Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
El
abultado y creciente consumo de agua embotellada supone la privatización de
manantiales y acuíferos, más emisiones para su transporte, un enorme gasto de
envases que luego se convierten en residuos, etc. Y ni siquiera está claro que,
hablando en términos generales, el agua embotellada sea mejor que la del grifo.
Hay
modas, lo sabemos, que tienen costes medioambientales enormes. Son modas que
siempre suelen estar relacionadas con un gran negocio. Uno de los factores que
han producido el espectacular aumento de la esperanza de vida en los países
denominados desarrollados en el último siglo, es disponer de agua corriente en
las casas. Aunque para buena parte del planeta eso todavía es un lujo, en
Occidente no para de crecer el consumo de agua mineral embotellada. Pese a que
nada nos hace pensar que tenga una mayor calidad que la de grifo bien tratada
–más bien todo lo contrario, según algunos expertos– ha florecido durante los
últimos años un gran negocio en torno al agua en botella. Esta la pagamos a un
precio de oro –de gasolina, como explicaremos a continuación–, y tiene un
impacto ambiental enorme por las cantidades de CO2 que se emiten en los
interminables desplazamientos.
Pese a
que la calidad del agua del grifo es bastante buena, es normal que en un bar de
Barcelona te sirvan agua de Lanjarón (Granada) o que en un pueblo de Jaén
recibas una botella de agua de algún manantial catalán. Un estudio publicado
por la BBC de Londres, asegura que un litro de agua embotellada genera 600
veces más CO2 que uno del grifo, razón por la cual se ha lanzado ya una campaña
contra el consumo de este tipo de agua.
Es agua
no fármaco
Contrariamente
a lo que nos dan a entender numerosos fabricantes las aguas envasadas, en general,
no tienen por sí mismas propiedades curativas o preventivas con respecto a las
enfermedades.
Las
aguas embotelladas, si poseen algún mineral original en su composición, se
consideran aguas minerales. Si carecen del mismo se denominan aguas puras o de
manantial. Con respecto a su potabilidad ésta debe ser original también dado
que si se utiliza con ellas algún método de potabilización ya estaríamos
hablando de aguas preparadas, algo que debe mencionarse en el envase. De modo
que un agua mineral no puede promocionarse como poseedora de determinadas
cualidades terapéuticas; curar, lo que se dice curar, no curan nada.
Cuando
la empresa FontVella en España presentó su agua con un “toque de limón” la Federación de
Consumidores en Acción (FACUA) denunció a la compañía por publicidad engañosa.
Desde esta organización argumentaron que el producto no procedía del manantial
FontVella, ubicado en Girona, ni se le había añadido limón. FACUA afirmó que el
envase del producto inducía a creer que se trataba del agua mineral FontVella
de siempre con una pincelada de limón, pero esta asociación afirmó que se
trataba de un agua mineral distinta, proveniente del manantial Volvic, en
Francia, a la que se le había agregado una pequeña cantidad de 0,6% de ácido
cítrico, aroma natural y azúcar. Es un ejemplo del oportunismo que denuncian
las asociaciones de consumidores que existe en torno a este bien público
convertido en un objeto de lujo saludable con la suficiente labor promocional.
A
precio de gasolina
¿Se han
dado cuenta que un litro de gasolina en los surtidores españoles suele costar
algo más que un euro y que una botella de 1,5 litros de agua envasada de
cualquier máquina dispensadora de las que podemos encontrar en esa misma
gasolinera pagaremos más o menos lo mismo: un euro?
La
gasolina o el gasoil, pese a que pueda parecer lo contrario, no son
indispensables para la vida. El agua pura sí. Pero ¿a qué precio? Pocas veces
nos hemos parado a pensar cuál es el precio del agua y sobre todo el de la
embotellada. Ésta cuesta unas 500 veces más que el agua del grifo.
La sed
de beneficio de algunas de estas compañías ha provocado ya más de un escándalo.
