Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
Luis Oporto Ordóñez, Carola Campos Lora y Edgar Ramírez Santiesteban
El deceso de Simón Reyes
Rivera, hombre representativo del sindicalismo minero, provocó ideas
encontradas en el análisis de su trayectoria política y sindical. Propios y
extraños reconocen “su consecuencia, su capacidad analítica, su sencillez, su
fidelidad a la lucha de su clase” [1] y su condición de “luchador consecuente e
inclaudicable por los intereses de la clase obrera, (que) sufrió la cárcel, el
exilio, la tortura, pero nunca transigió y su figura representa lo mejor, lo
más combativo, lo más lúcido de la clase obrera”. [2] Sus críticos afirman que
“pasa a la historia como un exponente obrero de las ideas revisionistas y
antimarxistas en el seno del movimiento sindical boliviano, (que)
frecuentemente propicia el colaboracionismo clasista de los trabajadores con
una burguesía “patriótica”, “progresista” y “antiimperialista” y “presta sus
servicios a los dueños del poder para extirpar al trotskismo del seno de la COB
y del movimiento minero”, [3] e inclusive lo identifican como miembro “de la
mayor élite de la izquierda de Bolivia, esa izquierda sin ideas, sin
propuestas, sin sospechas de nuestras realidades, absolutamente querellante,
repetitiva de las consignas que venían de Moscú, la Habana o Pekín”. [4] Su
presencia en la política nacional fue gravitante durante sesenta años, con sus luces
y sombras, sus grandes aciertos y errores pero con una voluntad de servicio a
la clase obrera y a su partido, a los que dedicó lo mejor de su existencia, con
desprendimiento, coraje, convicción, solidaridad y entrega indudables.
“Carrero
de Interior Mina”, de principio a fin
Simón Reyes Rivera nació el 5
de enero de 1933, en Tarija. Sus padres fueron Jorge Reyes y Antonia Rivera.
[5] En su juventud trabajó como zapatero, oficio que practicó hasta los 23
años. Cuando el joven “Chapaco” Reyes, ingresó a la empresa Unificada (Comibol)
como “Carrero en Interior Mina” el 13 de enero de 1956, tomó bajo su protección
a su madre y sus hermanos menores. Pero no estaba destinado a ser un trabajador
más pues en interior mina conoció la dureza del trabajo minero, observó mineros
prematuramente envejecidos, comprendió que el país estaba bajo el dominio de un
poder imperialista que impedía su desarrollo económico y social, pues prefería
tenerlo más bien como proveedor de materias primas. Supo entonces que el país
jamás podría alcanzar su independencia económica y asumió como deber
autoimpuesto, consolidar la independencia de clase para enfrentar al
imperialismo y los gobiernos serviles.
Militante
del Partido Comunista de Bolivia y dirigente sindical
A los 19 años participó de la
fundación del PCB junto a un grupo que se separó del Partido de la Izquierda
Revolucionaria. [6] En 1952, se forja al interior del partido como militante y
líder nato. Por sus cualidades de cuadro político y sindical, la Comisión Nacional
de Organización, en la VI Conferencia del Partido Comunista de Bolivia (1955)
decide introducir el pensamiento marxista y la doctrina comunista en las minas,
instruyendo a tres de sus mejores cuadros a enrolarse en el trabajo minero: el
“Negro Aliaga” es destinado a Pulacayo, Rodolfo Saldaña a la Empresa Minera
Catavi y Simón Reyes Rivera a la Empresa Minera Unificada. Llega a Potosí junto
a Andrés Heredia para organizar la extensión del Partido Comunista (1956). Allí
ya trabajaba Humberto Ramírez Cárdenas, el “Tequila Ramírez”, prestigioso
militante del Partido Comunista y el primer dirigente de izquierda en la
Federación de Mineros. En Potosí vivió en la casa de Félix Cisneros, destacado
dirigente sindical de la Unificada, quien recibe fuerte influencia de Simón
Reyes y Andrés Heredia. La casa estaba ubicada en la calle Bolívar, cerca del
Stadium. En las cercanías de la Plaza Avaroa conoce a su futura esposa, Ana
Montaño.
