Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por Eduardo Soler
El Dakar
plantea el relato de la "conquista de la naturaleza" por la
civilización, la retórica de la colonización del desierto, que está presente en
el modelo extractivista." Publicamos estas notas de análisis acerca del
significado social y cultural del Rally Dakar que, aunque escritas en ocasión
de ediciones anteriores, portan plena vigencia.
El Dakar
plantea el relato de la "conquista de la naturaleza" por la
civilización
El denominado "Rally Dakar" (sic) en Sudamérica vuelve a
abrir el debate, pero sobre todo las protestas de un movimiento ambientalista
integral. Frente a quienes expresan que la competencia es insignificante, se
conocen sus impactos ecológicos y sociales directos. Además, tiene una
relevancia más profunda, a nivel cultural. El Dakar plantea el relato de la "conquista
de la naturaleza" por la civilización, la retórica de la colonización del
desierto, que está presente en el modelo extractivista.
Desde su
inicio en el 2009, cuando la competencia desembarcó en Sudamérica, las
organizaciones ambientalistas se pusieron en alerta. Por un lado, existen
informes sobre los impactos ambientales y sociales, que incluyen el paso de una
gran cantidad de máquinas sobre un ecosistema frágil, como son los áridos. Del
mismo modo, hubo declaraciones de sociedades de arqueólogos alertando sobre los
daños que produce el rally en el patromonio cultural de los pueblos
originarios. La lista se expande en los testimonios de pobladores afectados,
así como es alarmante revisar la lista de muertos por accidentes provocados por
el dakar. Por ejemplo en 2011 una persona murió en Catamarca.
Sin dejar
de considerar la relevancia de todo ello, además de estos impactos puntuales,
directos, insistimos en que la importancia del "Rally Dakar" es
cultural. El mismo nombre nos da una pista de ello: aquí no estamos en Dakar,
sino que la insistencia del signo viene por la continuidad del modelo de la
colonialidad. Y desde la Comunicación Ambiental, es fundamental considerar la
dimensión cultural como estructural en la crisis ambiental. Eso lo entienden las
organizaciones, ya que son las mismas las que luchan desde hace año contra la
sojización, contra la megaminería, contra el extractivismo en general. Por eso
cuestionar al Dakar no es insignificante, sino lo contrario, sería ilógico no
hacerlo.
El Dakar
es una de las expresiones destacadas de esta concepción que visualiza al
automovilismo como un deporte. El punto es polémico, pero se ha convertido en
un deporte (otrora símbolo de la vida saludable), a una actividad que no hace
más que incentivar la fascinación por el automóvil. Y no es una relación
indirecta, en la Fórmula 1 los "equipos" son empresas, son grandes
corporaciones, como Mercedes Benz, Ferrari, Honda, Ford, Toyota. ¿Acaso puede
pensarse que empresas que dieron origen al fordismo y el toyotismo son poco
importantes? Para que estas empresas mantengan sus ganancias, es necesario
incentivar el extractivismo petrolero, en otras palabras, el fracking.
Un título
ejemplar de Página 12: el Dakar como una guerra.
En este
caso, en el Rally Dakar las marcas no tienen comparativamente tanto
protagonismo, pero sí están, y muy presentes. Preparan sus modelos especiales,
patrocinan, participan del show, que se produce en "el desierto" pero
llega a nosotros por los medios masivos. ¿Y qué es lo que muestra justamente el
"rally dakar"? La propia cultura "modernista", la
tecnología que "vence a la naturaleza", en este caso superando
"el desierto". El título que decidió la edición de deportes de
Página/12 es ejemplar al respecto. La conquista del desierto por el automóvil
(o la moto, o el cuatriciclo). Aquella que aparece parodiada en una publicidad
de "paseadores de autos", con un sentido posmoderno.
A nivel
social, no podemos entonces enfrentar la seriedad que merece la crisis
ambiental, si seguimos destinando (buena) parte de la reserva de energía
(material, fósil, pero también espiritual) a este tipo de competencias. Puesto
que si bien no es poco lo que gastan en combustible (en la propia competencia,
con los autos de los equipos, con el traslado desde Europa, y otras partes del
mundo civilizado, que se suman a los locales), también vuelvo al argumento. El
principal impacto -más allá del propiamente ambiental y social- es cultural. Si
este es nuestro deporte, si es nuestro espectáculo, si es nuestra cultura -en
fin- la crisis ambiental permanecerá.
Todo esto
lo estoy escribiendo ahora, pero lo aprendí personalmente durante un encuentro
de reflexión sobre (contra) la megaminería, en la palabra de unas pobladoras de
la puna en nuestro noroeste. Luchadora en serio contra la megaminería, ella,
nos contó entre risueña y orgullosa, como había expulsado a algunos
competidores del dakar, que querían pasar por su territorio. Mejor dicho,
querían dañar la Pacha. Allí radica entonces la unión en la lucha: el Dakar no
está aislado, es parte de una idea de la concepción entre esta conquista de la
civilización sobre el desierto. Las protestas nos vuelven a recordar, otra vez,
que tal desierto no está desierto, y que no quiere ser avasallado.
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