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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás

Patrón de acumulación extractivista y sus limitaciones

(Segunda parte)
Por: Gonzalo Colque
Esta formulación que también se puede denominar ‘extractivismo dirigido por el Estado’, a pesar de sus múltiples implicaciones, no ha sido examinada con detenimiento. En parte esto es así porque, excepto un par de ensayos, la propuesta no está expuesta ni desarrollada de forma sistemática sino sigue estando confinada a los documentos políticos y burocráticos. Este hecho en sí mismo es una muestra de la fragilidad de la propuesta. Dejemos de lado este punto para advertir sobre las principales inconsistencias y limitaciones.
Primero, los promotores del modelo asumen que más extractivismo desencadenará un proceso de transformación estructural desde una economía primaria de exportación hacia una economía con alto valor agregado y generadora de excedentes principalmente a partir de la industrialización y las nuevas industrias de energías renovables. Es una narrativa atractiva pero básicamente reproduce ideas evolucionistas y desarrollistas, como si el salto solo fuera cuestión de tiempo, sin reconocer el papel y lugar que ocupamos en relación al mundo. Nuestra condición es de una sociedad subordinada, espacio hacia donde se expande la “acumulación por desposesión” y, además, con un historial de pésimo desempeño durante los años de experimentos latinoamericanos de la industrialización por sustitución de importaciones (ISI). No es lo mismo transformarse teniendo control sobre las materias primas que suministrándolas al resto del mundo. El extractivismo es tal no por extraer o transformar la naturaleza sino por el vínculo funcional, digamos, con China y otros países capitalistas. Además, el extractivismo no es nuevo en nuestra historia. Por lo tanto, ¿qué marcaría la diferencia?
La respuesta del gobierno es que ahora el Estado tiene un papel decisivo en la economía. Pero este postulado no tiene correlato en los hechos. Un número creciente de estudios confluyen al concluir que el gobierno de Evo Morales subordina e instrumentaliza cualquier faceta del aparato estatal a su proyecto partidario: la conquista, apropiación y dominación ideológica de las clases subordinadas, la reproducción permanente de su legitimad política y su expansión hegemónica. La preferencia por un Estado intervencionista pero a la vez supeditado a los intereses del partido gobernante lógicamente atrofia cualquier posibilidad de hacer de éste una maquinaria burocrática eficiente. Como señalan algunos estudiosvi, haría falta un Estado de tipo ideal weberiano para conducir las transformaciones económicas de carácter estructural pero las evidencias abundan sobre lo contrario, es decir, sobre la persistencia en América Latina (y en Bolivia) de aparatos públicos ineficientes y cooptados por grupos de poder y gobiernos de turno. Si todo esto es así, entonces estamos cerca de repetir la historia de proyectos nacionalistas fallidos.
Segundo, los impulsores del extractivismo dan por descontado que la mercantilización creciente de la naturaleza gestará un proceso sostenido de acumulación y apropiación capitalista. Si bien actualmente Bolivia se caracteriza por relaciones capitalistas que se generalizan y se internalizan en casi todos los circuitos de reproducción social, incluyendo la mercantilización de las economías de subsistencia de campesinos e indígenasvii, no se puede dejar fuera de la ecuación el hecho de que todo esto no ha generado ni está generando acumulación y desarrollo de fuerzas productivas en una escala expectable, digamos en comparación con las tasas medias de los países de la región. El cambio de patrón de acumulación se podría medir, con recaudos, mediante algunos indicadores económicos. Por ejemplo, en materia de productividad laboral Bolivia ocupa el último lugar en América Latina y con un añadido bastante revelador y preocupante: la producción promedio por cada trabajador boliviano es la mitad con respecto a la media de la región y solo la tercera parte en relación al mundoviii. En términos de rentabilidad de las inversiones, el gobierno publicita que Bolivia tiene la mejor tasa de rendimiento pero no menciona o no cae en cuenta que se trata de un excedente capitalista generado por la apropiación mercantil de los recursos naturales por parte de capitales transnacionales buscadores de rentas extraordinarias, es decir capitales incapaces de crear riqueza mediante la “reproducción ampliada” o la explotación capitalista de los trabajadores. ¿De dónde viene la ganancia? En este caso de las rentas extraídas a la naturaleza.
