Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Comunicado de la Delegación de Paz de las FARC – EP desde
La Habana
Culminamos este 10 de agosto un nuevo ciclo de conversaciones de paz en La
Habana con avances significativos en la construcción de un acuerdo en torno al
punto dos de la Agenda referido a la Participación Política. Estamos dando los
primeros pasos en esa dirección.
Tuvimos en esta ronda el gran honor de escuchar a académicos expertos de la
estatura intelectual de Víctor Manuel Moncayo, Marco Romero, Carlos Medina
Gallego y Sergio de Zubiría, profesores del Centro de Pensamiento de la
Universidad Nacional y de los Andes. Días atrás habíamos escuchado las
esclarecedoras disertaciones de los doctores Alberto Rojas Puyo y Fabio
Velásquez que nos entregaron como insumos para la discusión el producto de sus
ideas para la Participación Política y Ciudadana, herramienta indispensable
para la construcción de un nuevo país.
Nos recordaron los profesores que el conflicto en Colombia tienen causas
estructurales; que aquí hubo un estado de sitio permanente que atropelló
derechos ciudadanos durante muchos años; que la paz debe ser política de Estado
para que los eventuales acuerdos, perduren; que debemos buscar un modelo
incluyente de democracia, que no acabe con la confrontación de las ideas, pero
que nos saque de la guerra. Con ellos coincidimos en la certeza de que sin el ejercicio
de la oposición política no hay democracia, que la movilización ciudadana es el
más eficaz contrapeso a los grupos de poder, y que los Foros colocaron la voz
ausente de las organizaciones sociales en la mesa de conversaciones y
produjeron los insumos de sus propias demandas.
En Colombia hay un descrédito creciente de la política, y por ello estamos
convocando a un acuerdo de voluntades para refundarla y reinventarla, para que
sirva a todos, especialmente a las mayorías ignoradas y para que sirva a la paz
y a la reconciliación. Para que el acuerdo se convierta en verdadero tratado de
paz, tendrá que remontar las fronteras y las líneas rojas que se atraviesan a
la posibilidad de cambios estructurales, legislativos y constitucionales.
Queremos que la guerra emprenda su marcha irreversible hacia la política en un
ambiente de justicia social y democracia verdadera.
Tras este propósito superior, y derecho síntesis, la paz, hemos presentado
a consideración del país y del gobierno nacional 10 propuestas mínimas para la
participación política para la democratización real, la paz con justicia social
y la reconciliación nacional, de cuyas primeras cinco se derivan ya, 49
propuestas, entre las que destacamos “participación política y reestructuración
democrática del Estado, creación del poder popular, límites a la concentración
del poder público, rediseño del orden jurídico-económico, reforma democrática a
la justicia, reforma política democrática y electoral, creación de la
circunscripción de paz, conformación legal de un nuevo movimiento político,
democratización de la propiedad sobre los medios de comunicación y
fortalecimiento de la propiedad pública estatal y comunitaria, ordenamiento
territorial para la democratización y la participación política y social, conformación
de la cámara territorial que asuma la voz olvidada de las regiones, y
convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, entre otras.
Por otra parte, queremos reiterar que el tema de la verdad histórica y el
de la justicia transicional que está siendo considerado por estos días en la
Corte Constitucional a instancias del gobierno, hacen parte de la Agenda como
componentes del punto quinto, y deben ser debatidos en la mesa de La Habana y
no en Bogotá. En estas circunstancias la esperada sentencia de la Corte puede
constituirse en un petardo contra las conversaciones que buscan una salida
política al conflicto. Los que insisten en hacer prevalecer parcializados
aspectos jurídicos sobre el anhelo mayoritario de paz, podrían estar generando
innecesariamente motivos para la continuación de la guerra y la generación de
nuevas víctimas. Este asunto debe ser resuelto sin injerencias externas,
soberanamente entre los colombianos. El poder creador, el constituyente
primario, es el que tiene la palabra, es el que puede. Ese soberano puede más
que el poder constituido, y es que las cortes externas no deben interferir si
es una Constituyente la que alcanza la paz.
La Constituyente es la fuente de toda autoridad, el summun de la autoridad
del pueblo y expresión de la soberanía nacional. No hay otra salida.
La historia de la contienda colombiana no puede ser investigada, relatada,
por una sola de las partes en conflicto. Debe ser integral, abarcadora,
contando lo de todos. Hay que precisar la responsabilidad política del Estado,
de los partidos, de la clase dirigente. Precisar quién ordenó asesinar a Jorge
Eliécer Gaitán, el alcance de la injerencia de los Estados Unidos en el
conflicto interno de Colombia, la guerra de baja intensidad, el papel de la
Escuela de las Américas. Establecer quiénes apoyaron económica y políticamente
a las hordas paramilitares que asolaron al país, quién o quiénes diseñaron la
estrategia de exterminio del movimiento político Unión Patriótica, quién la de
los falsos positivos... Por eso insistimos en la creación de la Gran Comisión
de la responsabilidad histórica integrada por nacionales y personalidades del
ámbito internacional, que evalúe y complemente el informe general del grupo de
memoria histórica y entregue nuevos insumos a la mesa.
Para mayor rigor histórico -reiteramos-, se deberá acceder a los archivos
de los organismos de inteligencia de los años 40 y 50, del SIC, del DAS, de la
inteligencia de la policía y el ejército y demás organismos secretos de
inteligencia, así como a las actas de los Consejos de Ministros que recogen las
órdenes de detención impartidas por el gobierno sin orden judicial, a la luz de
la aberrante facultad que le otorgaba la vieja Constitución.
Hemos afirmado que las víctimas son víctimas del conflicto, que el Estado
es responsable por acción o por omisión, lo que fue reconocido recientemente
por el Presidente de la República, Juan Manuel Santos.
Es pertinente insistir que en todos los casos en donde se ha aplicado
justicia transicional o marcos jurídicos como el que se pretende en Colombia,
el conflicto o las dictaduras se superaron primero; el conflicto llegó a su fin
con un vencedor y, los ganadores aplicaron sus reglas del juego con sus
gobiernos nuevos y sus aparatos jurisdiccionales nuevos; y este no es el caso
de Colombia. Este tema no puede tramitarse unilateralmente. Como está
demostrado, el Estado responsable no puede ser juez y parte para efectos de una
ley de transición, con el pretexto de aplicarle justicia a la otra parte
contendiente.
Finalmente, queremos reiterar que es nuestro anhelo, que el conjunto de la
sociedad se vincule a las discusiones y definiciones sobre la paz de Colombia,
considerando que este es un asunto que atañe a todos. Dentro de esa
perspectiva, queremos invitar a los partidos políticos y a los precandidatos
presidenciales a La Habana para intercambiar sobre los problemas múltiples que
aquejan al país, y para buscar un entendimiento que permita colocar más y más
cimientos a este emprendimiento de construir la paz sobre sólidas bases de
justicia social, que nos reconcilie para siempre.
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