Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
El 16 de septiembre de 1976 diez estudiantes secundarios de la Escuela Normal Nro 3 de la Plata son secuestrados tras participar en una campaña por el boleto estudiantil. Tenían entre 14 y 17 años. El operativo fue realizado por el Batallón 601 del Servicio de Inteligencia del Ejercito y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, dirigida en ese entonces por el general Ramón Camps, que calificó al suceso como lucha contra "el accionar subversivo en las escuelas". Este hecho es recordado como "La noche de los lápices".
LOS ESTUDIANTES SECUNDARIOS Y LA POLITICA ENTRE 1973-1976
El arribo de la democracia en el mes de mayo de 1973, luego de un proceso creciente de enfrentamientos contra la dictadura miliar que gobernaba desde junio de 1966, trajo consigo la irrupción en la vida política y social de los distintos sectores populares que habían experimentado un crecimiento sustancial durante las luchas; entre ellos, los estudiantes secundarios.
En el movimiento estudiantil secundario se vivieron experiencias hasta ese momentos inéditas en lo referente a participación política, en tanto ésta es atendida en un sentido partidario más o menos directo.
El diario La Opinión editó en 1973 un suplemento
dedicado al análisis de los fenómenos políticos entre los adolescentes. En
dicho suplemento se publicaron los resultados de una encuesta que realizó el
periódico entre 252 estudiantes. Se comprobó que el 30,3% de los jóvenes
encuestados tenía algún tipo de participación política.
La política había impregnado el conjunto de la vida
estudiantil, dentro y fuera de los colegios. Las organizaciones políticas
vieron incrementado notoriamente el número de sus militantes y el grado de su
influencia. Según el suplemento citado, "las tres fuerzas más importantes
son, en este orden, la Unión de Estudiantes Secundarios, (UES), la Federación
Juvenil Comunista (FJC) y la Juventud Secundaria Peronista (JSP)"
La encuesta de La Opinión revelaba también que en 1973 los estudiantes secundarios se inclinaban ante figuras emblemáticas de la izquierda, con la salvedad de Perón, quién asumía, para una porción amplia de los estudiantes, contornos casi revolucionarios. Pese a todo, quien encabeza la encuesta era el Che Guevara con el 67%, a continuación venía J. D. Perón con 66% y a mayor distancia, Salvador Allende con 19%; Fidel Castro con 19%; Eva Perón 17 % y Mao-Tsé-Tung con 16%.
En esta encuesta queda por demás claro que para
aquélla generación de estudiantes los referentes revolucionarios y socialistas
eran los que ocupaban más espacio en la conciencia estudiantil.
En aquellos años se había alcanzado un nivel de
conciencia, acción y participación bastante elevados con lo cual el nivel de
cuestionamiento al sistema capitalista era de por demás peligroso para la
burguesía y los sectores reaccionarios de nuestro país.
EL GOLPE DE 1976
En la historia de nuestro país, como en el resto de
América latina, los golpes de Estado siempre estuvieron al servicio de la clase
dominante y del imperialismo. Pero el golpe de Estado de 1976 se podría
caracterizar no tan solo como el más sangriento vivido en la historia de
nuestro país, sino también como el más pro-imperialista, ya que el estado
político-económico que dejó la dictadura le sirvió al imperialismo para
garantizar su hegemonía en la región durante décadas.
LOS OBJETIVOS DEL PROCESO
Uno de los objetivos más tenazmente buscado por la dictadura militar que gobernó entre 1976 y 1983 fue neutralizar a buena parte de la juventud y ganar a una porción para su propio proyecto reaccionario.
Para los que no encajaban en sus esquemas se
aplicaban distintos métodos "preventivos", desde el asesinato y la
desaparición, hasta la más refinadas formas de marginación social y
psicológica, pasando, claro esta, por la clásica y tradicional prisión.
Cuando asumieron en 1976 los militares consideraban
que en la Argentina había una generación perdida: la juventud. Esta, por la
sofisticada acción de "ideólogos" se había vuelto rebelde y
contestataria.
Si bien el gobierno militar toma en cuenta la
situación en la que se encontraba la juventud argentina, no fue tan obstinado
como para suponer que se debía atacar a toda la juventud por igual. La política
hacia los jóvenes parte de considerar que los que habían pasado por la
experiencia del Cordobazo y demás luchas previas a 1973, los que habían vivido
con algún grado de participación el proceso de los años 73, 74 y 75, los
estudiantes universitarios y los jóvenes obreros, eran en su mayoría
irrecuperables y en consecuencia había que combatirlos. Para ello utilizaron un
pretexto tan obvio como falaz: se trataba de subversivos reales o potenciales
que ponían en riesgo al conjunto del cuerpo social. El ser joven pasa a ser un
peligro.
Al mismo tiempo, y pensando en el largo plazo, se
empieza a desarrollar una estrategia que va más allá de la eliminación del
"enemigo". Se empieza a poner la mira sobre el relevo. Ahí están los
estudiantes secundarios. Al momento del golpe tienen entre 13 y 18 años más de
un millón de jóvenes.
EL
TERROR EN LAS AULAS
Uno de los aspectos más dramáticos de la represión vivida en aquellos años fue el secuestro de adolescentes. Llegaron a 250 los desaparecidos que tenían entre 13 y 18 años, claro que no todos estudiaban. Muchos se habían visto obligados a abandonar la escuela para incorporarse al mundo del trabajo.
Pero de los procedimientos utilizados surge
claramente que no se trataba de hechos aislados, sino de una investigación
pormenorizada en distintas escuelas. En una entrevista concedida a un grupo de
padres, un coronel de Campo de Mayo les expresó que se llevaban a los jóvenes
que habían estudiado "en colegios subversivos para cambiarles las
ideas".
El 16 de septiembre de 1976, 10 estudiantes
secundarios de la Escuela Normal Nº 3 de la Plata, son secuestrados tras
participar en una campaña por el boleto estudiantil. Todos tenían entre 14 y 17
años. El operativo fue realizado por el Batallón 601 del servicio de
Inteligencia del ejercito y la Policía de la Provincia de Buenos Aires,
dirigida en ese entonces por el general Ramón Camps, que califico al suceso
como "accionar subversivo en las Escuelas". Este hecho es recordado
como "La noche de los lápices".
Solo tres de ellos aparecieron un tiempo después.
Pablo Díaz, uno de los liberados, declaró en el juicio a las ex juntas:
"Yo pertenecía a la Coordinadora de Estudiantes Secundarios de la Plata y
con los chicos del colegio fuimos a presentar una nota al Ministerio de Obras
Públicas".
Levantaron chicos en algunos colegios que tenían
"marcados" y enemigo era todo aquel estudiante que se preocupara por
los problemas sociales, por fomentar entre los estudiantes la participación y
la defensa de los derechos de los mismos.
HOY LOS LAPICES SIGUEN ESCRIBIENDO.
Hoy los estudiantes secundarios están de a poco recuperando aquella tradición de lucha y defensa por los derechos a una educación al servicio del pueblo y con mayor presupuesto.
Hoy los secundarios, sector dinámico de nuestra sociedad, tienen un doble desafío, que es la de reconstruir la memoria de lucha de nuestro pueblo y la de reorganizarse para enfrentar eL calamitoso estado de nuestra educación, ya que ellos son los más perjudicados.
[La ilustración pertenece a Ricardo Ajler]
fuente: http://www.elortiba.org/lapices.html
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