Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Norma Yalila Casanova
Ante
los sucesos del bullado caso LAMIA y la expresión de quienes han sentido
vergüenza ajena por la debilidad institucional, la corrupción sensacional y la
viveza criolla de quienes reproducen poder en sí mismos, se intenta dar una
explicación sociológica a la avalancha mediática oficialista, que repite y
sostiene una retórica justificación en contra de los operadores y no en los
tomadores de decisión, para calmar la rabia y el dolor de historias truncadas
por la muerte trágica.
El
término de chivo expiatorio en su sentido popular, alude a la transferencia de
culpabilidad hacia personas o grupos, frente a la incapacidad de dar respuestas
a fenómenos que emergen y dañan la imagen pública de un personaje o
institución. El mecanismo victimario se lo toma del Antiguo Testamento de la
sagrada escritura, que acallaba un pecado o una culpa ofreciendo un macho
cabrío para que su sangre purifique y reconstituya el pacto con el supremo
hacedor.
Este
aparato de persecución y de victimización, se lo utiliza cuando las cortinas de
humo no funcionan y se van sumando aspectos que ponen en duda la capacidad y
honorabilidad de quienes manejan las instituciones del país.
Cuando
la culpa recae reiteradas veces en quienes ejercen poder, la persecución
colectiva empieza a gestar descontento y la amenaza será siempre quitarles su
apoyo. Ante lo inexplicable, la gente exige una relación causa – efecto y
espera si no el castigo, al menos conocer al culpable.
Cuando
se ha perdido credibilidad, la estrategia es descargar una ilusión violenta de
justicia sobre una víctima que transfigura o transmuta a culpable, para
apaciguar el imaginario colectivo, sediento de encontrar castigo para algo
irreparable. Es por eso, que la reacción natural los lleva a focalizar la
hostilidad sobre individuos que no tienen ningún poder, transfiriendo el
rechazo hasta que se diluyan los sentimientos hostiles por el fenómeno que
conmovió a la masa.
El
apaciguamiento por catarsis (purificación y liberación) de odios hacia los
grupos poderosos, vendrá después de ver cómo se ensañan con la víctima fortuita,
aquella que huye para no ser linchada, por los detenidos a los que no se le
hará seguimiento, a aquellos que en este momento son los chivos expiatorios
para desacelerar las pequeñas crisis, hoy por el avión caído, días atrás por la
escasez de agua, hace un mes por la sequía y en un mes, como todo enero, por
las inundaciones.
La
autora es Socióloga y componente del Instituto de Investigaciones
Económicas
y Sociales José Ortíz Mercado
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