Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Atilio A. Boron
Hoy, 28 de Julio de 2013, se cumplen exactamente 59 años del nacimiento del Comandante Hugo Chávez Frías. Su prematura muerte, bajo circunstancias cada vez más sospechadas, priva a América Latina y a las luchas por la Segunda y Definitiva Independencia de nuestras naciones de uno de sus "imprescindibles", al decir de Bertolt Brecht: uno que luchaba siempre, cada día, cada hora, cada minuto. Chávez amalgamaba esa formidable fuerza con una singular valentía, que hacía que no se arredrara ni bajo las peores situaciones; a lo anterior añadía una excepcional inteligencia, que le permitió a lo largo de su vida ver claro cuando casi todos los demás veíamos todo muy confuso.
Chávez personificaba una imagen harto infrecuente en nuestros días: un jefe de estado que leía vorazmente, como todavía hoy lo hace Fidel. Su vocación por el estudio sólo se igualaba a su compromiso con la liberación de nuestros pueblos: era conciente de que su sabiduría, como lo quería el Dante, debía ser puesta al servicio de la actividad política redentora. O como lo exigiera Marx en su célebre Texis XI sobre Feuerbach: de lo que se trata es de cambiar al mundo, no sólo de entenderlo. Y Chávez leía y leía para cambiar al mundo. Su capacidad de trabajo era asombrosa; pocas horas de descanso, tres o cuatro a lo sumo, bastaban para que se despertara plenamente lúcido y descansado, cargase su morral -como bien lo recordaba en su discurso fúnebre su querido hermano Adán Chávez Frías- y se pusiera en marcha, dando inicio a otra jornada agotadora que por más dura que fuera jamás lograba hacer mella en su generosidad, su solidaridad con los "condenados de la tierra", su desbordante simpatía y su finísimo sentido del humor, que irrumpía como un rayo en las circunstancias más insólitas. El humor y la risa, bien lo recuerda Umberto Eco en El Nombre de la Rosa, son elementos corrosivos, incompatibles con el mantenimiento del "buen orden" de la sociedad. Verdad tanto en el medioevo sumido en la oscuridad eclesial como en el capitalismo monopólico actual, abrumado por los tenebrosos mensajes emitidos por quienes pretenden sostener un orden podrido hasta en sus entrañas sobre la base de "mentiras que parezcan verdades" (Vargas Llosa dixit), asesinatos selectivos, "drones", bases militares, torturas y toda clase de crímenes que la industria cultural con base en Hollywood propala edulcoradamente para adormecer, o castrar definitivamente, los sentimientos morales de buena parte de la población mundial evitando que repudie y se oponga a tales prácticas. Resistiendo a esta barbarie Hugo sembraba sin pausa, y lo hacía sonriendo y bromeando, estableciendo una comunicación única con su pueblo, cuya cabeza fue "reformateada" a partir de su incesante prédica desprovista de todo acartonamiento; prédica dicha con una sencillez que sólo inteligencias superiores como las de él podían practicar.
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