Al integrarse al Partido
Comunista de Bolivia abrazó el ideal de liberación de su pueblo, en el que
destacó por su claridad e inteligencia. Este hombre de alta estatura pronto
formó parte del Comité Central del PCB y más tarde de la cúpula del partido. Su
doble rol, en el Partido y el sindicato motivó su despido de su fuente laboral,
una constante a lo largo de su trayectoria, al que se suma el apresamiento, el
exilio y la tortura, retos que enfrentó con integridad, consecuencia y sin
delaciones, tan corriente en esa época. A diferencia de muchos dirigentes que
se catapultan del sindicato al aparato político, Simón Reyes va desde el
partido a la dirigencia sindical. A pesar de que su incursión en la actividad
sindical minera fue una decisión política del Partido, se puede afirmar que su
transición de “delegado de base” a “dirigente de la FSTMB” fue natural,
posibilitada por la alianza con la izquierda del MNR, por lo cual su presencia
no significaba peligro alguno para el MNR (1958). Al contrario, con la figura
de Simón Reyes el partido nacionalista recuperaba su careta de izquierda, despintada
después de la estabilización monetaria. No hay otra explicación para que un
chapaco de constitución delgada y alta, se convierta en dirigente de los koya
runas (mineros).
Simón Reyes fue elegido
Secretario General del Sindicato Central de Metalúrgicos de la Empresa Minera
Unificada y en esa condición participó en el Congreso de la FSTMB en Telamayu
junto a Alejandro Chigua, Magín Villegas y Julio García (1959), siendo elegido
Secretario de Relaciones. Con él ingresa un fuerte contingente, el mejor que
tuvo la dirigencia de la FSTMB: Víctor López Arias, Líber Forti, Alberto Jara,
Ladislao Vera Luján.
Los despidos y exoneración de
la empresa es una característica en su file personal. Su primera experiencia
fue el 10 de junio de 1965 [7] cuando se entronizó en el poder el régimen
militar del General René Barrientos Ortuño e impuso a sangre y fuego el
“Sistema de Mayo”, con la rebaja de salarios en 40%, condenando a la miseria a
la clase minera. Sin embargo, continuó su lucha política. En esa coyuntura, al
interior de los mineros, se distinguían dos tendencias: las que buscaban su
legalización a través de los “Comités de Base” (Irineo Pimentel, Víctor López,
Simón Reyes, Liber Forty) y la que propugnaba la lucha clandestina con
sindicatos clandestinos (Federico Escobar Zapata, Cesar Lora, Isaac Camacho y
Filemón Escobar). Tuvo oportunidad de mostrar su independencia de acción cuando
Juan Lechín, exiliado por Barrientos, estaría ausente de la resistencia
interna, posibilitando el surgimiento de una nueva generación de dirigentes con
proyección nacional. Libre del tutelaje de Lechín, incluso desde la cárcel,
germinaba un nuevo liderazgo que se impondría en las resoluciones de los
Congresos de Siete Suyos (1966) y Siglo XX (1970). El pensamiento socialista relegaba
al nacionalismo revolucionario, aunque éste llevara ropaje de izquierda, pero
al mismo tiempo se fracturaba en las dos tendencias representadas por el PCB y
el POR.
La
Masacre de San Juan
Simón Reyes fue enviado al
distrito minero de Siglo XX, en las vísperas de la Masacre de San Juan,
perpetrada por el ejército boliviano, cumpliendo instrucciones del Capitán
General René Barrientos quien temía a la clase vanguardista minera más que a la
guerrilla del Comandante Ernesto Che Guevara que combatía en Ñancahuazú. Detrás
del mandatario militar, estaba la embajada americana, asesorando, instruyendo,
ordenando.
Su presencia fue crucial pues
desmintió las contradictorias versiones del Gobierno para justificar la
atrocidad, por ejemplo, se comunicó oficialmente que la incursión militar fue
instruida para “detener el complot de los mineros contra el Gobierno”, que “las
tropas dispararon en defensa propia”, que “el Che Guevara dirigía las
subversiones en las minas” y para “capturar a los pro-guerrilleros que se
autotitulaban de dirigentes sindicales”, y el “asalto al cuartel de
Lagunillas”. [8] En su esclarecedor informe, Simón Reyes denunció la magnitud
de la masacre, allí donde el gobierno afirmaba que hubo resistencia armada
mostró que los mineros festejaban la noche de San Juan, allí donde se decía que
los soldados dispararon en defensa propia demostró que los mineros fueron
acribillados con cobardía aprovechando el estado emotivo en que se encontraban
y que lo único que combatieron esa noche fue el frío intenso de la puna y las
únicas armas que blandieron fueron las tacitas de té-con-té. Los mineros no
salían de su estupor, al ver caer los cuerpos de sus compañeros, fulminados por
la munición de guerra que usó la tropa militar. [9] Simón Reyes fue sindicado
de conformar una red de partidos extremistas que complotaban contra el
gobierno: “Los comunistas con Simón Reyes y Rosendo García Maisman. El grupo
Pekín con Toscanito y Federico Escobar y, finalmente, la gente del POR, como
Filemón Escobar, Víctor Sosa y Jesús Camacho”. [10] En su informe, Reyes,
afirma que “no se ha mostrado ninguna prueba que justifique la acusaciones
contra los dirigentes sindicales, llamados por el Gobiernos ‘agitadores extremistas’”.
