Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Olga Rodríguez
Se habla de
una inminente intervención militar en Siria. Hay quien lamenta que no se haya
producido antes, que Estados Unidos y sus aliados no “reaccionaran” hasta
ahora. No ha sido desinterés, sino más bien una apuesta estratégica calculada.
Desde hace
más de dos años Rusia e Irán apoyan militarmente al régimen sirio. A su vez,
diversas potencias occidentales, así como sus aliados en Oriente Medio, intervienen
en Siria de forma más o menos subterránea, proporcionando armas e información
de inteligencia a los rebeldes. Francia y Estados Unidos, entre otros, han
suministrado ayuda militar a los grupos armados de la oposición. La CIA y los
servicios secretos británicos trabajan en el terreno apoyando a los rebeldes
sirios y aconsejando a los países del Golfo sobre los grupos a los que deben
armar.
El material
bélico facilitado a los rebeldes que luchan contra Assad ha llegado
principalmente a través de los países del Golfo y Turquía, y ha sido medido con
precisión desde 2011, para que estos no dispusieran de armamento pesado. De
este modo los ‘rebeldes’ han podido herir pero no tumbar el gobierno de Assad;
han contado con capacidad suficiente para resistir pero no para vencer. Y así,
el conflicto se ha mantenido en un nivel que permite a ambos bandos sobrevivir,
desgastándose. Es el punto muerto, la situación indefinida que hasta ahora ha
convenido a algunos actores internacionales involucrados de un modo u otro en
el conflicto.
No es algo
nuevo. En los años ochenta, cuando estalló la guerra entre Irán e Irak,
Washington proporcionó apoyo, armas e información militar a Bagdad, y de hecho
Sadam Hussein empleó gas sarín estadounidense contra población iraní y kurda.
Pero en una estrategia de doble juego EEUU también facilitó secretamente
armamento a Irán entre 1985 y 1987 a través de una red de tráfico de armas
estadounideses e israelíes organizada por la CIA.
Con los
beneficios de ese negocio, Washington apoyó a la Contra nicaragüense y a la
guerrilla afgana que luchaba contra las tropas soviéticas en Afganistán. La
operación fue conocida con el nombre de “Irangate”. De este modo Estados Unidos
contribuyó a la prolongación de la guerra entre Bagdad y Teherán, con el
propósito de desgastar a dos países estratégicos y con petróleo y de dejarlos
fuera de juego. Si ambos perdían, Washington ganaba.
La búsqueda de una partida de ajedrez en tablas
En el caso
sirio se considera que si algún bando gana, Estados Unidos pierde (y con él,
Israel). Es la premisa aceptada en ciertos círculos políticos y diplomáticos
occidentales. Por eso se ha apostado por la guerra del desgaste, por el punto
muerto, por una situación indefinida. Ahora que Assad había tomado ventaja con
respecto a sus enemigos, la comunidad occidental anuncia un nuevo nivel de
intervención en Siria.
Así lo
expresaba esta semana, sin pudor alguno, Edward Luttwak, del Center for
Strategic and International Studies, en un artículo publicado en The New York
Times:
“Un
resultado decisivo para cualquier bando sería inaceptable para Estados Unidos.
Una restauración del régimen de Assad respaldado por Irán aumentaría el poder y
el estatus de Irán en todo Oriente Medio, mientras que una victoria de los
rebeldes, dominados por las facciones extremistas, inaguraría otra oleada de terrorismo
de Al Qaeda.
Solo hay un
resultado que puede favorecer posiblemente a Estados Unidos: el escenario
indefinido. Manteniendo al Ejército de Assad y a sus aliados, Irán y Hezbolá,
en una guerra contra luchadores extremistas alineados a Al Qaeda, cuatro
enemigos de Washington estarán envueltos en una guerra entre sí mismos...”.
La espuma de las intenciones reales
Si
viviéramos en un mundo idílico podríamos creer en la bondad de la política
internacional. Las guerras serían esas misiones de paz de las que tanto hablan
los dirigentes occidentales, y los gobiernos se moverían impulsados tan solo
por la defensa de los intereses de los ciudadanos. Pero nuestro mundo dista
mucho de ser idílico.
La Historia,
esa gran herramienta para analizar también nuestro presente, nos demuestra que
a veces las versiones oficiales de un gobierno son solo la espuma de sus
posiciones reales. Que detrás de posturas públicas aparentemente altruistas se
esconden políticas ilegales y criminales. Que por debajo de los discursos oficiales
en nombre de la defensa de los derechos humanos se mueven intereses económicos
y geopolíticos.
No hace
falta rebuscar mucho para encontrar ejemplos:
El apoyo de
Estados Unidos a los golpes de Estado y a las dictaduras en la Latinoamérica de
los años setenta; las mentiras para invadir y destrozar Irak, las excusas para
invadir y ocupar Afganistán, la negación sistemática de crímenes de guerra, de
asesinatos de civiles, la creación de centros de tortura diseminados por todo
el mundo, la aceptación por parte de Europa de los vuelos de la CIA, el uso de
aviones no tripulados -drones- para cometer asesinatos extrajudiciales, el
empleo de uranio empobrecido, la venta a armas a gobiernos evidentemente
dictatoriales y represores y así un largo etcétera.
