Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Juan José Bautista Segales
Hablar
con Juan José Bautista Segales no supone el ejercicio terrible de quien va a
consultar a un especialista: se trata de un hombre tranquilo, observador, con
un vasto arsenal de conocimiento dispuesto para el análisis de la realidad.
Filósofo, Sociólogo, Doctor en Estudios Latinoamericanos, es un connotado
pensador en Bolivia y reconocido en otros países del continente. El año pasado
obtuvo el X Premio Libertador al Pensamiento Crítico, con su obra ¿Qué
significa pensar desde América Latina? y el 12 de abril recibió formalmente el
reconocimiento de manos del vicepresidente de la república bolivariana de
Venezuela, Aristóbulo Istúriz.
Su
preocupación, como la de otros grandes intelectuales del momento, es brindar un
panorama claro de la realidad al pueblo, ofrecer herramientas eficaces a los
sujetos que pueden y están llamados a transformar la realidad de nuestros
países. Se trata de quienes están labrando la tierra, construyendo edificios,
produciendo saber de variados matices, atendiendo las áreas más diversas de
vida en su praxis cotidiana, a donde el filósofo va, ya no como guía, sino como
aprendiz.
– ¿Por
qué la filosofía? ¿Qué tienen que decir los filósofos en América Latina? ¿De
qué se trata la labor crítica hoy día y hacia dónde apunta?
“Es un
trabajo similar al de Marx, de mucho compromiso. Al tipo de pensamiento que
nosotros trabajamos le llamamos ético-crítico o crítico-ético. Aquí lo ético no
quiere decir que es bueno -por eso el contenido crítico-, es crítico de un tipo
de bondad, que es el concepto de bondad que ha impuesto la modernidad. En este
sentido, una actitud profesional es buena cuando es exitosa, y es exitosa
cuando da buen dinero: pero quien tiene este tipo de pretensión, tiene una
pretensión profesional pero no necesariamente ética. Entonces aquí la
pretensión es ética porque es de justicia y se percata desde el principio de
que hay una ecuación perversa en la producción de conocimiento: un tipo de
conocimiento que la hegemonía justifica porque cierto grupo de gente ha sido, es
y seguirá siendo pobre, ignorante, miserable, despreciada; y otro tipo de gente
va a seguir siendo rica, acomodada, disfrutando del poder, los mejores aviones,
hoteles, etc. Entonces uno se pregunta el por qué de todo esto. La respuesta es
ético-crítica, porque lo primero que hace no es juzgar en el sentido de señalar
con el dedo, sino que lo primero que intenta hacer siempre es entender: no
juzgar sino entender, y por eso se hacen preguntas de modo sistemático”,
argumenta Bautista.
Se
trata de un ejercicio de revisión, de diagnóstico, a través del cual se desdeña
aceptar lo dado, ahondando en ello para obtener respuestas más profundas. El
compromiso es con la justicia, y por ello debe cuestionar las formas en las que
se da el conocimiento. Para el filósofo boliviano es claro que los resultados
de esta indagación revelan muchos de las debilidades del conocimiento secular,
el que reniega de la filosofía cotidiana dándole preeminencia a la tradición
filosófica establecida en la academia. Si el compromiso es real, hacia esos
nudos debe apuntar el filósofo, y en este sentido, su crítica debe generar
dudas.
