Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Crismar Lujano
La revolución económica de Bolivia pasa también por las
finanzas. Dueños de su soberanía y conscientes de ostentar una mayor
estabilidad macroeconómica, los ciudadanos ahora confían más en su moneda y le
dan preferencia sobre el dólar, ya sea para ahorrar o pedir prestado. Este
cambio no fue por arte de magia. Desintoxicar la economía de vicios
estructurales lleva tiempo y voluntad política.
Desde que asumió la presidencia en 2006, Evo Morales ha
hecho de su gestión la era de la “bolivianización” de la economía, favoreciendo
la estabilidad financiera, de precios, de mercado y estimulando el crecimiento
del PIB de una manera inclusiva. La política económica no va dirigida para el
beneficio de las élites minoritarias, sino que busca el interés de las grandes
mayorías.
En el marco de una nueva política monetaria, el gobierno ha
delineado medidas con las cuales ha logrado un cambio efectivo en la
valorización de la moneda local al punto que diversas gestiones crediticias en
la banca se operan directamente en bolivianos, reduciendo así la dependencia
del hegemón de las divisas y la injerencia ejercida por la Reserva Federal de
Estados Unidos. Esto supone un importante hito debido a la ruptura de la
dependencia que mantenía Bolivia sobre la política monetaria de EEUU, que
ejercía su influencia en la cantidad de circulante.
Este cambio no se hizo de la noche a la mañana y necesitó de
la modificación del marco normativo que regula buena parte de las relaciones
financieras del país. La política fiscal se dirigió a primar las relaciones en
la moneda nacional, y desincentivar vía impuestos las transacciones en dólares
estadounidenses. Entre las políticas que han permitido la bolivianización
monetaria se encuentran:
– Modificar y ampliar la vigencia del impuesto a las
transacciones financieras para imponer solo a las operaciones en dólares.
– Incentivar las operaciones en bolivianos a través de un
impuesto a la venta de moneda extranjera.
– Reorientar líneas de crédito que otorga el Tesoro General
de la Nación a través del Banco de Desarrollo Productivo a la moneda local.
La medida más reciente fue aplicada en abril pasado cuando
el Banco Central de Bolivia presentó lo que llamó el ‘Bono BCB
bolivianización’. La meta de esta herramienta es la de captar depósitos a plazo
fijo en moneda extranjera que fueron colocados en la banca hasta el 21 de marzo
de 2017.
Es decir, los ahorristas que tenían colocados este tipo de
instrumentos de inversión en divisas hasta esa fecha fueron admitidos para
comprar el ‘Bono BCB Bolivianización’ en un mínimo de US$ 146 dólares y un
máximo de US$ 10 mil.
Entre las ventajas del Bono BCB Bolivianización se
encuentran:
– Es una transacción extrabursátil, con lo cual no cesarán
en la bolsa, sino en el banco.
– Ofrece una tasa de rendimiento anual de 6%.
– Para adquirirlo no se requiere pagar el impuesto a las
transacciones financieras.
Todas estas políticas han permitido a la moneda boliviana
recuperar funciones básicas que antes de la llegada de Evo Morales al poder
residían en manos de la Reserva Federal estadounidense. Esta afirmación se
sustenta en el hecho de que antes de la llegada al gobierno del Presidente Evo
Morales, la economía boliviana estaba fuertemente dolarizada, lo que provocaba
que el 100% de los préstamos, ahorros y operaciones en entidades bancarias
fueran en el billete verde.
La ruptura de la dependencia monetaria de la economía
boliviana permite minimizar la exposición del país a choques externos. Por
ejemplo, en la actual coyuntura de bajos precios de las materias primas y
apreciación del dólar, el choque externo puede provocar fuertes impactos en la
balanza de pagos de una economía dolarizada.
Teniendo en cuenta los resultados, la bolivianización ya es
una realidad:
– El 97% de los préstamos en el sistema bancario se realizan
en bolivianos.
– El 84% de los ahorros están depositados en la moneda
nacional.
Dos datos significativos para una economía como la de
Bolivia, que – pese a la vulnerabilidad de los mercados internacionales- sigue
reportando una estabilidad cambiaria, en parte gracias al mantenimiento de un
estricto control sobre el tipo de cambio real a fin de evitar apreciaciones que
puedan llevar a complicaciones financieras. Pablo Ramos, presidente del Banco
Central de Bolivia, afirma que el tipo de cambio está próximo al equilibro,
está alineado, lo que significa que no existe la necesidad de devaluar, porque
la estabilidad es beneficiosa. Pero hay un punto extra: junto al proceso de la
bolivianización monetaria también se logró incrementar la demanda interna que
hoy, en medio de un frente externo recesivo, funge como el motor del
crecimiento permanente de la economía boliviana.
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