Destruye los argumentos del Gobierno y el Alto Mando: “A pesar de todos los
esfuerzos para justificar las masacres de San Juan en Siglo XX y Huanuni, no
han podido exhibir una sola razón ni han podido mantenerse en un solo motivo”.
[11]
Asamblea
del Pueblo y Golpe contra el General Torres
La dinámica clasista
imperante en la FSTMB, que si bien no desplazó a la recia personalidad de
Lechín, abrió espacio a dirigentes socialistas, entre ellos, Simón Reyes. Fue
reincorporado a su fuente laboral el 1 de abril de 1970, con su mismo cargo de
Carrero, volviendo a organizar al sindicato de Pailaviri. Tuvo intensa
actividad en la Asamblea del Pueblo (1970), un cuerpo legislativo popular
inspirado en los “soviets” rusos, que fue abortado por el Golpe de Estado del
Cnl. Hugo Banzer Suárez, contra quien organizó la resistencia en Laikacota. A
raíz del cruento derrocamiento del Gral. Juan José Torres, el 19 de agosto de
1971 (1971). Su permanencia en la mina tenía los días contados, pues fue
despedido el 14 de diciembre de 1971. La derrota del 21 de agosto de 1971
significó su paso a la clandestinidad y el exilio. Su prestigio como dirigente
sindical y político y el profundo espíritu de solidaridad de los mineros,
posibilitaron que se mantuviera en la Secretaría de Relaciones de la FSTMB en
dos de sus congresos. Alternó el trabajo con la conspiración política. Era
parte de ese grupo de conspiradores profesionales que generó la izquierda
esclarecida en el país. Únicamente pudo reingresar a su puesto de carrero cuando
cayó el régimen banzerista, el 7 de marzo de 1978.
En la primavera democrática
de 1978, encabezó la lista de diputados de Frente de la Unidad Democrática y
Popular, por Potosí, en las elecciones anuladas de 1978 como representante de
su partido y dirigente minero. En 1979 logra su elección como diputado
nacional. Ese mismo año fue re-elegido como Secretario de Relaciones
Internacionales de la Central Obrera Boliviana, integrándose activamente al
Comité Ejecutivo de la Central Obrera Boliviana. Un nuevo golpe de estado sumió
al país en una larga noche de dictadura y fue despedido nuevamente, el 13 de
agosto de 1980, poco después que Luis García Meza asaltara el gobierno
imponiendo un gobierno ligado al narcotráfico y al fascismo argentino. Fue
apresado y su imagen fue usada por el ministro de gobierno del dictador que lo
mostró en la televisión a los pocos días del golpe, despejando los rumores de
su ejecución. Con la caída del régimen, en plena transición a la recuperación
de la democracia, volvió a su labor minera el 31 de julio de 1982.
Representando a su partido y
a los trabajadores, tercia en las elecciones de 1982 y es elegido diputado
nacional [12] integrando la bancada del Partido Comunista de Bolivia
(1982-1985). Como Delegado de la Central Obrera Boliviana, participa en la
Sexagésima Novena Reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, en
Ginebra (1983). En su intervención señala que “la delegación de la Central
Obrera Boliviana, a diferencia de la que les correspondió participar los años
1981 y 1982 (tiempo en la que la Central Sindical se encontraba proscrita,
perseguida por la dictadura militar del exgeneral Luis García Meza), lo hace en
ésta ocasión en la más absoluta libertad democrática. El movimiento obrero
boliviano durante ese periodo luchaba por sus derechos en la más estricta
clandestinidad”. [13]
Lucha
contra el neoliberalismo
La apertura democrática
llevaría a los dirigentes sindicales a ser sus firmes defensores y
protagonistas del juego democrático, entre ellos Simón Reyes y el PCB, tuvieron
la virtud de conformar un frente triunfador en tres elecciones frustradas, en
las cuales fue elegido parlamentario es decir su liderazgo era indiscutido.
