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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...

Análisis de la tesis de Pulacayo

Por: René Zavaleta Mercado
Consideremos, sin embargo, no el lado de la perplejidad del proletariado, sino de su lucidez, y en este orden de cosas sin duda la llamada Tesis de Pulacayo (tesis central de la FSTMB, 8 de noviembre de 1946) es sin lugar a dudas la prueba más rotunda del carácter avanzado que adquirió esta clase desde su más temprana aparición en la política del país.
Para mencionar sólo algunos de sus aspectos, los más generales, una correcta tipificación de la formación económico-social del país:
Bolivia es un país capitalista atrasado. Dentro de la amalgama de los más diversos estadios de evolución económica, predomina cualitativamente la explotación capitalista, y las otras formaciones económico-sociales constituyen herencia de nuestro pasado histórico. De esta evidencia arranca el predominio del proletariado en la política nacional.
Una definición sin duda sorprendente, si se la ubica en la fecha de su aprobación, noviembre de 1946, bastante antes de que la cuestión de las formaciones económico-sociales y de los modos de producción fuera discutida en el continente. Por otra parte, la tesis sostiene que:
[…] la particularidad boliviana consiste en que no se ha presentado en el escenario político una burguesía capaz de liquidar el latifundio y las otras formas económicas precapitalistas; de realizar la unificación nacional y la liberación del yugo imperialista. Tales tareas burguesas no cumplidas son los objetos democrático-burgueses que inaplazablemente deben realizarse. Los problemas centrales de los países semicoloniales son la revolución agraria, es decir, la liquidación de la herencia feudal y la independencia nacional […] El proletariado de los países atrasados está obligado a combinar la lucha por las tareas demo-burguesas con la lucha por las reivindicaciones socialistas.
El desconocimiento de toda posibilidad de dirección pequeño burguesa:
La clase media o la pequeña burguesía es la más numerosa y, sin embargo, su peso en la economía nacional es insignificante. Los pequeños comerciantes y propietarios, los técnicos, burócratas, los artesanos y los campesinos no han podido hasta ahora desarrollar una política de clase independiente, y menos lo podrán en el futuro. El campo sigue a la ciudad y en ésta el caudillo es el proletariado.
Sobre quién debe encabezar la propia fase democrático-burguesa:
Señalamos que la revolución demoburguesa, si no se la quiere estrangular, debe convertirse sólo en una fase de la revolución proletaria […] Mienten aquellos que nos señalan como propugnadores de una inmediata revolución socialista en Bolivia; bien sabemos que para ello no existen condiciones objetivas. Dejemos claramente establecido que la revolución será democrático-burguesa por sus objetivos y sólo un episodio de la revolución proletaria por la clase social que la acaudillará. La revolución proletaria de Bolivia no quiere decir a las otras capas explotadas de la nación, sino alianza revolucionaria del proletariado con los campesinos, artesanos y otros sectores de la pequeña burguesía ciudadana.
En cuanto a su proyecto estatal:
La dictadura del proletariado es la proyección estatal de dicha alianza. La consigna de la revolución y dictadura proletarias pone en claro el hecho de que será la clase trabajadora el núcleo director de dicha transformación y de dicho Estado. Lo contrario, sostener que la revolución democrático-burguesa, por ser tal, será realizada por sectores “progresistas” de la burguesía y que el futuro Estado encarnará en un gobierno de unidad y concordia nacionales, pone de manifiesto la intención firme de estrangular el movimiento revolucionario.
A pesar de lo extraordinario que resulta que el proletariado como conjunto adoptara una tesis tan avanzada en un momento en que, después de todo, no había dicho todavía su plena palabra, la historia fue más lejos que la tesis, o cumplió sus previsiones de un modo más retorcido y, por otra parte, resultó muy evidente que la clase no tenía las condiciones para llegar allá donde llegaba sin embargo su tesis.
Por ejemplo, en el problema que Marx llamaba de la “iluminación” desde el sector de punta. Primero habría que resolver si no es posible la existencia del foco o enclave capitalista como enclave mismo, es decir, como un polo en el que, si se quiere, hay un modo de producción capitalista, pero no articulado con los demás sectores de la formación, cuyo único dato de unidad es el dato político, lo que algunos llaman el Estado aparente.
Aquí no sólo falta la propalación del modo principal, sino que puede faltar la articulación misma. No era el caso, por cierto. El mero hecho de que se hablara de la rosca como la combinación entre los latifundistas y la empresa minera mostraba ya que la iluminación existía. Pero aquella burguesía propiamente oligárquica, muy preocupada con su restricción y no con su expansión, era en cambio el freno principal con que se encontraba no sólo el proletariado (que era sin duda su enemigo), sino las propias clases preburguesas, los sectores que ya se sentían en disposición de convertirse en burguesía. Es cierto que lo que había de iluminación era lo que permitió al proletariado avanzar sobre las capas campesinas y aliarlas a su tarea (no por azar el centro de la revolución agraria fue Cochabamba, la zona más integrada a la economía minera); pero lo que no había de propalación del modo de producción de punta impidió la expansión numérica del proletariado y, en la fase de su aislamiento, que era previsible aunque no está en la tesis, el hecho numérico se volvía decisivo. El cerco de la clase obrera se convirtió en una muralla china.
Esta preburguesía, o si se quiere, los agentes políticos de la burguesía en construcción, lograron a su turno canalizar la revolución agraria (que, en efecto, implantó el proletariado de acuerdo con todo el mandato de la tesis) y plantearon la unidad nacional de una manera propiamente burguesa; la claudicación estatal del proletariado no le permitía realizar las tareas burguesas que la burguesía no había sabido realizar. Estas tareas volvieron a su titular, aunque, obviamente, se limitaron a lo que se le permitía hacer a una burguesía dependiente.
Para mayor abundancia, el campo no siguió a la ciudad sino hasta realizar sus propias consignas; la alianza con el campesinado y la pequeña burguesía urbana fue mucho más inconstante de lo previsto y, en fin, el propio proletariado acabó practicando no su tesis, sino la de sus rivales (la teoría de las etapas, por ejemplo), o sea que la clase considerada como conjunto que no había tenido tiempo de asumir su propio programa. El programa, a su turno, habría necesitado de un contorno teórico, que lo desarrollara y, además, cuando se es tan poco numeroso y las alianzas son tan decisivas, habría sido necesario que incluso los sectores más avanzados de las otras clases de la alianza tomaran este programa como propio, es decir, que se diera una irradiación. Pero nada de esto alcanza para disminuir la suprema importancia histórica de este tipo de adquisiciones; se puede comentar la tesis o transformarla o explicar por qué no se cumplió a la hora de la crisis, pero las clases no retroceden del punto al que han llegado con sus programas, y la educación de la clase se hace en torno a eso.
Tomado del texto El Proletariado Minero en Bolivia (1978) de René Zavaleta Mercado

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