Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
Veronica Rocha
Hace cinco años, la noche del
10 de agosto de 2008, se hacían públicos los resultados preliminares de lo que
fue el referéndum revocatorio de mandato para Presidente y los entonces
Prefectos. Los resultados daban cuenta de que el país había reafirmado su
voluntad de mantener a las autoridades electas en sus cargos, salvo a Manfred
Reyes Villa y a José Luis Paredes, ex prefectos de Cochabamba y La Paz, respectivamente.
Inmediatamente el gobierno central, sabiéndose triunfador, convocaría al inicio
de un diálogo político para el 11 de agosto en la ciudad de La Paz. La otrora
Conalde, lastimada a muerte por los resultados, rechazaría la convocatoria y
anunciaría el inicio de medidas de presión en su lucha por el IDH, Rubén Costas
señalaría entonces “tenemos nuestra agenda y no vamos a estar acudiendo a esta
convocatoria como si fuéramos ‘sus muchachos’”.
Eran tiempos de confrontación,
las vías de escape que las urnas habían podido significar, reestablecerían y
legitimarían la correlación de fuerzas pero desde entonces la llamada “media
luna”, no estaba dispuesta a bajar los brazos en la arremetida contra el
gobierno de Morales. La señal recibida el día diez del mes de agosto, era muy
contundente, les tocaba resistir; era su única vía de supervivencia. Si bien el
14 la Conalde determinaría levantar el ayuno voluntario que ya llevaba 11 días
en cinco regiones, advertirían en ese mismo momento que las medidas no sólo
continuarían luego, sino que serían más radicales. Y así fue. Así inició una de
las más grandes escaladas de violencia que el país viviría en este nuevo
tiempo.
Todas las
amenazas-afrentas que habían tenido lugar antes, pero sobre todo después del 10
de agosto, encontrarían su triste inflexión, un mes después, el 9 de
septiembre, cuando la impotencia de los sectores radicales cruceños,
encabezados por la Unión Juvenil Cruceñista (hoy irónicamente aliada con el
partido de gobierno) iniciaría la indignante toma y destrozo de
instituciones estatales: Impuestos Internos, INRA, Entel, Canal 7 entre otros.
Iniciando la ola de tomas en varios departamentos. Así, en medio de todo el
ambiente de tensión, la decisión de los sectores radicales pasaría por la toma
física del Estado para consolidar su objetivo político, escondido bajo las
banderas de la autonomía. Pero ese episodio, por supuesto, no cerraría ni la
confrontación, ni el intento de desestabilización cívico-prefectural que
algunos sectores impulsaron a nombre de aspiración autonómica desde algunas
regiones del país.
Varios movimientos sociales,
sectores rurales, indígenas, migrantes y sobre todo partidarios del MAS
observaban atentos cómo la ciudad de Santa Cruz -en inicio- y Pando, Beni y
Chuquisaca –luego- se convertían en presa de la intolerancia y de la ilegalidad,
a nombre de la autonomía y los recursos naturales. Vigilantes y, ahora sí,
decididos a la defensa de la democracia, el 10 de septiembre ponen en marcha
una decisión postergada; exactamente un mes después de las urnas, se inicia un
cerco en defensa de la democracia, en exigencia del diálogo y la viabilización
del referéndum aprobatorio de la Constitución y la preservación de los
contenidos de las Autonomías Indígenas, Territorios y Recursos Naturales en el
texto constitucional propuesto. Así se inició (otra vez) el cerco. Lo que
pasaría al día siguiente en otro lugar del país es ya parte de la triste
historia de nuestra construcción de Estado versus los resabios más claros del
caciquismo feudal anclado en lugares donde el Estado no había llegado hasta entonces.
Lo demás es silencio, titularía Monterroso. Pero pasó, hace cinco años. Y la
memoria asoma a visitarnos, siempre que se acerca septiembre.
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