Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Gastón Nuñez
“Nelson Mandela sigue en estado crítico en el
hospital. Los médicos hacen todo lo posible para garantizarle bienestar…”. Así
manifiestan al mundo los más cercanos al líder sudafricano que lucha por su
vida.
Hoy me toca evocar a la figura más grandiosa en la lucha contra el racismo
y el apartheid en el mundo. Seguramente a Nelson Mandela le toca ahora luchar y
resistir frente a los avatares de su enfermedad. La preocupación cada vez se
hace sentir en los seguidores de Mandela que se preparaban para lo peor,
sabiendo que, hospitalizado desde hace 23 días y con casi 95 años de edad, se
encuentra entre la vida y la muerte.
Su familia ha pedido a sus más afines a que “se respete la intimidad de la
familia y que a “Madiba”, como también se lo llamaba, se le permita enfrentar
el momento de su muerte en paz. Dijeron que es un momento especial y sagrado
para todos y esperan que el mundo de un paso atrás y “nos permita estar solos
con nuestro padre”, dijera uno de sus hijos.
Mandela, icono de la lucha contra el apartheid y primer presidente negro de
Sudáfrica, en 1994, cumplirá 95 años el próximo18 de julio. Ingresó al hospital
como cuatro veces desde diciembre, la mayoría de ellas por infecciones
pulmonares que sufre desde hace años.
En Soweto, la famosa localidad cercana a Johannesburgo, donde vivía Mandela
antes de ser encarcelado, la vida seguía su curso y los habitantes parecían
resignados a perder a su héroe.
Trayectoria del líder sudafricano
Nelson Mandela nació el 18 de julio de 1918 en Qunu, un poblado de unos 300
habitantes cercano a Umtata en el Transkei. A los cinco años pastoreaba ovejas
y becerros. Fue uno de los 15 hijos de Henry Mgadla Mandela, consejero
principal del Jefe Supremo de Thembuland, quien a la muerte de su padre se
convirtió en tutor de Mandela.
Cursó estudios en el Colegio Universitario de Fort Hare para obtener su
título de Bachiller en Artes y donde entra en contacto con la política y conoce
a Oliver Tambo. Ambos tomaron parte en una huelga estudiantil en 1940 que
supuso su expulsión del centro. Después conoce a Walter Sisulu, quien le
proporcionó un trabajo en un despacho jurídico.
En 1944, junto a Sisulu, Tambo y Anton Lembede, fundan la rama juvenil del
Congreso Nacional Africano (ANC). Se convirtió en el secretario nacional de
esta organización en 1948 y aunque en principio se oponía a colaborar con otros
grupos raciales, cambió de opinión en 1952 durante el transcurso de la
denominada Campaña del Desafío. Por ello propugnó la acción conjunta
contra la política gubernamental del apartheid.
En marzo de 1961, con el fin de evitar su detención y una nueva
inhabilitación, Mandela pasó a la clandestinidad y, junto a Sisulu, recorrió en
secreto el país para organizar una huelga de tres días. En junio de 1961, los
dirigentes del ANC decidieron iniciar la lucha armada y crearon el Umkhonto we
Size ('La lanza de la nación'), brazo armado del ANC, con Mandela como máximo
dirigente.
En enero de 1962, abandonó Sudáfrica y acudió a la Conferencia Panafricana
de Addis Abeba (Etiopía); más tarde viajó a Argelia, donde recibió
entrenamiento para la lucha guerrillera, y por último a Londres, ciudad en la
que se reunió con los líderes de la oposición en el exilio.
Regresó a su país en julio de ese año y fue detenido el 5 de agosto acusado
de rebelión y abandono ilegal del país, por lo que fue condenado a cinco años
de prisión. Mientras se encontraba en la cárcel, la policía registró el cuartel
general del ANC en Rivonia. La mayor parte de los miembros dirigentes de esta
organización fueron arrestados; además se confiscaron diversos documentos, entre
los que estaba el diario escrito por Mandela durante su viaje por el
extranjero.
Él y otros activistas fueron juzgados, en lo que se conoce como el juicio
de la traición de Rivonia. Duró desde octubre de 1963 hasta junio de 1964, y
llevó a cabo su propia defensa y la de los otros acusados. Fue condenado a
cadena perpetua.
Durante más de 27 años fue el preso político más famoso del mundo. Pasó
dieciocho años en la prisión de Robben Island, antes de ser trasladado a la de
Pollsmoor (Ciudad de El Cabo) en 1982, fecha en la que se inició una campaña
internacional en favor de su liberación. Durante los años que permaneció en la
prisión de Robben Island, fue obligado a realizar trabajos forzados en las
minas de cal de la isla.
En febrero de 1990 en el gobierno del presidente Frederik de Klerk, salió
de la prisión y volvió a asumir el liderazgo del ANC y dirigió las
negociaciones con el gobierno entre los difíciles años de 1990 y 1994, cuando
en muchas ocasiones parecía que las negociaciones se iban a romper y que
estallaría la violencia.
En 1991, el régimen sudafricano abrogó la última de las leyes que
constituían la base legal del apartheid. Mandela y De Klerk compartieron en
1993 el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos para establecer la democracia
y la armonía racial en Sudáfrica.
En mayo de 1994, tras las primeras elecciones generales en las que todos
los grupos raciales (incluidos los negros) tenían derecho al voto, Mandela se
convirtió en el primer presidente de raza negra de la República de Sudáfrica.
Al asumir su cargo de presidente renunció a una tercera parte del salario y
creó el Fondo Nelson Mandela para la Infancia. Tras la aprobación
parlamentaria, en mayo de 1996, de la nueva Constitución sudafricana, el propio
Mandela la firmó en diciembre de ese año ante miles de personas, en
Johannesburgo, poniendo así fin al periodo de transición democrática iniciado
con su salida de la cárcel en 1990 y significando también la desaparición del
gobierno de coalición formado por el ANC y el Partido Nacional de Frederik
Willem de Klerk.
Mandela se convirtió definitivamente, en 1997, en un líder indiscutible de
las relaciones internacionales africanas, mediando en varios conflictos, como
en el de Zaire (actual República Democrática del Congo), que en la primera
mitad de ese año acabó por suponer el fin del régimen de Mobutu Sese Seko.
Prisionero durante 27 años en penosas condiciones, el gobierno de Sudáfrica
rechazó todas las peticiones de que fuera puesto en libertad. Nelson Mandela se
convirtió en un símbolo de la lucha contra el apartheid dentro y fuera
del país, una figura legendaria que representaba la falta de libertad de todos
los negros sudafricanos.
Las elecciones de 1994 convirtieron a Mandela en el primer presidente negro
de Sudáfrica; desde ese cargo puso en marcha una política de reconciliación
nacional, manteniendo a De Klerk como vicepresidente, y tratando de atraer
hacia la participación democrática al díscolo partido Inkhata de mayoría zulú.
Hoy, como los días aciagos de esa lucha contra el racismo y el apartheid,
nos recogemos a nuestra morada para encontrar el silencio y rememorar la vida
de Mandela, elevar oraciones al creador, por un hombre que rompió paradigmas de
lo invencible y que desde la cárcel, desde las calles y desde su lecho, es el
luchador incansable por la dignidad de los pueblos del África y del mundo.
El autor es comunicador y
conductor del programa, “Memorias de Nuestra América” que se emite por radio.
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