Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Dado el suceder capitalista en el mundo
y su correspondiente crisis estructural y sistémica, presentando como menciona
Houtart (2010), distintas dimensiones tales como la crisis alimentaria, crisis
energética, crisis del cambio climático y crisis de la hegemonía política y
social. Crisis estructural que se manifiesta también, como menciona Elvira
Concheiro (2013), en crisis de los partidos políticos de izquierda revolucionarios, que perdieron
el impulso para ser considerados como referentes en la construcción de
identidades colectivas para la transformación, por una crisis de legitimidad.
En un contexto en el que la guerra mediática se presenta cada vez de una forma
más creativa y diversa generando pos verdades en la Sociedad Red (Castels, 2017),
que se expande y configura a nivel global con una lógica de imposición del
capital, en la que “lo global aplasta a lo local”, pero a la vez genera redes
alternas y resistencias en nuevas dimensiones de la comunicación y el poder.
Aún más ahora con la reconfiguración del poder a partir de la re estructuración
del sistema capitalista, con el ascenso de Donald Trump a la Casa Blanca como
uno de los signos visibles de un cambio en las decisiones políticas en torno a
ideas nacionalistas que nacen de reclamos populares, que son cooptados por los
dominantes y transformados en políticas contra los mismos sectores demandantes.
Y a partir de un escenario nacional, en el que la transformación del Estado
también presenta contradicciones entre las bases del Estado Plurinacional como
construcción colectiva, y un Estado que en el tránsito perfila continuar con la
lógica de la acumulación capitalista. Es que la reflexión crítica a partir de
instrumentos de estudio y comprensión de las realidades, se convierte en una
emergencia. El estudio integral de Marx por tanto; tanto en su aporte económico
pero recuperando también su aporte político y pretendiendo hacer distancia con
concepciones dogmáticas a partir de su pensamiento, apartándonos de los –ismos
como indica Fernández Buey (2006); nos permite plantearnos interrogantes y
comprender elementos en la transformación de sociedades, constituyéndose en una
herramienta necesaria, entre otras, para comprender la realidad y concretar ese
estudio en la praxis política.
Considerando esta praxis, y en ella la
formación de la militancia juvenil en torno a ideales contrarios a los
hegemónicos, en la formación de una cultura alternativa libertaria, es que el
estudio del proceso histórico boliviano y las transformaciones desencadenadas
en los últimos años, a partir de herramientas de la obra de Marx, nos permite contribuir
a las herejías, a las rebeldías y a las alternativas desde nuestros lugares, en
torno a lo que en Bolivia se constituye como el horizonte del socialismo
comunitario. Tomando en cuenta y contrastando las contribuciones por él
planteadas con el devenir histórico de las luchas en nuestro país, el cambio de
sujeto revolucionario de transformación (no es el obrero sino el indígena el
que se constituye en sujeto de la revolución), y la configuración de un
movimiento de aglutinación de masas como es el MAS IPSP, en el cual confluyen
distintos colectivos y movimientos sociales que se unen para el logro de
intereses comunes, en una “diversidad
convergente de múltiples praxis sociales” (Bartra, 2016).
En estas crisis sistémicas y
estructurales del capitalismo, las redes alternas a las redes del capital
continúan resistiendo y planteando alternativas contra hegemónicas, en praxis
revolucionaria, considerando a la praxis en Marx como un accionar crítico -práctico
emancipador de los que se enfrentan a los poderes políticos de la dominación
mediante su accionar en lo político. El proceso boliviano presenta elementos
importantes de análisis en torno a esta praxis política a ser contrastados con
la teoría marxista, tales como el ya mencionado cambio del sujeto de la
revolución, el sujeto indígena originario campesino se constituye en sujeto
transformador del Estado en la constituyente, y no así el obrero. A diferencia
de la revolución del 52, que genera una transformación del Estado en alianza de
los obreros con los partidos políticos y el ejército, pero con una base
campesina e indígena importante que no se visibilizaba como sujeto de
transformación.