Tercero, los proponentes del modelo esperan que el Estado interventor conduzca el mencionado proceso de transformación estructural y con amplia participación de las empresas públicas en los sectores estratégicos. Esto significa que las mayorías bolivianas están consideradas tan solo como potenciales trabajadores asalariados antes que agentes económicos y políticos. Pero esta idea es precaria en extremo sabiendo que tanto las empresas estatales como la burguesía nacional han sido y son profundamente dependientes de socios foráneos y capitales extranjeros. Por ejemplo, la nacionalización de hidrocarburos no pudo cumplir con la meta de expulsar del negocio a las empresas petroleras transnacionales las que más tarde acabaron siendo defendidas por el propio presidente Morales explicando que ahora son socios y no patrones. La historia también nos enseña que nuestras élites del agro ­­–bien conocidas por su mirada hacia afuera– no son más que socios minoritarios dentro del agronegocio ahora controlado casi por completo por capitales extranjeros. La improvisación del plan de desarrollo también queda delatada por la ausencia de mecanismos y políticas de redistribución de la riqueza, en caso de que prosperase la creación de la riqueza mediante los nuevos patrones de acumulación.
Cuarto, el extractivismo dirigido por el Estado no es parte ni está acompañado de esfuerzos sistemáticos en cuanto a reformas y cambios institucionales hacia dentro de nuestras fronteras. La pobreza, la desigualdad en razón de género y pertenencia étnica, la baja productividad laboral, la creciente dependencia de las importaciones o la incapacidad de controlar la expatriación de la riqueza son parte de los problemas de fondo que sistemáticamente se reproducen. Esto significa que persisten las fallas de gran magnitud en la estructura social y económica nacional. Nuestra inclinación por asuntos macro o “estructuralistas” nos ha hecho perder de vista muchos otros problemas que tenemos en casa. Por ejemplo, los pactos gobierno-latifundistas han saboteado reiteradamente cualquier iniciativa de reforma agraria para modificar la estructura agraria dual que explica la mayor parte de la extrema pobreza en que viven los pobladores rurales. Con este tipo de acuerdos y alianzas, los agroexportadores aumentaron su influencia sobre los gobiernos en las últimas dos décadas y consolidaron nuestra condición de simples suministradores de materias primas, en detrimento de procesos de industrialización interna y creación de clases medias y trabajadoras. Nuestra clase política y gobernante en cierto sentido procrastina al buscar por el mundo a los culpables del cambio climático o aventurándose en soluciones eco-populistas y sin prestar atención de forma sistemática a la necesidad de encarar cambios estructurales hacia adentro.
Conclusión
Para nadie es desconocido que apremia encontrar el equilibrio ‘apropiado’ entre protección de recursos naturales y desarrollo económico. Hasta ahora los virajes bolivianos más bien han pasado de un extremo a otro. El extractivismo que se propone ahora es un tipo de desarrollo económico sin obligaciones ambientales. Este planteamiento se justifica con enunciados como que el calentamiento global no es un problema nuestro, los culpables de los desastres ecológicos son otros, los ambientalistas obedecen a intereses foráneos y son los enemigos de los pobres. La conclusión obvia de la clase gobernante es tenemos derecho a explotar los recursos naturales para nuestro provecho y sin preocuparnos por los costos ambientales.
En este texto hemos privilegiado una cuestión crucial que se pasa por alto en muchos debates: si el extractivismo intensificado conduce (en qué grado o no) a un nuevo patrón de acumulación donde el saqueo de los recursos naturales no sea la principal fuente generadora de la riqueza. La aproximación crítica que hemos ensayado nos ha llevado a identificar vacíos, inconsistencias y limitaciones en la formulación y argumentación a favor del extractivismo promovido por el gobierno. Por esta razón y por las complejidades inherentes, el hacer frente a la destrucción de la naturaleza y adicción al crecimiento obsesivo exige replanteamientos de fondo.
vi Murat Arsel, Barbara Hogenboomb y Lorenzo Pellegrini (2016): “The extractive imperative in Latin America”. En The Extractive Industries and Society. Volumen 3, Issue 4, Noviembre 2016, pp. 880–887.
vii Henry Bernstein (2016) Dinámicas de clase y transformaciones agraria. Cambios agrarios y estudios del campesinado. La Paz: TIERRA.
viii Beatriz Muriel (2016) “¿Cómo está Bolivia en materia de productividad laboral?” https://goo.gl/ZfsUJu 7.03.2016

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