Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Memoria
y verdad
El 15 de enero de 1981, hace 36 años, ocho jóvenes de
izquierda se reunían en una casa de La Paz. Esa misma tarde de incertidumbre
eran asesinados por paramilitares. Eran los días que hoy se recuerdan como la “narcodictadura”
de Luis García Meza Tejada y Luis Arce Gómez. Fue solo uno de los muchos crímenes
cometidos entonces, por eso urge una Comisión de la Verdad. Eran tiempos de
miedo, de toques de queda, de persecución, de paramilitares, de ejecuciones
sumarias, de represión, de violaciones a los más básicos derechos humanos. Se
había interrumpido un proceso democrático que contaba con un sólido respaldo
para desatarse impunemente un terrorismo de Estado que conculcó los derechos más
elementales de la ciudadanía.
Bajo ese ambiente de miedo generalizado, el 15 de
enero en la tarde, paramilitares ingresaron a la casa de la calle Harrington,
en la zona de Sopocachi Alto, donde estaban reunidos los ocho líderes de la
dirección clandestina del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Los
apresaron, torturaron y asesinaron. El objetivo de aquella reunión era
planificar la huelga general indefinida en respuesta a las medidas tomadas por
el gobierno de facto en contra del pueblo boliviano. Solo Gloria Ardaya
sobrevivió para narrar lo sucedido.
Este capítulo trágico de nuestra historia se grabó en
la memoria como “La masacre de la calle Harrington”. Estos ocho militantes
asesinados brutalmente bajo la impunidad de los años de dictadura boliviana
dejaron una de las semillas fundamentales de la democracia que hoy seguimos
construyendo. A 36 años de la dolorosa partida de estos mártires por la
democracia, volvemos a nombrarlos: Artemio Camargo Crespo, dirigente
minero; Jorge Baldivieso Menacho, responsable de la Regional de Chuquisaca;
Gonzalo Barrón Rondón, responsable del Frente Estudiantil Universitario y
dirigente de la CUB; Arcil Menacho Loayza, responsable de la Regional de Pando;
Ricardo Navarro Mogro, dirigente del Frente Universitario; José Reyes Carvajal,
responsable de la Regional de La Paz; Luis Suárez Guzmán, responsable del
Frente Docente-Universitario; Ramiro Velasco Arce, directivo del Colegio de
Economistas. Los nombramos porque así hacemos viva nuestra historia y porque al
nombrarlos los devolvemos intactos a nuestro presente. Porque nombrándolos
tenemos la certeza de que no se han ido.
Hoy nuestros desafíos como sociedad son distintos pero
siguen siendo urgentes. Los fantasmas contra los que estos jóvenes luchaban
arriesgando su vida siguen recorriendo ciudades y campos: la pobreza, la
desigualdad, la injusticia. Pero también su caso y el de decenas de otros como
ellos merecen ser esclarecidos; por ello hacemos votos para que el proyecto de
ley que crea una Comisión de la Verdad no sea archivado y Bolivia pueda honrar
la memoria de quienes lucharon por un mejor país.
Publicado en la Editorial del Periódico La Razón el 15
de enero de 2017
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