La crisis precedente a la
constituyente, se configura en un espacio en el que las alternativas de los de
abajo generaron la transformación del Estado, esta crisis, cargada de violencia
y de manifestaciones que permitieron observar el subconsciente colectivo
racista y discriminador presente en nuestro país, se instituye como un “instante anómalo en la vida de una
sociedad… una hora en la que las cosas… se presentan en cambio como son en
verdad” (Zavaleta Mercado, sobre las crisis en general), esta manifestación de
“lo verdadero” y de las propuestas alternas
en ese momento histórico, permitió la refundación del Estado. Sin
embargo en el proceso de transformación de la maquinaria estatal hacia el horizonte
del socialismo comunitario, se generan contradicciones por la dinámica de
reproducción del capital dentro del mismo Estado, a partir del uso del poder y
de los mecanismos de reproducción del capital, como la extracción de los
recursos naturales del territorio a costa de desplazamientos indígenas y
campesinos en Bolivia, tales como los generados por la planta separadora de
líquidos en Gran Chaco o la explotación en Tariquía (esta última como una causa
utilizada políticamente por ciertos sectores en el departamento de Tarija en
oposición al gobierno nacional). Estas contradicciones son justificadas por el
accionar gubernamental como necesarias dentro del periodo de tránsito o de
transformación del Estado, etapa en la que el Estado continúa actuando en una
lógica capitalista, con acciones dirigidas a mejorar las condiciones de vida de
la población con el sostén de la generación de excedentes a partir de los
sectores estratégicos del país (todos ellos extractivos). Claro está, que no
podemos aspirar a un cambio inmediato de la maquinaria estatal y de sus medios,
claro está también, que la acumulación capitalista no acepta límites, en
contraposición con las culturas alternas, indígenas originarias campesinas en
nuestro país (que aunque también se constituyen en sujetos en tránsito),
plantean idealmente el respeto por la Madre Tierra y la convivencialidad como
parte de un todo, eliminando la dualidad ser humano - naturaleza. Boaventura de Sousa (2017), al analizar estas
contradicciones, plantea que se genera un paso del momento constituyente al del
poder constituido en el Estado, propiciando un cierto abandono del mismo
proceso por parte de los sujetos transformadores, plantea en tanto, retomar la
acción política, retomar lo político en la constitución de transformaciones,
con movimientos con un pie en la calle y uno en el Estado, que permitan el
tránsito hacia lo que en Bolivia se configura como socialismo comunitario.
La gran mayoría aún continúa apoyando
la gestión de gobierno (a pesar del debilitamiento en las mismas bases de
transformación del Estado Plurinacional), este apoyo se sostiene por la gestión económica del
gobierno, que a pesar de las contradicciones ya mencionadas en el párrafo
anterior con respecto al origen de los recursos para sostener el país, generó
un desempeño económico satisfactorio, re distribuyendo los recursos a partir de
políticas públicas con enfoque universal, que benefician a los más
desfavorecidos. García Linera (2017), menciona en este aspecto que la base
económica es un elemento imprescindible para sostener también la base social
del país, presentando como algunos de los logros del proceso: la reducción de
la pobreza, la redistribución de la riqueza, el crecimiento de la clase media.
Sin embargo el debilitamiento en las bases de transformación del Estado, se
genera también por la vía de la guerra mediática, una guerra que con el uso de
las redes de información y comunicación, permite la neutralización de los
sujetos (especialmente aquellos considerados de la clase media, pero de todos
en general por la ampliación de la cobertura de redes en los últimos años), la
guerra en medios y la utilización de los mismos desvincula muchas veces a la
población de la realidad social del país, especialmente a la población joven.
Los medios se perfilan entonces también como creadores, moldeadores de sujetos,
creando masas que se producen y reproducen en función a los fines del capital.