“Cuando
uno se hace preguntas de modo sistemático, lo primero producido no son
resultados del conocimiento, son grandes dudas, y estas dudas ponen en crisis el
conocimiento de la academia. Por eso es que la academia tiene cualquier
cantidad de canales para poder excluir este tipo de ocupaciones. Para poder
mantenerse al interior de esto uno necesita mucho compromiso, uno tiene que
creer que lo que está haciendo tiene sentido, tiene que creer de verdad y por
eso empeña la vida: una persona que no tiene un compromiso a la primera se
rinde. Cuando uno no tiene pretensión de justicia lo primero que se fija es en
el bienestar individual, uno trata de acomodarse al status quo. Pero cuando uno
tiene una pretensión de justicia tiene que saber desde el principio que el
status quo no va a permitir que el tipo de pensamiento que uno trabaja pueda
ingresar. Por eso uno debe tener un profundo compromiso ético y de justicia para
poder mantenerse en esto. Y eso es antes, eso no surge de la filosofía, eso es
antes de la ocupación filosófica; eso es lo que pone el investigador. En ese
sentido nosotros decimos que el fundamento está fuera: la ciencia y la
filosofía vienen después y la justificación argumentativa la damos después
nosotros, pero la intencionalidad la ponemos desde el principio. Después de 20
o 30 años es que se ven los resultados, como Marx, no es inmediato”, asegura.
– Pero,
si se trata de una labor a contracorriente, ¿Cómo se concreta? ¿De qué manera
la filosofía Crítica aporta realmente frente al pensamiento hegemónico?
“Lo
primero que hay que hacer es apropiarse del modo más sustancioso posible del
lenguaje de la dominación. Uno tiene que conocerlo a fondo, solamente
conociendo a fondo uno puede mostrar la contradicción en la que este tipo de
lenguaje cae, y puede mostrar la pertinencia de lo nuevo; de lo contrario es
imposible, por eso lo hacemos siempre en diálogo. Por ejemplo, yo estuve
trabajando mucho tiempo Hegel, y aunque a mí no me interesaba ser hegeliano -yo
soy antihegeliano- es el gran pensador de la modernidad, y tengo que pensarlo a
fondo para saber por qué su argumentación es falaz. Es tan sofisticada su
fundamentación que hasta muchos marxistas se han vuelto hegelianos, han
hegelianizado a Marx por así decirlo, porque es muy sofisticado. Hegel es un
genio. Gracias a esos genios se sostiene la filosofía moderna. Heidegger o Kant
no son cualquier tonto, Nietszche, son gente muy inteligente, muy culta, muy
formada”. Inmediatamente, expresa la novedad de este ejercicio filosófico:
cuando el sujeto no solo parte de sí mismo o de lo dado por la tradición, sino
que hace que ambos pensamientos dialoguen. “Por eso uno tiene que ponerse a esa
altura y más, no basta con partir de lo propio: si uno parte de lo propio se
torna ininteligible, la única forma que eso sea inteligible es poniéndolo en
diálogo con los grandes maestros y pensadores. Está también un poco el caso de
Heidegger, yo me apropio de su pregunta, pero no del contenido de su pregunta,
y por eso la respuesta es otra”.
Así, es
necesario que quien produce conocimiento se preocupe por saber claramente a
quién se dirige, pues de otra manera, puede volverse un ejercicio estéril. Una
vez que se inicia la senda de la crítica, es necesario un sentido claro al
discurso, de manera que quien deba apropiarse de él, no encuentre solamente
oscuridad en los dispositivos de pensamiento que construye el intelectual. No
es una labor hedonista ni diletante, sino una necesidad para el desarrollo de
la región, solo posible de la mano del pueblo. El conocimiento debe ser un
instrumento al servicio de la gente, no un mecanismo de dominación y sumisión.
“En el
caso nuestro, lo que nosotros hemos hecho desde el principio es trabajar con el
pueblo, no con la academia. Todo este trabajo, si bien se expresa
académicamente, es fruto de haber trabajado con el pueblo, con muchos grupos de
base, en seminarios, en los cuales hemos tratado de discutir problemas. Uno
tiene que tener claro cuando produce pensamiento crítico para quién lo está
produciendo. En el caso nuestro, inmediatamente decimos: no es para la
academia, porque el problema no es que se transforme la academia, el problema
es que se transforme la realidad y quien transforma la realidad es el pueblo.
El problema es trabajar con el pueblo”.
Texto preparado por Javier
P. (@Javier_ABC), en base a las palabras de Juan José Bautista Segales al recibir el premio Libertador al Pensamiento Crítico en Venezuela, Abril de 2016.
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