Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Gustavo Bueno
[..] Pero lo que más sorprendía a muchos (entre los que me cuento) era el
asombroso «analfabetismo político» (o económico, histórico, filosófico…) que
delataban los «indignados» al exponer sus reivindicaciones, a su abrumadora
vaguedad y ausencia de conceptos «técnicos» («democracia real ya», «no nos
representan», «guerra a los Bancos», «elección directa del presidente del
Gobierno», «contra el pacto del euro»). Me consta que muchos «indignados» que
gritaban contra los pactos del euro acababan de escuchar esta expresión y no
sabían de qué se trataba.
Era sorprendente que, en las entrevistas que algunos portavoces del
movimiento ofrecían, no se manejase la más mínima terminología específica en
cuestiones de política, de economía, de historia, de sociología, &c. Nada
de historia política, ni de referencia a las intervenciones económicas de la
Unión Europea; solamente una protesta global contra el capitalismo, contra la
corrupción, contra la falsa representación («no nos representan»), pero sin
decir nada sobre la representación y dándola ingenuamente como concepto
evidente; «nos dirigimos contra el Sistema», pero sin precisar a qué sistema se
refieren. Había frases anarquistas, trotskistas, marxistas, pero más bien como
fragmentos que flotaban en una corriente de consignas y proyectos
indeterminados, vagos, propios de un adolescente. Y sorprendía tanto más cuanto
que muchos de los «indignados» entrevistados eran licenciados o doctores en
Historia, en Psicología, en Sociología, ingenieros o incluso licenciados en
Políticas. Prevalecía, sobre todos sus conocimientos facultativos, la ideología
absorbente (humanista, pacifista, &c.) del pensamiento Alicia (como
certeramente advirtió Tomás García). A mi particularmente me indignaba (alguien
dirá: «profesionalmente») esa filosofía de brocha gorda expresada con
convicción totalmente ingenua y acrítica, capaz de confundir y anular cualquier
conocimiento facultativo. Pero sin que esta indignación me impidiese ver la
importancia social que el movimiento pudiera llegar a tener, en España y en el
mundo, precisamente en razón a ese analfabetismo.
[..]
Otro diagnóstico, más bien de naturaleza psicológica o sociológica, es el
que atribuye el movimiento 15M a la rebelión generacional de una juventud que,
asfixiada en los años de crisis y de apatía pública, busca encontrar su propio
camino; de ahí el paralelo con los movimientos de Mayo de 1968 en Francia y en
otros países. A fin de cuentas, se dice, fue al panfleto de Stéphane Hessel, ¡Indignaos!,
el que dio nombre al movimiento.
Pero, a mi entender, el panfleto de Hessel, una basura ideológica de
adulación nostálgica a la juventud («Crear es resistir. Resistir es crear»), no
pudo desencadenar un movimiento que tenía sus propios motores.
De hecho las conexiones de los «indignados» españoles de mayo de 2011 con
los movimientos franceses de mayo de 1968 son ocasionales y fragmentarios,
frases reliquias –«prohibido prohibir», «queremos todo»– aprendidas por los
jóvenes españoles probablemente antes en los textos propuestos para los
exámenes de COU por la LOGSE que en la lectura de los textos correspondientes.
Los jóvenes de mayo de 1968 debatían sobre Sartre, sobre Marcuse, sobre Adorno,
sobre Marx, sobre Althusser… Los jóvenes de 2011 más que libros han leído
frases en tuiter o consignas de sms. Además los jóvenes de 2011 manifiestan un
«optimismo antropológico» muy distinto del existencialismo latente en los
jóvenes de 1968.
[..]