Por ejemplo, cuando Coca-Cola se introdujo en el mercado británico del agua
embotellada se descubrió, y la propia casa lo reconoció más tarde, que bajo la
marca comercial Dasani, vendía agua de grifo al precio de 1,4 euros el medio
litro. El agua que esta corporación presentaba como “natural pura” era recogida
de las cañerías de la Thames Water, una empresa británica de distribución de
agua. Esta compañía cobra por el mismo agua que vendía Coca-Cola 0,004 euros
por cada medio litro; es decir, 350 veces menos.
Además,
activistas participantes en el Foro Social del Agua celebrado en México,
denunciaron la incoherencia que supone que Coca-Cola fuese uno de los
patrocinadores del evento. Advirtieron que la compañía multinacional “se ufana
de tener una relación de uso del agua de 2,7 a 1. Esto significa que, por cada
2,7 litros de agua (potable) que extrae de la tierra, fabrica 1 litro de su
producto. ¿Qué sucede con los otros 1,7 litros (o 63%) restantes de agua? Se usa
para lavar las botellas y la maquinaria y luego se descarta como agua de
desecho”.
La de
grifo también sube
Los
precios del agua del grifo no han parado de subir en los últimos años. El Canal
de Isabel II, organismo público dependiente del Gobierno de la Comunidad de
Madrid, por ejemplo, hace tres años realizó una subida de las tarifas por las
que penalizó con un aumento del precio de un 13% en la cuenta de los
particulares al tiempo que hacía una rebaja a las empresas. Así lo advirtió el
grupo parlamentario de Izquierda Unida en la Asamblea de Madrid. Se eliminaron
pues las bonificaciones para aquellas personas que consumían menos de 18 metros
cúbicos y eso beneficia a quienes realizan un uso intensivo y lucrativo del
agua.
Como ha
publicado el periódico La Razón: “El coste del agua corriente puede resultar
hasta 250 euros más caro al año en Alicante que en Valladolid. No existe un
reglamento nacional que regule el suministro de agua potable”. Sabemos esto
porque la Federación de Consumidores en Acción ha realizado un informe en el
que analiza el coste del agua en 28 ciudades diferentes de todo el territorio
español. Existe una variación de precio de hasta el 761%. Por consumir doce
metros cúbicos y medio de líquido elemento, más o menos el normal de una
familia de cuatro miembros, en Valladolid se paga 2,72 euros al mes. Es la
ciudad donde más barata está el agua en España. En el extremo opuesto,
Alicante. Allí, la empresa Aguas Municipalizadas, cobra una media de 23,43
euros para el mismo consumo, incluida una cuota fija mensual de 18,68 euros,
cuota que en Valladolid, por ejemplo, no existe.
¿La
menos sucia?
En
muchas ocasiones se ha publicado que el agua del grifo no está tan limpia, como
sería deseable. También se ha escrito sobre los efectos en nuestro organismo de
algunas sustancias que suele contener la misma. El programa televisivo Línea
900 –de Radio Televisión España– abordó en su momento este asunto de la pureza
de nuestras aguas, a las que la propia Unión Europea no denomina “potables” sino
“aptas para el consumo humano”. Altos porcentajes de arsénico en determinadas
comarcas por el abuso de nitratos de origen agrícola y ganadero o que la mayor
parte de los conductos que la llevan a nuestras casas están hechos con
materiales contaminantes, fueron parte de los argumentos esgrimidos por dicho
espacio televisivo.
Pero
las aguas envasadas también ofrecen sus problemas de limpieza y/o salubridad.
Como afirma Pedro González, médico especializado en Salud Pública e Higiene:
“el agua más recomendada por ser sana y barata es la del grifo”. No hace mucho
se publicó un informe científico realizado en Holanda que ofreció datos
demoledores. Se recogieron muestras de casi 70 marcas de agua envasada de 16
países diferentes. El 37% de las mismas contenían bacterias como la Legionella
o el estafilococo. Además, un 4% de esta agua contenía hongos. Esto puede
significar un peligro para personas con su sistema inmune débil.
Notas
[1]
Autor de los libros Traficantes de salud y Conspiraciones tóxicas
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y Twitter: @escuelanfp
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