Casualmente
esta misma semana la CIA reconocía algo ya sabido: Su papel detrás del golpe de
Estado que en 1953 derrocó al primer ministro iraní Mohamed Mossadeq, elegido
democráticamente y que había nacionalizado el petróleo iraní, hasta entonces
explotado por Reino Unido principalmente.
Recientemente
también se ha hecho público un contrato por el que Estados Unidos facilitará
bombas racimo a la monarquía absolutista de Arabia Saudí, que suministra
armamento a los rebeldes sirios.
Los únicos árbitros
Las potencias
occidentales pretenden erigirse de nuevo como árbitro desinteresado al que hay
que llamar cuando las cosas se ponen feas. Se presentan a sí mismas como
“solucionadoras” de conflictos a través del uso de bombas y del impulso de
operaciones militares aparentemente “limpias, justas y breves” (eso dijeron de
Irak, cómo olvidarlo).
EE.UU y sus
aliados no parecen dispuestos a esperar los informes de los inspectores de
Naciones Unidas antes de atacar Siria, lo que sienta un peligroso precedente.
El régimen
de Assad es responsable de represión, de miles de muertos, pero en este caso no
se ha probado aún que sea el autor del ataque con armas químicas. Podría serlo,
de hecho es uno de los seis países que no ha firmado la Convención de control
de armas químicas (su vecino, Israel, no la ha ratificado).
Pero lo
serio -y lo legal- sería esperar a las conclusiones de la ONU sobre el ataque
y, tras ello, buscar otras opciones alternativas al lenguaje de las bombas. De
lo contrario se estará apostando por una guerra nuevamente ilegal, que no
contará con la aprobación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Si hoy
Washington y sus aliados actúan como "árbitros" para decidir si hay
que atacar o no un país, mañana otra nación puede reivindicar el mismo
"derecho".
Las otras "obscenidades morales"
El primer
ministro británico, David Cameron, ha dicho que el ataque con armas químicas en
Siria es algo “absolutamente aborrecible e inadmisible”, el presidente francés François
Hollande ha anunciado que “Francia castigará a los que han gaseado a
inocentes” y el secretario de Estado estadouniense, John Kerry, ha afirmado que
el uso de armas químicas es una obscenidad moral.
Cabe
preguntarse si el empleo de fósforo blanco en Faluya (Irak) por EE.UU no es una
obscenidad moral ni un acto "aborrecible, inadmisible". Es legítimo
plantearse si no sería pertinente, por tanto, castigar, tal y como Francia ha
defendido, a los que han gaseado a inocentes, como Israel en Gaza o Estados
Unidos en Faluya.
Que hable de
obscenidades morales un Estado que en tan solo la última década ha asesinado,
herido, torturado, secuestrado o encerrado sin cargos a cientos de miles de
personas es cuanto menos llamativo. Que potencias que legitiman secuestros,
torturas, asesinatos extrajudiciales y cárceles como Guantánamo traten de
erigirse una vez más como adalides de los derechos humanos y las libertades
resulta un tanto delirante. Y que un Premio Nobel de la Paz vaya a apostar una
vez más por la vía militar demuestra el marco orwelliano en el que nos
hallamos.
En medio del
laberinto de intereses internos, regionales e internacionales se encuentra la
población civil siria, castigada por la violencia, dentro de un conflicto del
que también son responsables los actores regionales e internacionales
implicados desde el inicio.
En estos dos
últimos años, la guerra en Siria ha provocado 100.000 muertos y dos millones de
refugiados, de los que más de un millón son niños. Pero parece que estas
muertes y estos desplazados no eran hasta ahora una obscenidad moral.
Hay muchas
preguntas que no se están respondiendo:
¿De qué
forma ayudarán las bombas occidentales a la población siria?
¿Cómo van a
evitar víctimas civiles (teniendo en cuenta además los trágicos precedentes)?
¿Se ha
valorado que una participación abierta de varios países en el conflicto podría
elevar el nivel de confrontación en la región?
¿Cómo
evitarán el empleo de más armas químicas en en el futuro?
Y después de
esos dos días de ataques, ¿qué? ¿De nuevo la guerra de desgaste, el escenario
indefinido, la intervención subterránea?
O por el contrario, ¿más bombardeos, más ataques,
más guerra presentada, en pleno siglo XXI, como vía para la paz, mientras se da
la espalda a otros caminos, a otras políticas?
Fuente original: http://www.eldiario.es/zonacritica/Siria-intervencion-ONU-rebeldes-EstadosUnidos_6_169443068.html
Fuente original: http://www.eldiario.es/zonacritica/Siria-intervencion-ONU-rebeldes-EstadosUnidos_6_169443068.html
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