe ser la
razón por la que los sueños y perspectivas de sus padres queden en la nada. No
debe ser causa y culpable de nuestras desgracias.
En esta tercera columna que dedico a este tema, quiero
decir que quienes en Bolivia demandamos la despenalización del aborto no lo
hacemos por asesinas, ni por egoístas, ni por insensibles, ni porque tengamos
la necesidad matar a todo niño que se nos pare al frente. No estamos por la
muerte. Estamos, también, por la vida. Por la vida digna y feliz de los niños
que llegan a un hogar donde se los espera con amor y confianza. Por la vida
plena y llena de esperanzas de las jóvenes que apenas empiezan a vivir y a
amar, y se merecen hacerlo sin pagar por ello el resto de sus vidas. Por la
vida honesta y llena de fortaleza de las mujeres que ya han sido madres una y
otra y otra vez, y ya no quieren serlo nuevamente, por el bien de los propios
hijos que ya tienen.
Los que defendemos la despenalización del aborto no
proclamamos que éste sea bueno, productivo ni deseable. Sólo que no podemos,
honestamente, cerrar los ojos a la realidad que nos rodea: el aborto existe.
Los embarazos en adolescentes existen y cada año se incrementan. Las
violaciones existen y de ellas se conciben cada día hijos que no se desean.
El debate por la despenalización, si algo de bueno
tiene, es que ha puesto esa innegable realidad sobre el tapete y nos ha
obligado a formular como sociedad demandas específicas: queremos una educación
sexual verdadera, sin tapujos, sin medias verdades, sin moralismos, para que
ninguna mujer se embarace si no lo desea. Queremos anticonceptivos gratuitos,
de libre disponibilidad para todos (¡también para las adolescentes!), a fin de
que ninguna mujer tenga que abortar en ningún momento desgraciado de su vida. Y
queremos que el aborto deje de ser clandestino, para que no muera la madre
junto con el niño no nacido. Es así como entendemos, realmente, la defensa de
la vida.
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