Porque las rebeliones albigenses, valdenses o anabaptistas se hacían en
nombre del cristianismo real («apostólico») frente al cristianismo
eclesiástico-jerárquico («constantiniano», se diría después), pero en realidad
los albigenses, valdenses o anabaptistas impulsaban un movimiento que destruía
las bases de la Iglesia Católica como institución histórico universal
(destrucción que culminó con la Reforma luterana). Asimismo, los movimientos de
los «indignados» estarían impulsando unas corrientes que, en nombre de la
«democracia real» irían dirigidas (inconscientemente) a minar las bases de las
«democracias homologadas» realmente existentes, a saber, las democracias
parlamentarias.
[..]
En nombre de la «democracia real» los
«indignados» se rebelan contra la democracia realmente existente, en nombre de
un fundamentalismo democrático, como los albigenses o los anabaptistas se
rebelaban contra el cristianismo tradicional realmente existente en nombre de
un cristianismo fundamentalista irreal. Un fundamentalismo democrático, el de
los «indignados», no ya tanto utópico cuanto puramente idealista y vacío,
porque espera que la democracia asamblearia auténticamente representativa,
resolverá por sí misma los problemas de la crisis del capitalismo, del paro, de
la producción de energía y de su distribución, del orden internacional… El
movimiento de los «indignados» es políticamente vacío, no ya utópico, puesto
que las cuestiones políticas que abordan son tratadas no políticamente, sino
desde una perspectiva ética, cercana al humanismo armonista y pacifista,
no menos vacío, de los derechos humanos.
[..]
Por mi parte me aventuro a pronosticar que el futuro de los movimientos
«indignados» es, a medio plazo, políticamente nulo, en lo esencial. Es
imposible que funcione una sociedad de nuestro siglo apoyándose en las normas
de un fundamentalismo democrático de cuño idealista. Las críticas a la
democracia realmente existente ya han sido formuladas además, una y otra vez, a
veces incluso en libros titulados Panfleto
contra la democracia. Pero estas críticas no se formulaban en
nombre de un idealismo democrático de signo fundamentalista. Por ello, desde
este punto de vista, las críticas a la democracia realmente existente de los
«indignados» carecen por completo de novedad, y, lo que es peor, de fuerza.
[..]
Fundamentalismo democrático:
Prácticamente –puesto que la exposición de los criterios teóricos ocupa
mucho espacio, y está publicada y fácilmente accesible por internet, por
ejemplo en el artículo «Historia (natural) de la expresión fundamentalismo
democrático» y en el libro El
fundamentalismo democrático– el concepto de fundamentalismo
democrático abarcaría las concepciones de la democracia como única y definitiva
forma política –el «fin de la historia»– de organización de las sociedades
políticas, y como la verdadera fuente de todos los «valores auténticos». Desde
este punto de vista «democracia» desempeñaría hoy el papel que hasta hace unos
años desempeñaba la palabra «cristianismo». El adjetivo «cristiano» justificaba
cualquier institución (familia cristiana, virtudes cristianas, política
cristiana, &c.) como ahora el adjetivo «democrático» justifica y dignifica
también cualquier institución (familia democrática, virtudes democráticas,
política democrática… y hasta música democrática o «aborto democrático»).
En el terreno de los fenómenos sí podría estar de acuerdo con lo de la
marcha triunfal de la democracia; pero dudo que esta marcha triunfal tenga un
sentido estrictamente político, porque me parece que más bien la democracia es
vivida por la gente como una especie de ideal cuasimístico, mediante el cual se
atrincheran las dificultades generales que afectan a cualquier civilización
(incluyendo entre estas dificultades los problemas económicos, de inseguridad o
de servidumbre de cada individuo hacia otras instancias sociales, tecnológicas
o ecológicas) en un momento en que en nombre de la libertad-de parece
haberse desprendido de las trabas impuestas por la servidumbre a las dictaduras
precedentes. En este sentido el democratismo, más que una marcha triunfal hacia
una nueva forma de organización política, sería la expresión de un repliegue o
retirada de otras situaciones de servidumbre de las que la gente cree, mediante
la retórica democrática, haberse liberado.
El escritor Gustavo Bueno
Martínez es un filósofo español, autor del sistema filosófico denominado materialismo filosófico.
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