Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Entrevista a Julieta Paredes y Adriana Guzmán
‘Tiempos de feminicidios’, se podría decir al escuchar cada mañana en las noticias. Con una larga trayectoria de lucha contra la violencia hacia las mujeres, Adriana Guzmán y Julieta Paredes, reclaman que el proceso de cambio se renueve, acaso se reinvente, en esta primordial cuestión.
Julieta Paredes (JP) y Adriana Guzmán (AG) son parte del movimiento Feminismo Comunitario, una organización regional con presencia en Bolivia, México y Chile. Están prontas a reunirse en una “asamblea de asambleas” en diciembre, en La Paz; uno de los principales temas del encuentro será la actual práctica “epidemia” de violencia contra las mujeres, los feminicidios. Un problema “estructural y estructurante”, como dicen ambas, que de nuevo convoca a la reflexión y al debate.
Hace poco, Julieta, usted dijo que las políticas de género son una mentira. ¿Por qué?
(JP) Cuando hablamos de violencia hacia las mujeres, no hablamos de mala suerte, de una casualidad, de hombres malos que matan a “sus” mujeres, sino estamos hablando de un sistema que se llama patriarcado; un sistema de todas las opresiones, discriminaciones, violencias y dominaciones que vive la humanidad y la naturaleza; que nos causa dolor a hombres y mujeres, personas intersexuales y a la naturaleza; un sistema construido sobre los cuerpos de las mujeres. Lo que plantea el feminismo comunitario es el desvelamiento histórico que estamos haciendo desde el proceso de cambio nosotras las mujeres.
¿Pero es exclusivo del feminismo todo esto?
(JP) La violencia hacia las mujeres hasta la fecha no ha sido tratada al margen de la lucha contra el sistema. Lo que decimos las feministas comunitarias es que la violencia hacia las mujeres es una violencia que este sistema colonialista, capitalista y transnacional, necesita; necesita del feminicidio, que es como un genocidio hacia las mujeres. En lo cotidiano, el sistema no viene a matarnos con fusiles a nuestra casa, utiliza nuestros propios compañeros, que son educados, modelados machistamente, para que sean sus agentes gratuitos a cambio de michi-privilegios, como es el mejor salario; los hombres hacen “servicio civil machista obligatorio del patriarcado”.
¿Adriana, qué tiene que ver todo esto con el actual proceso de cambio?
(AG) Hay un antes y un después, en términos de políticas públicas, del proceso de cambio. Las políticas anteriores, liberales, neoliberales, hablaban de la violencia como un hecho intrafamiliar y, por tanto, era un asunto privado; ese cambio ha habido. La pregunta es: si ha cambiado la normativa, si políticamente se ha cambiado la normativa, si políticamente se ha cambiado la forma de entender y luchar contra la violencia, qué es lo que está pasando ahora. Primero, hay reacción machista frente a la profundización de las normas, lo que saca a la luz pública lo que antes estaba en el dominio privado fundamentalmente de los hombres; segundo, cierto que hay un marco normativo mucho más estructural, complejo, que abarca mejor el tema, pero no se ha logrado concretar ese marco normativo, la Ley 348 [Ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia; 9 de marzo de 2013]; y, tercero, no podemos analizar la violencia hacia las mujeres, una vida libre de violencia hacia las mujeres y las deficiencias institucionales que hay para luchar contra ello, en el marco del Vivir Bien. Este es un proceso planteado para Vivir Bien, y no se puede “Vivir Bien” si las mujeres vivimos mal; y vamos a seguir viviendo mal mientras corramos el riesgo de ser asesinadas en la calle, en la casa y con quien compartimos la cama.
Hacen la diferencia entre machismo y patriarcado; como que éste es el sistema y aquél la expresión, una forma.
(JP) El que ha matado a su novio, a su hija, a su esposa, a su mamá, no es Bill Gates, es Pedro Condori, Rafael Mamani, cooperativistas; por eso es importante hablar de cómo nuestros compañeros se hacen operadores, se hacen cómplices, sin ser los patriarcas, los que van a disfrutar de todo este constructo que es el sistema, y es por migajas que le da el sistema de sentirse superior, y no frente a los grandes; [se sienten superiores] con su compañera, con la persona que nos ama, que cada día los atiende, limpia las cosas de su casa. Ese machista es responsable de sus actos y de sus complicidades; lo que está a nuestro alcance; esa es la base para poder luchar coherentemente contra un sistema de opresiones.
Es llamativo que entre los gremiales, por ejemplo, la gran base sean mujeres pero los dirigentes, varones o que muchas comerciantes sean jefas de familia, pero igual el marido ‘que manda’.
(JP) Es un problema también de organización; es fundamental la autoorganización, no tener miedo, no tener culpa las mujeres de organizarnos; está nuestro derecho a vivir, a ser felices, eso es lo que falta que reflexionemos. Qué mierda pasa que como mujeres no nos organizamos…No, no es “qué mierda pasa”, pasa que es el machismo, el sentirnos menos, toda una estructura patriarcal y machista que trabaja sobre nosotras.
¿Qué cambio cualitativo hubo al hacer un hecho público la violencia intrafamiliar?
