Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Eduardo Gudynas
Cuando
terminaron de bajar los correos-e en mi computadora, lo vi inmediatamente. El
remitente era René Zavaleta Mercado. Quedé atónito. Sólo al día siguiente se lo
conté a mi esposa, antes que a nadie más.
Ella
no me creía y me repetía: “Zavaleta murió hace años”. Tenía razón. Pero como yo
seguía fascinado con el privilegio de contar con ese email, ella volvía a la
carga: “Ni siquiera existía el correo-e en aquellos años”. Tenía razón otra
vez. Pero yo estaba encantado de haber recibido un mensaje de Zavaleta Mercado.
Así
es que fui a la computadora para verificar la fecha de envío. Claramente
indicaba que fue despachado el 3 de agosto de 1979. De nuevo volvía a pensar
que tenía conmigo un texto original. Pero el problema era que el mensaje había
tardado 34 años en llegar.
Tal
vez esa lentitud no debía sorprender, ya que confirmaría lo que dicen algunos
sobre los ritmos cansinos en Bolivia o su desconexión del vértigo global. Pero
mirando con más seriedad, Bolivia no ha estado inmóvil y en los últimos años
ocurrieron cambios radicales.
Sea
de una manera u otra, persistían muchas dudas e incógnitas. ¿Alguien estaría
enviando correos-e con una firma falsa? ¿Quién podría hacer eso? Tal vez algún
nerd experto en computadoras, un grupo académico, la oposición o tal vez amigos
incondicionales del Gobierno, estaban intentando alguna jugada con esto.
No
creo que sea una treta extranjera, aunque no faltará quienes pensarán que -en
tiempos de espionaje global- ese email sea una simple maniobra de los espías
cibernéticos para confundir todavía más los debates actuales.
O
simplemente eran como mensajes en una botella que se lanzaban al océano, donde
navegaban por años y años, hasta que alguien tuviera la suerte de rescatarlos.
Excedentes
e ideología
Tal
vez la solución se encontraba dentro del propio email. A juzgar por su
contenido parecía genuino. Era a la vez viejo, con palabras propias de los años
70, pero también era actual, como si el autor hubiese leído Página Siete de
ayer, o mirado el noticiero en la televisión.
El
texto era convincente. No me parece adecuado transcribirlo textualmente; me
aborda un cierto sentimiento de sacrilegio. Pero puedo compartir su contenido
esencial.
Comienza
por una reacción a los empujes de lo que hoy llamamos extractivismos, al estar
basados en explotaciones mineras, petroleras o agrícolas intensivas. Zavaleta
señala que esos casos responden a distintas renovaciones de la idea de
excedente.
Pero
advierte que esta es una concepción no sólo del capitalismo actual, sino que
tiene por detrás las viejas fantasías de la abundancia y la codicia que
alimentaban los mitos de El Dorado o Gran Paitití.
Enseguida,
Zavaleta recuerda que las mediaciones entre los oprimidos y los opresores se
vuelven más sencillas si se cuenta con un amplio excedente para disponer de
dinero, prebendas o gratificaciones, y que esto hace que pueda convertirse en
el factor clave del cambio.
A
mi modo de ver esa frase de Zavaleta evoca los actuales mensajes que pregonan
un horizonte de enormes riquezas a partir de los recursos naturales, con una
obsesión tal que desconoce sus impactos sociales y ambientales, a cambio de la
promesa de más dinero para repartir.
Es
precisamente allí, dice Zavaleta, donde anida la concepción de la riqueza como
creadora del poder, expresando así una noción vertical, reaccionaria y elitista
frente al pueblo.
El
énfasis en los excedentes refuerza ese tipo de relaciones. Se busca un cambio
más por la compra de lealtades que por la reforma intelectual, repitiéndose -de
esta manera- la herencia histórica de las osificaciones conservadoras.
Zavaleta
dedica otro párrafo del email a recordar que este énfasis en los excedentes
también determinan la sucesión de los modos productivos. Cuanto más se insiste
en el extractivismo para recaudar excedentes, más nos hundimos en un tipo de
desarrollo monocorde, con menores posibilidades de diversificación.
Por
un lado, esto hace que se reduzcan las opciones alternativas y por el otro, se
refuerce la seducción a una nueva cultura que busca su taja en esos excedentes
y el acceso al consumo popular.
Todo
ello, agrega Zavaleta, es una forma de supeditación real del obrero al capital.
Sin duda esa idea en estos días se diría de otra manera, pero es fácilmente
entendible. El email concluye alertando que de estas maneras, el excedente se
vuelve un transmisor de ideología, y ello es posible porque en la base hay una
cierta apetencia receptiva.
Lo
que pocos quieren escuchar, por supuesto que este mensaje de Zavaleta deja a
cualquiera pensando. Pero aunque no puedo explicar su origen tecnológicamente,
reconozco que no todo debe ser justificado racionalmente y menos en el mundo
andino.
Así
es que estoy convencido de que el email que recibí anoche es de Zavaleta, llegó
por otros medios y desde otros tiempos. Es más, al observar detenidamente los
códigos que están al inicio del mensaje, me encontré con que también fue
enviado a muchas otras personas en La
Paz , Cochabamba, y en otros sitios. ¿Por qué no reaccionaron
esos otros destinatarios? ¿Entendieron que eran bromas que debían ser
desechadas, o el filtro del spam los detuvo?
Para
descifrar este problema, tuve que recurrir a las enseñanzas de una
cochabambina, entrada en años, que me apresuró a aclarar que no es la amiga de
Paulovich, sino otra más adusta y que mucho sabe sobre lo oculto.
Esta
mujer me explicó que ese tipo de mensajes siempre están llegando a nosotros, no
sólo de Zavaleta Mercado, sino de muchos otros intelectuales y militantes.
Muchos de ellos están muy inquietos con lo que sucede en Bolivia. Algunos
envían sus voces como ecos, otros escriben ocasiones cartas y ahora hasta usan
el email.
Aunque
siempre han estado allí esos dichos y saberes, en la actualidad hay muchos que
ya no los entienden. Unos cuantos más sin duda los comprenden, pero como sus
palabras desnudan sus propios desvíos y contradicciones, prefieren desecharlas.
Nunca
las reconocerían en público, un poco por vergüenza y otro por temor.
Pero
esas ideas seguirán permaneciendo. Entretanto, miraste tu celular, ¿cuál es el
mensaje que te dejó Zavaleta Mercado? Si no está allí, seguramente sabes dónde
encontrarlo.
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