Pero, el gobierno de la UDP, con su fracaso, lo arrastraría. Perdió contra Lechín
en el Congreso de la COB en Cochabamba (1984), se tomaría la revancha en Santa
Cruz cuando fue elegido Secretario Ejecutivo de la Central Obrera Boliviana en
el VIII Congreso de la COB (1987), como una ratificación de que el radicalismo,
de por sí, tampoco es válido. Tiene el mérito de haber sucedido a Juan Lechín
Oquendo en la búsqueda de una vía democrática en reemplazo de la “línea del
todo o nada” que propugnaba aquel, pero es evidente que “sucedió a Lechín
cuando la confederación sindical había perdido gran parte de su poder de
negociación con el Estado y el movimiento popular comenzó a buscar formas
alternativas para plantear sus reivindicaciones”. [14]
La debacle del modelo
industrial, con el DS 21060, lo arrastraría. Pese a que volvió al congreso en
1985, [15] integrando el FPU, coalición del PCB y el MBL (1985-1989), [16] no
encontró la forma de evitar la dispersión del movimiento minero, más aún cuando
el curso de los acontecimientos lo puso al frente de la “Marcha por la Vida”.
La generalizada conculcación de las conquistas sociales debilitó a tal grado al
movimiento minero que la sobrevivencia de la familia era el fin último al que
había sido reducido el minero revolucionario. Simón Reyes no supo o no pudo
canalizar la energía emergente de nuevos sectores sociales como campesinos,
maestros o gremiales, en el seno de la COB. A su pesar reeditó la vieja
consigna de la Huelga General Indefinida. En ese contexto, la COB peleó,
negocio y perdió. Como un corolario insospechado, connotados miembros de la
dirigencia histórica minera sucumbieron ante la oferta gubernamental de bonos
extralegales.
En Oruro (1989) sería
relevado de la dirigencia sindical pero retornó una vez más al congreso
integrando la Izquierda Unida (1989-1993), [17] pero fracasa en las elecciones
de 1993 y 1997. [18] Al final de su existencia, apareció esporádicamente
expresando su criterio sobre la coyuntura política. Falleció en la ciudad de
Santa Cruz de la Sierra, el 1° de noviembre de 2012.
* Historiador, Archivista y exdirigente de la
FSTMB y de la COB, respectivamente.
1.
Miguel Lora Ortuño: “Ha muerto Simón
Reyes”. Bolpress, 5.11.2012.
2.
Adriana Dager López, en su muro de
Facebook, 1.11.2012.
3.
Miguel Lora, op. Cit.
4.
Max
Murillo Mendoza, en mensaje por correo electrónico, 4.11.2012.
5.
Estos y otros datos de su trayectoria
laboral fueron extractados de su Expediente personal. Archivo Histórico de la
Minería Nacional.
6.
Miguel Lora, op. Cit.
7.
Expediente personal de Simón Reyes. Archivo
Histórico de la Minería Nacional. Es interesante analizar la dinámica laboral
de los dirigentes que son retirados por “falleros”, eufemismo con el que se
esconde el retiro por motivos políticos, o la “declaratoria en comisión sin
goce de haberes” que deja en suspenso su estatus laboral mientras permanecían
presos, a fin de no perder antigüedad, con la complicidad de “mandos medios” de
la Comibol.
8. Simón Reyes Rivera: La
masacre de San Juan. Oruro, s.e., 1967, pp. 17-20.
9. El artífice de esa
operación comando fue el temible Capitán Zacarías Plaza.
10. Gregorio Iriarte, citado
por Soria, Pimentel y García: 1967: San Juan. A sangre y fuego. La Paz,
Biblioteca Laboral, 2016, p. 294.
11. Simón Reyes Rivera, op. Cit.,
p. 21.
12. H. Cámara de Diputados:
Anuario Legislativo 1983. La Paz, HCD, s.f., p. 421.
13. Testimonio de Edgar Ramírez
Santiesteban. (Noviembre de 2013).
14. Salvador Romero Ballivián:
Diccionario biográfico de parlamentarios, 1979-2009. La Paz, Fundappac, 2009,
pp. 382-383.
15. Anuarios Legislativo s 1985-1986 (p. 408);
1987-1988 (p. 309); 1988-1989 (p. 9); 1989-1990 (s.p.).
16. Carlos Mesa Gisbert:
Presidentes de Bolivia. Entre urnas y fusiles. La Paz, Gisbert, 2005, p. 172.
17. Carlos Mesa, op. Cit, pp.
175; Anuarios Legislativos1989-1990, 1990-1991, 1992-1993.
18. Salvador Romero (op. Cit.
P. 383) erróneamente afirma que “Reyes fracasó en tres oportunidades
consecutivas: 1989, 1993 y 1997”.
y Twitter: @escuelanfp
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