Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Algunas hipótesis preliminares
Por: Pablo
Stefanoni
Uno de las
mayores sorpresas de los resultados del último censo (2012) es la fuerte
“caída” de la población indígena. Como se trata de una pregunta sobre
autoidentificación, obviamente esta disminución es de una categoría y no de
población en sí. El 58% de los bolivianos mayore s de 15 años dijeron no
pertenecer a ninguno de los 36 pueblos indígenas reconocidos por la
Constitución vigente desde 2009 ni al pueblo afroboliviano. En 2001, esa cifra
solo llegaba al 38%.
De ahí
que, a partir de ahora, una de las discusiones será por qué ocurrió esta
variación a la que se suman unos datos definitivos que reponen a La Paz como el
departamento más poblado (por poco) después de que los datos preliminares
anunciados por Evo Morales en enero de este año colocaran a Santa Cruz al tope
de población. Sin duda se trata de una desprolijidad que incluye deficiencias
técnicas, aunque está lejos de las exageradas acusaciones sobre “desaparición”
personas al estilo de las dictaduras militares.
Es
probable que ninguna respuesta simple logre captar todos los elementos en juego
pero podemos comenzar por una pregunta/hipótesis. ¿Cuánto influyó el cambio en
la pregunta censal respecto a la etnicidad? Si en 2001 se consultaba sobre
autoidentificación con un pueblo “indígena-originario” ahora se utilizó la
categoría “IOC”. En 2012 se preguntó: Como boliviana o boliviano, ¿pertenece a
alguna nación o pueblo indígena originario campesino? Si-NO ¿a cual? (lista de
36 pueblos, con la instrucción al encuestador de “no leer al entrevistado”
dicho listado). Entretanto, en 2001, la pregunta era: ¿Se considera perteneciente
a alguno de los siguientes pueblos originarios o indígenas? Las opciones eran
quechua, aymara, guaraní, chiquitano, mojeño, otro nativo, ninguno.
La nueva
Constitución incluyó a la categoría “IOC” (Indígena-originario-campesino )
como una solución aritmética a las complejas interrelaciones entre identidades
étnico-sociales. De hecho, estas cuestiones son tan intrincadas que en el
último censo los “interculturales”, ex campesinos colonizadores, pidieron ser
incluidos en el listado de autoidentificaciones posibles. Pero sin duda, la
combinación de identidades nacionales (naciones indígenas) con categorías de
clase (campesinos) anunciaba que las cosas no serían sencillas, por ejemplo,
¿es lógico hablar de una justicia campesina? En ese caso los obreros podrían
reclamar una justicia proletaria y así…
Pero
volviendo al censo, no parece irreal pensar que la incorporación de la
categoría campesino donde solo decía indígena originario provocó la deserción
de algunos censados hacia un “ninguno” que tiene muchas lecturas posibles. Los
defensores de la “Bolivia mestiza” dirá que los mestizos se hicieron valer
frente a las imágenes indianizadas del país. Pero es posible que se trate de un
problema diferente: hoy la mayoría de los bolivianos vive en las ciudades. En
los últimos años –desde las crisis de 2000- se fue construyendo una indianidad
que contenía también a los indígenas urbanos. Sin duda, la identidad indígena
acompaña a los migrantes, aunque ello no significa que lleven el ayllu con
ellos. Pero con la aritmética del “IOC” se vuelve de algún modo a una
ruralización de la identidad indígena. No parece descabellado que más que una
suma de tres categorías diferentes muchos censados la hayan leído como una
identidad única “indígenaoriginariocampesina” (especialmente dado que no hay ni
comas ni o). Y todo ello trae otra vez a la palestra el debate sobre la
indianidad y el mestizaje, además de que los cambios en las preguntas dificulta
las comparaciones.
Ahora
vendrá la avalancha de los mestizofílicos. Las cifras parecerían confirmar sus
convicciones. Desde el liberalismo y el nacionalismo se defiende una Bolivia
mestiza que a menudo invisibiliza las lógicas de poder y discriminación
derivadas del colonialismo interno y plantea las cosas en términos raciales y
no como pueblos/naciones. A su vez, desde ciertas posiciones “comunitaristas”
se contribuye a ruralizar lo indígena. Y las complejidades de la indianidad
urbana sigue siendo un terreno fangoso. El propio Evo Morales llamó a enfocar
más la atención en el hecho de que Bolivia ya no es una nación mayoritariamente
rural.
Es posible
también que una indianidad que en 2001 aparecía como rebeldía y proyecto de
renovación moral de la nación hoy sea una identidad paraoficial (hoy
“Insurgentes” de Sanjinés aparece como un film oficial más que subversivo), a
lo que se suma la suspicacia de sectores urbanos por el hecho de que el
gobierno del MAS “beneficia más al campo”. El MAS sigue siendo en su esencia un
“partido campesino”.
Ello está
conllevando un peligroso discurso anticampesino, incluso de parte de algunas
izquierdas críticas del gobierno, a favor de unos indígenas supuestamente
“menos capitalistas”. Imagen reforzada por el conflicto del TIPNIS. Pero ello
plantea el riesgo de criminalizar a una gran parte del movimiento popular sin
duda necesario en cualquier cambio imaginable. Indígenas y modernización no son
términos contrapuestos, como algunas ideas esencialistas quieren ver. Por eso,
es necesario que las preguntas den cuenta de las realidades sociológicas del
país, y en este caso la “campesinización” de lo indígena ha conllevado un
debilitamiento político/simbólico a favor de quienes buscan mostrar que Bolivia
no es un país mayoritariamente indígena.
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