(AG) Es estructural porque la violencia hacia las mujeres permite sostener la explotación. ¿Por qué se genera la violencia? Y no es justificarla, sino comprenderla: surge porque no hacemos el trabajo impago, cocinar, lavar, planchar, no atender al marido. Si logras esa explotación, que es la primaria, a las mujeres, entonces legitimas la explotación; y para que nosotras seamos explotadas, se ejerce violencia; y si no nos dominan, no logran explotarnos, nos eliminan, nos matan; por eso decimos que la violencia es estructural: sostiene a la explotación capitalista y tributa a la acumulación de la riqueza. Pero además es estructurante, porque viendo cómo explotan a tu mamá y para explotarla la violentan, los hombres, los niños, la humanidad aprenden que esa es la forma de vivir en sociedad.
¿La alternancia y la paridad de género para ejercer cargos públicos en qué medida han significado desarrollos reales?
(JP) Lo que hace el proceso de cambio es cuestionar el llamado empoderamiento ficticio que se ha hecho de las mujeres en el neoliberalismo, con la propuesta del 30, 35% de cuotas. Hoy se ha planteado el par político, que en términos numéricos es mínimo el 50%; pero un 50%, un par político, hombre-mujer, que tenga representación, y no como el chachawarmi, cuando la esposa no es más que la yapa, el adorno de su compañero; cuando de lo que se trata es de que las mujeres reciban el mandato de las mujeres. Eso todavía no lo hemos logrado.
¿Cómo se cruza con todo esto el tema étnico, lo indígena en Bolivia, los usos y costumbres?
(JP) Como aymaras es importante hablar de nuestra memoria ancestral en términos no románticos, sino reales, que nos permitan analizar las raíces que nos permiten hacer circular la vida, este vivir bien, que nos permitan criticar y también cortar las raíces que nos dañan y que a título de usos y costumbres hoy plantearemos una naturalización, una culturalización de la pedofilia, de la violación, de la violencia, del asesinato de las mujeres. Es importante criticar nuestras raíces también ancestrales, que no son una maravilla; nosotros hablamos de un patriarcado ancestral, que es importante entenderlo, como también las bases que estamos arrastrando de nuestra propia decisión, porque las aymaras somos gente, jaqis somos, nos somos angelitos; igual que los gringos, que los españoles, nosotros también podemos ser malos y malas; ahora, en comparación con el patriarcado colonial, por su supuesto que no traemos tanta mierda; sí, pero traemos nuestra propia mierda, nuestra propia basura. Es vital encarar críticamente esto para poder atacar también a las naturalizaciones que hay de la violencia hacia las mujeres en nuestras comunidades.
Evo podrá ser machista, pero no jerarca…
(JP) No es patriarca.
Sí. Dijo eso; explíquenos.
(JP) En la izquierda se ha hablado del hombre nuevo, el Che Guevara, el comandante Hugo Chávez. El compañero Evo Morales también habla del hombre nuevo, pero esa conceptualización de hombre nuevo no está presente, no hay, no existe, es palabra. Hoy en la situación del pueblo mejorado; y ¿qué se dice desde el Gobierno, desde sus intelectuales? No se habla de “pueblo trabajador” que ha mejorado sus condiciones de vida; desde el Gobierno han dicho: “Se ha ampliado la clase media”; es decir, nos han desclasado; y ahí radica la imagen de ser humano que nuestros hermanos hoy tienen, es del burgués; es del norte, la imagen, el símbolo. ¿Cómo quién quieres ser? Como el burgués, quieren ahora compararse con el blanco burgués empresario, explotador, jerarca, dominante consumidor de prostitución, consumidor de pedofilia, consumidor de violencia hacia las mujeres; el machito, el patrón, ése es hoy la figura, el modelo de hombre que está presente en nuestras organizaciones sociales y que desde el Gobierno se ha nutrido. Entonces, ¿cuál hombre nuevo? Y ahí nuestro hermano, compañero Evo Morales, es machista, ahí están las cosas que ha dicho, pero es un hombre que está cuestionando su machismo; le ha tocado muy duro, con el caso Zapata. Es muy importante que él reflexione, que hoy está revisando su machismo tenga “con-pasión”, que piense desde su cuerpo de ser humano, que sienta el asesinato de las mujeres como un asesinato, como un dolor que es de su propio cuerpo, como si a él lo mataran, como si a él lo asesinaran. Es nuestro compañero, por eso nosotras decimos que no es un patriarca indolente que le importa un pepino que estén matando a las imillas, a las indias.
(AG) El problema es que el compañero Evo Morales es presidente, entonces necesariamente hay que exigirle más. Hace un par de años que ha empezado a cuestionar su machismo, a dejar de lado los chistes machistas; hoy necesitamos más de él, necesitamos que se concreten las cosas para defender la vida de las mujeres, para acabar con la violencia hacia las mujeres, necesitamos de un Estado que no se quede mirando cómo nos matan.
¿Por qué feminismo comunitario?
(AG) El feminismo comunitario se ha parido en este proceso de cambio; desde la memoria larga la idea de la vida en comunidad, el proyecto político de mundo es la comunidad; que hoy la comunidad es machista, sí; que hay que luchar contra eso, sí; pero es la memoria que tenemos para construir una vida que no sea patriarcal, capitalista, colonialista. Y el feminismo por la memoria también feminista de la lucha frente al patriarcado.
Entrevista realizada por Iván Bustillo para La Razón
Síguenos en Facebook: Escuela Nacional de Formacion Politica
y Twitter: @escuelanfp
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios