Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...

Por: Camilo Katari
Este año recordamos los 50 años de la presencia del Che en Bolivia, y con ese telón de fondo debemos reflexionar acerca de la complejidad que representa el proceso de construcción de un Estado Plurinacional en todas sus aristas.
El Che, como parte de su estrategia de buen revolucionario, siempre tuvo una posición crítica y autocrítica permanente, algo muy escaso en nuestro tiempo. Las políticas neoliberales cercenaron el pensamiento crítico y hoy no hemos podido superar ese dispositivo colonial que es el conformismo.
Mantenemos en nuestras notas que tenemos dos frentes de lucha de igual importancia, uno el interno que está conformado por todo el abanico de la oposición colonial restauradora y el otro frente, formado por el imperialismo y sus aliados.
Los personajes domesticados por el imperialismo tienen las mismas características, la arrogancia, el sentirse impunes, y claro el complejo de superioridad (herencia claramente colonial), con esas características un ex presidente chileno y pretensioso candidato a la reelección ha fijado su campaña electoral denostando al pueblo boliviano y al propio gobierno.
Despistados diputados chilenos sin ningún conocimiento de la historia y negando la misma, pretenden dar lecciones de democracia, cuando en su tiempo permitieron que se instale en su país una de las dictaduras más sangrientas de América Latina, así los micro actores de la política aparecen ultranacionalistas en el discurso y transnacionalizados en su economía y pensamiento, son paradojas de estos tiempos pos neoliberales.
El reclamo de la autocrítica estriba en que ninguna organización social ha salido en defensa del gobierno y del país, salvo los que obligados por la prensa han tenido que referirse al caso. ¿Qué está pasando con las organizaciones sociales? Sabemos que la oposición está en pleno trabajo de debilitamiento del campo popular.
Una avanzada intelectual de la clase media, desde hace tiempo, tiene la tarea de desgastar lo más posible los logros alcanzados, para esto, al igual que en el frente externo ha fijado su blanco en la figura del presidente. Uno de estos voceros de la oposición ha señalado que “cualquiera puede ser ministro, si (el país) tiene plata”, con lo que demuestra su poco conocimiento de lo que es la gestión pública y peor desde su conocimiento como economista (liberal) que es.
Como ésta declaración existen muchas y a diario, no se ve ni escucha, reacciones desde el partido oficialista, ni de las organizaciones sociales, con una vocería que contrarreste el discurso opositor, esto se llama dejar limpio el camino para que continúen su ofensiva contra el gobierno.
Todo proceso revolucionario supone una batalla en el campo de las ideas, vieja sentencia que Fidel recordaba muy a menudo en sus últimos escritos, y es que la única forma de vencer a la globalización y al imperialismo es ganar las batallas de las ideas en todos los espacios, ninguno es menor, todos son importantes.
Haciendo un rápido análisis de la responsabilidad de las organizaciones sociales diremos que la función de dirigente sindical tiene que transformarse en un dirigente revolucionario, esto es saber armonizar los intereses de su gremio con los intereses estratégicos del proceso revolucionario, esto no está ocurriendo, por eso tenemos reacciones incomprensibles como la de los productores de coca de los yungas paceños que perdieron el horizonte político e ideológico.
Para este tipo de situaciones es necesaria la claridad y responsabilidad del dirigente, y aquí se debe dejar de lado la herencia colonial, del complejo de superioridad que también tienen algunos dirigentes, esto no permite avanzar, no permite tener una autocrítica.
Es tiempo pues de una profunda autocrítica, para reencontrar la potencia revolucionaria de lo que fueron los movimientos sociales.
El autor es escritor e historiador potosino
y Twitter: @escuelanfpn
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