Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
La patria
de Bolívar y Chávez está enfrentando un nuevo y, a la vez, muy viejo desafío.
Nuevo, porque se plantea en nuevas circunstancias. Viejo porque representa el
conflicto que viene desde los tiempos de Bolívar entre oligarquías políticas
frente a las necesidades insatisfechas de los pueblos.
En
Venezuela, durante décadas gobernó y disfrutó a sus anchas, una oligarquía alimentada
por la renta petrolera. En fin de cuentas, los conflictos políticos giraban en
torno a cuál de las fracciones políticas podría representar mejor los intereses
de una burguesía amamantada con los recursos rentísticos de un Estado
petrolero, en estrecha y sumisa alianza con los grandes consorcios petroleros
estadounidenses e ingleses.
Chávez
materializó lo que hasta entonces, era simple letra en nuestra Constitución y
leyes correspondientes sobre el manejo de los enormes recursos de hidrocarburos
que aloja Venezuela y la distribución de los proventos generados por su
explotación. En general, los distintos sectores, como parte de los propietarios
de un recurso natural, coincidían en obtener una justa participación. La
cuestión radicaba en quién saldría más favorecido en la distribución del
ingreso. Hugo Chávez estableció un sistema nacionalista en cuanto al control de
la industria. Pero, al mismo tiempo, un esquema de distribución que favorecía
–y sigue favoreciendo con Maduro- a los amplios sectores populares que han
visto mejorar su acceso a la alimentación, salud, educación y vivienda, amén de
muchos otros beneficios. Pero además, se ha abierto un proceso creciente en las
decisiones políticas, acompañado con el desarrollo progresivo de nuevas instituciones
estatales como los Consejos Comunales y las Comunas, donde los ciudadanos de
todos los sectores sociales tienen amplia participación.
La
convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente busca acordar las
estructuras estatales que expresen las nuevas realidades económicas, políticas,
sociales y culturales de un país que mira hacia adelante.
Todo eso
ha molestado mucho al Sr. Trump quien, completamente desfasado de tiempo
histórico, piensa, habla y actúa, como si viviese en los días cuando imperaba a sus anchas la política del
gran garrote.
Mientras
tanto, el pueblo venezolano, acompañado con la solidaridad de nuestros pueblos
hermanos, marcha inexorable hacia las elecciones de su Constituyente el próximo
domingo treinta de los corrientes. Los intentos de impedir estas elecciones por
parte de fracciones de una oposición enceguecida y feroz, que no se detiene
ante el crimen aborrecible de quemar seres humanos, no expresan más que su
desquiciada impotencia manifestada en unos llamados a la abstención electoral,
que muchos de sus propios partidarios no acatan.
Las
elecciones de este próximo domingo van a ser una viva expresión del conflicto
entre violencia criminal o paz para trabajar, educar, construir y fortalecer
las formas de democracia que quiere y desarrolla nuestro pueblo. La paz
triunfará, pese a la violencia contrarrevolucionaria.
Embajador
de la República Bolivariana de Venezuela en Cuba
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