Esta guerra mediática es utilizada cada vez con mayor fuerza, respaldada y
sostenida por el fenómeno de la globalización que pasó, de ser un proyecto
económico a un proyecto político (García Linera, 2017).
Esta guerra mediática es parte de una
contra ofensiva imperialista, que en su avance presenta diversas
manifestaciones en los medios, tales como las guerras olvidadas en su magnitud
por los medios “formales” como en el caso de Siria, la manipulación de
información sobre los acontecimientos políticos de la región como en el caso de
Venezuela, el apoyo a las transnacionales y el ocultamiento de los perjuicios
que ocasionan a toda la humanidad, como es el caso de Monsanto, Coca Cola,
Nestlé y otras. Las condiciones en la Sociedad Red entonces, generan la producción
de la propia sociedad, generando individuos adecuados para procesos
determinados en función a ciertos fines. Los modos de consumo así creados,
permiten que la producción material (e inmaterial) sea consumida, perpetuando
“el ciclo” y favoreciendo a la acumulación capitalista.
Sin embargo, si cabría la interrogante
de preguntarnos si es que es posible construir o transitar hacia otros mundos
posibles, recurro a las esperanzas que genera el estudio de las obras de Marx
como herramienta de comprensión de la realidad. Tomando en cuenta que son “los
individuos los que producen sociedad”, que nuestras relaciones sociales son un
producto histórico de las relaciones sociales precedentes, y que en realidad,
la base bajo la cual se constituye todo el aparato de las “verdades únicas” en
las que acostumbramos creer fruto de
nuestra educación bancaria y mercantilista, se constituyen en razonamientos
aparentes que fundan sus teorías en individuos aislados, de naturaleza
independiente, que no tienen pasado, seres “no como un resultado histórico,
sino como punto de partida de la historia”. Concretamos que las relaciones bajo
las cuales se funda el sistema capitalista no son, indudablemente, aquellas que
permiten el correcto desenvolvimiento del ser humano, y la eliminación del ser
humano como fetiche, como mercancía, como parte ajena de la naturaleza, como
sujeto que se aprovecha de la misma sin límites aparentes. Por tanto, al ser
construcciones históricas fundadas en supuestos ajenos a la naturaleza real del
ser humano, ¿qué nos lleva a pensar que estas no pueden ser deconstruidas, para
transitar hacia la realización de alternativas que parecen ser utópicas, pero
en realidad se viven en el día a día en lo local en muchas partes del mundo?
Por tanto, aún con avances importantes
en el Siglo XXI, continuamos y posiblemente retornamos a un punto de desmitificación
del discurso dominante, del discurso que plantea sujetos sin historia, sin
comunidad, sin raíces. A un punto en el que las alternativas se presentan pero
necesitan de mayor impulso, no solamente en América Latina sino también en el
resto del mundo, a un momento en el que la guerra mediática alcanza dimensiones
no vistas antes, como parte importante (pero no la única) de un avance
capitalista. Resaltando sin embargo, que el discurso de “fin de ciclo”
propuesto ante el cambio (por voto o de forma ilegal) de algunos gobiernos latinoamericanos,
es una discurso con fines políticos, como menciona Atilio Borón (2017), este
discurso tiene el “objetivo de desmontar los focos de resistencia y de rechazo
que pueda haber… es guerra psicológica, convencernos de que estamos derrotados…
en la medida de que no nos convenzan de que estamos derrotados vamos a seguir
luchando”. Esta situación, genera aún más la necesidad de retomar herramientas
de estudio, que permitan comprender y analizar la realidad más allá de lo
aparente en un mundo de pos verdades. Es ahí que el llamado al estudio de un
Marx integral retorna como una (una más, pero muy importante), de las herramientas
de estudio para comprender, analizar, y actuar de forma crítica, en praxis
política, para contribuir a nuestras realidades. Reclamando por tanto el
estudio y llamando nuevamente a la conciencia (de clase, de género, de alianza
política… en nuestras diversidades).
y Twitter: @escuelanfpn
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